Tal como lo dijo Aiden, Andrea llegó temprano a la casa. Anticipando su llegado y empleando toda mi fuerza de voluntad, me levanté y seguidamente entré a la ducha y también debía aceptar que el té que Aiden me había dado, sirvió y mucho, ahí me duché y seguidamente me vestí con unos pantalones de yoga negros y una sudadera blanca.
La recibí avergonzada, ya que a medida que las horas avanzaban, los recuerdos llegaban a mi mente, haciéndome odiar el alcohol, sin mencionar que mi amiga tenía pintado en su rostro la diversión pura.
Como era de esperarse, Andrea comenzó a burlarse y a recordarme lo que ya sabía había hecho.
—Aiden debió quedar admirado cuando le hiciste ese baile. Aunque debo decir que después participó encantado.
—No digas esas cosas. Por cierto, ¿no sabes si pasó algo entre nosotros?
—¿Algo como qué? ¿Quizás como un beso?
Emití un jadeo, pero que acallé con mis manos, pero la carcajada de amiga me hizo mirarle enojada.
—Ah, el pobre, bien que hubiera querido que suceda algo así. Es que se le nota demasiado. Pero no pasó nada en el bar, si sucedió algo aquí, no lo sé.
—Pero qué dices, evidentemente no sucedió nada —dije sin estar segura de mis palabras—. ¿A qué te referías con que Aiden es pobre? —pregunté, sirviendo café a la vez que sacaba mi taza—. ¿Qué pasa con Aiden? —insistí. Por lo que miré a mi amiga que rodaba los ojos.
—Luna, ¿de verdad no lo sabes?
Negué, aunque empezaba a sospechar.
—Pues que él siente algo por ti. Steven dijo que no te diga nada, pero ahora que estás de vuelta, pensé que tal vez ustedes... ya sabes.
Juntó sus dedos repetidas veces.
— ¿A ti no te gustaría?
—Somos amigos, Andrea, además, no quiero perderlo si algo no sale bien. —desvíe la mirada, pensando en si lo que me sucedía estaba correcto decir, pero la mano de mi amiga me hizo mirarla—. Pero cuando regresé y lo vi, sentí en mi pecho como si mis pulmones obtenían aire. Cuando me fui, me enfermé porque lo extrañé tanto y todos los días pensaba en ustedes, pero cuando Aiden venía a mi cabeza, mi corazón se llenaba de melancolía.
—Y al parecer tú hasta ahora te das cuenta de que Aiden para ti es más que un amigo.
Me negué, no podía ser cierto.
—Deberías escuchar a tu corazón y conoces a Aiden tanto como lo hago yo. Sabes que él nunca rompería tu corazón.
—Si funcionó contigo y Steven, es genial, pero nadie asegura que funcione con Aiden. Nah.
—Si tú lo dices.
La mañana mientras Andrea me ayudaba a desempatar mi ropa. Me comentó sobre su vida de casada y como había surgido el amor entre Steven y ella y que, como de no soportarse, ahora no podían separarse. La verdad me hacía feliz saber que entre ellos haya surgido el amor, después de recordar como ese par se toleraba por Aiden y por mí, ya que eran nuestros mejores amigos.
Después de que me comentara como quien no quiere la cosa, como Aiden a pesar de que ha tenido alguna que otra relación, siempre terminaba tres o cuatro meses después, porque en su interior, sabía que ninguna de ellas eran yo, nos marchamos al restaurante, puesto que Steven había llamado a su esposa.
Mientras caminábamos a nuestro destino, meditaba en las intenciones de mi amiga y como algo similar me había sucedido a mí; por el hecho de que mis relaciones anteriores, aunque no fueron muchas, siempre los comparaba con Aiden y su manera de tratarme, además, les buscaba un, pero para alejarme, cuando los sentía que sus sentimientos se profundizaba y el hecho de que no serían correspondidos, me hacía alejarme.
Como sea, ignoré cada palabra que Andrea pronunciaba si se refería a Aiden, pues no quería atormentar mi cabeza con ideas extrañas. Una vez que llegamos a nuestro destino, ya me encontraba más tranquila, porque en el camino Andrea me iba igualando en chismes de los habitantes de la ciudad y los escándalos de cada uno de ellos.
Bien dicen que en pueblo chico, infierno grande.
Nos dirigimos al restaurante, encontrándonos con varias personas a las que Steven se apresuró a presentarme gente nueva, así mismo también rostros conocidos a los cuales él mismo se encargó de recordarles quién era yo.
Charlamos amablemente y después de que mi madre volviera a llamarme, encontré la mejor excusa para alejarme y evitar preguntas que me empezaban a incomodar, recordando mi pasado.
Después de despedirme de mis amigos y algunas personas, salí, explicándole que me encontraba bien y que no se preocupara.
Caminé mirando a la ciudad y ante mis ojos se encontraba la cafetería, sonreí y sin dudarlo, caminé hasta allí.
Miré por el gran ventanal, esperando encontrarlo, atendiendo, más, sin embargo, la mujer de la noche anterior se encontraba hablando con Aiden.
De inmediato me escondí, solamente asomando mi cabeza para ver qué hacía.
En ese momento, los dos se levantaron y caminaron a la salida. De inmediato giré mi cuerpo y caminé tras un cartel que anunciaba las fiestas de fin de año.
En cuanto giré a mirarlo nuevamente, fruncí mi entrecejo en cuanto observé como él la sostenía de su cintura.