El ser que habita en mi

LA LLAMADA HELADORA DE LA MUERTE

-No eres tan fuerte como me han comentado. Esta lucha ya no tiene gracia, es una pérdida de tiempo.-Poco después observo, sin comprender aún, como el joven de cabello dorado es lanzado con una gran fuerza que que hace que caiga sobre la arena a mi lado. Contemplo la herida en su hombro, y como la sagre poco a poco se va extendiendo sobre este. El joven agarra fuertemente un medallón y me lo entrega. Antes de volver a la batalla me susurra “un te quiero

-No, no soy tan fuerte como creías. Lo soy todavía más. Mi amor por Lucinda es lo que me hace fuerte, lo que me mantiene con vida, y no voy a permitir que me la arrebatéis. Lucharé hasta la muerte.

-Que así sea entonces; pero ya estás acabado.

-No, no lo estoy, pero tú lo estarás dentro de poco. No oyes a los iluminados acercarse. No tienes escapatoria. Si pierdes el tiempo luchando conmigo jamás saldrás de aquí con vida. Puede que seas fuerte gracias a la luna de sangre; pero no lo eres lo suficiente para enfrentarte a varios iluminados a la vez tu solo. Tú decides, huir o luchar; por mi parte no te lo pondré nada fácil.

-No puedes evitar que huya, así como tampoco puedes evitar que me lleve a Lucinda.

No lo entiendo, ya no comprendo nada. No sé en quién confiar de los dos. Uno me ha mentido, me ha ocultado su mayor secreto; y al otro no lo conozco, pero sin embargo siento como si formase parte de mi vida de antaño.

-Lucinda escucha a tú corazón. Trata de recordar, porque solo tus recuerdos te dirán la verdad. Tú tienes la respuesta oculta en tu interior.-Oigo decir al joven que desconozco

Cierro los ojos tratando de recordar, de averiguar en quién de los dos puedo confiar. Una gran oleada de imágenes inunda mi ser, dándome la respuesta. Camino lentamente en su dirección y le extiendo mi mano, la cual agarra con fuerza dejando recorrer por ella un gran torbellino de sentimientos hasta hace nada ocultos. Ocultos, tras un velo espeso en mi memoria.

-No voy a ir contigo a ninguna parte.-Respondo a Adrien-Y no voy a permitir que le hagas daño a Gabriel; así que es mejor que escapes.

Lo último que escucho es el ensordecedor grito de Adrien, y lo último que veo un fogonazo cegador.Segundos después desaparece entre la oscuridad, quedando únicamente yo y Gabriel.

-¿Cómo me has recordado?

-Creo que en el fondo nunca te había olvidado; pero tu medallón me ayudó a recordarte y a confiar en ti.

-No sabes cuánto te he extrañado Lucinda, y cuanto lamento todo esto. Te debo tantas explicaciones.

-Shh. No hables. Estás muy débil. Tenemos que llevarte a un hospital.

-Tranquila, no hace falta, los nuestros están ya aquí. Me pondré bien. Estaremos bien.

-Siempre-Respondo, y poco después nuestros labios se juntan de nuevo después de varios días sin hacerlo.

Nos separamos cuando oímos su nombre y veo como poco a poco se va acercando un grupo de personas.

-Gabriel has roto la norma de no salir del cuartel y de no ver a Lucinda.

-Lo se Padre.

-Me alegro de que lo hayas hecho. De no haber roto la regla, Lucinda ahora estaría en manos de los oscuros. Es hora de regresar a nuestro hogar. Debemos reponer fuerzas, la batalla final se aproxima.

Todos juntos desaparecemos arropados por la luz del sol que empieza a asomarse. Una luz que espero me de las respuestas a todas las preguntas que rondan en mi cabeza

Pasado un tiempo llegamos a una especie de cuartel, en donde observo a muchas más personas, todas armadas, como si esperasen una guerra. A Gabriel lo llevan a la enfermería, separándolo de mi lado a pesar de mis quejas por estar a su lado. En cambio a mi, al que llaman Padre me dirige a lo que debe ser su despacho.

-Por favor siéntate Lucinda, tenemos mucho de lo que hablar. Es hora de revelarte quiénes somos y de quién era Adrien; pues ocultártelo más tiempo no tiene ya sentido.

Me recuesto en un sillón, nerviosa por lo que voy a escuchar, por no poder estar al lado de Gabriel.

-Para empezar debo decirte que aquí con nosotros estás a salvo. Jamás senos ocurriría hacerte daño. Ahora mismo te encuentras en una de las sedes de los Iluminados.

-No comprendo, ¿Qué es un Iluminado?

-Un Iluminado es un descendiente directo de los ángeles y un humano. Desde el mismo día en que aparecimos por primera vez en este planeta, nos clasificamos por categorías; siendo los de mayor rango los más antiguos y poderosos. La clasificación es sencilla y nos perme conocer: la fuerza, experiencia y poder de todos los miembros. En esta se distinguen:
-Los padres y las madres. Hay uno en todas las capitales de los países en donde nos encontramos instalados. Somos los líderes. Nos reconocemos gracias a que el tatuaje en forma de sol que llevamos es de color rojo.
-Los ancestros o sargentos. El grupo de Gabriel. Son después de los padres y las madres los más poderosos y antiguos. Su emblema es un sol de color azul.
-Los adultos o generales. Son los encargados de entrenar a los jóvenes y los novatos bajo la supervisión de un ancestro. Su color es el verde.
-Los jóvenes o cabos. Son de los miembros más recientes y menos experimentados. Su tatuaje es de color amarillo.
-Los novatos o soldados. Los que apenas se han unido al círculo. Su tatuaje es blanco.




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