Esa noche después de aceptar que invisibles sentimientos existían entre nosotros, optamos por vivir y disfrutar de lo nuestro día a día sin pensar en qué sucedería al día siguiente, más bien en volver a conocernos y tratar de recuperar el tiempo en que estuvimos alejados.
Dejando atrás el tema de lo nuestro, me comentó sobre la visita que hizo a su casa y como Camila se había recuperado rápidamente de su operación y que prontamente regresaría a su empleo. Mientras me comentaba aquello, terminamos de comer lo que él había preparado anteriormente. Después de aquello, fuimos a ver una película. Inquirí sobre su bar, pero me comentó que cuando él se ausentaba, tenía a su socio que se encargaba de supervisar todo.
—Mejor así, ya que si no estás en la cafetería, no te verán tantas mujeres. Me sentía celosa.
Le había dicho provocando risa, pero no dijo nada, solamente me abrazó y nos cobijó con la manta, mientras tanto, me refugié en su pecho, durmiéndome sintiendo la seguridad que sus brazos me otorgaban; sin embargo, aquello no evitó que mis pesadillas regresaran, provocando un despertar doloroso que se esfumó en cuanto sentí su abrazo y las suaves palabras que me decía que allí estaba. Todo aquello me hizo sentir un poco más aliviada.
Ese día después de que desayunamos y me comentara que su turno empezaba en la tarde, le pedí que me llevara a visitar a Camila y a su familia, accediendo de inmediato. En cuanto llegamos a su casa, todos me recibieron con mucha alegría, indagando sobre qué había sido de mi vida esos últimos ocho años.
Les comenté brevemente lo que había hecho, cosa que no fueron muchas cosas, ya que no había terminado de estudiar y ahora me encontraba desempleada, qué más les podía decir. Al final solo resalté lo feliz que me encontraba al estar de regreso, mirando a Aiden quien era el principal culpable de mi felicidad.
Por el momento, ocultamos sobre nuestra relación, no porque no confiábamos sobre lo nuestro, sino porque queríamos que únicamente seamos nosotros los únicos sabedores.
Camila había crecido demasiado, la niña regordeta que recordaba caerse a cada tanto y sollozaba como una magdalena, ahora era una mujer muy hermosa; rasgos similares a Aiden y que era parlanchina como sí sola, pero que ya se encontraba caminando y como dijo Aiden, visiblemente recuperándose.
Después de almorzar todos juntos, nos pusimos a mirar el álbum de fotos, donde Sonia la mamá de Aiden, emocionada nos mostró varias fotografías juntos de adolescentes con el uniforme del instituto. Otras de nosotros en la playa o en el jardín de su casa, así en resto de la mañana lo disfrutamos como en familia.
Media hora más tarde de aquello, Aiden comentó que debía marcharse a la cafetería y así nos despedimos, yendo seguidamente a su trabajo. Al advertir cómo la gente empezó a llenarse, me dispuse a ayudarle, limpiando las mesas hasta que finalizó su turno, donde nos marchamos a cenar en el restaurante de nuestros amigos para finalizar el día en su bar, regresando en la madrugada a casa y despedirnos con un apasionado beso, que, para mí no me era suficiente y tenía la leve sospecha de que para Aiden menos.
Los días continuaron su curso y ya Camila había regresado a su trabajo. Supuse que la clientela femenina debió haber menguado, ya que Aiden ahora solo se hacía cargo de su bar y me alegraba, porque de este modo no recibiría tanta atención de las mujeres, pues él era mío.
A diario hablaba con mi madre, tranquilizando, pues esos días había sido más feliz de lo que lo fui cuando nos marchamos y tal vez mi voz era muestra de ello, porque cortaba la llamada aliviada por mis palabras
Tan rápido como un abrir y cerrar de ojos, una semana había pasado y Aiden y yo nos habíamos hecho más unidos, compartiendo momentos entre cocinar juntos y hacer las cosas de la casa.
Ya me había acostumbrado a mirarlo sin camisa por las mañanas mientras lo ayudaba a rasurar sentada entre sus piernas, pero lo que aún no podía disimular, era como mis piernas temblaban, cuando sus manos me acercaban hasta su cuerpo por la cintura posesivamente, para sentir su boca tomando la mía con desesperación, estando solos y disfrutando de nuestro amor; sedientos por saciarnos del uno al otro, sin embargo, y antes de que sucediera algo más, Aiden detenía todo y se alejaba por un momento, para regresar como si nada hubiera pasado.
Pero yo me quedaba perdida, deseando más de lo que él no me daba.
En esa semana también habíamos visto suficientes películas y series, hemos reído y también sollozando acurrucados en su sofá, comiendo; durmiendo y despertando juntos, para comenzar un día diciéndonos lo felices que éramos estando juntos.
Era increíble lo que en una semana sucedía, porque las festividades de la ciudad también habían llegado y todos empezaban a organizarse para dejar a la ciudad hermosa.
Al inicio de la siguiente semana, un día en que yo me había despertado exaltada por una pesadilla, habían llamado a la puerta, sorprendiéndome con la vista de una mujer de mediana edad solicitando ver a Aiden.
Después de que lo llamara, iba a marcharme, pero él me detuvo, presentándome a la mujer quien resultó ser la esposa del presidente de la ciudad.
—Sé que te gusta el diseño, le sugerí a la señora Morrinson que te incluyera en la preparación de las fiestas de fin de año. Se me olvidó decírtelo, lo siento si actué por impulso.