La madrugada del 5 de mayo de 1993 fue internado un hombre de treinta años de edad en estado catatónico a un hospital perteneciente al pueblo de Whisperwoods. Sin embargo, horas después de su llegada fue mandado directamente a Kringsmon, una clínica para enfermos mentales a las afueras de este pueblo.
En la clínica se desató entre la comunidad de psicológicos un debate por este misterioso personaje, quien respondía al nombre de Christopher Carpenter. Había entrado en estado de esquizofrenia y fue medicado para poder calmarlo, al despertar más tarde se halló muy cómodo dentro de su pequeño cuarto acojinado. Al estudiarlo más de cerca se descubrió que por ningún motivo quería salir de su cuarto, no toleraba los espejos, le tenía un terror inexplicable al director del sanatorio y se negaba a soltar un pequeño diario que traía consigo desde su internación. Aun con todo esto era capaz de hablar con cualquier persona con normalidad.
La gente dentro de la clínica no hallaba respuesta a tan singular estado mental. No parecía tener ninguna lesión importante en el cerebro o algún tipo de trastorno conocido.
Días después de su reclusión Christopher comenzó a pedir de manera amable periódicos de días anteriores a su llegada, un bolígrafo y muchos papeles. Los cuales se le hubieran sido negados si no hubiera tenido tan buena conducta y el permiso del director mismo.
Se pasaba días enteros leyendo su diario, el periódico y escribiendo en las hojas.
Recibió varias visitas dentro de la clínica. Sin embargo, una de estas fue registrada anormalmente. En lugar del nombre había una gran cruceta y los demás campos como edad o motivo de visita estaba sin rellenar. Aún con estas incongruencias estaba autorizado con la firma del director.
Fue el mismo día del registro de esa visita que Christopher simplemente desapareció de la clínica. Los empleados no daban crédito a esto, ya que estaba fuertemente vigilado casi las veinticuatro horas. Más extraño aun, pareciera como si él nunca hubiera salido de su habitación. Lo único que quedo de Christopher Carpenter fue un pequeño diario maltratado lleno de pedazos de periódico, cartas y anotaciones en una esquina de su cuarto; papeles con anotaciones varias en las paredes y un pequeño hueco de diez centímetros en el suelo.
De esto ha pasado ya mucho tiempo y el caso se ha olvidado casi por completo. La parte del sanatorio donde se supone que él había sido internado se ha derrumbado muchos años atrás. Sin embargo, la gente del pueblo continua hablando de esta persona, pues han llegado a afirmar que han visto a Christopher caminando por las ruinas del mismo y aunque él no era originario de Whisperswoods se vio envuelto en una serie de desapariciones meses antes de su reclusión en la clínica.
Algunos pobladores cuentan que esta persona era un asesino serial. Otros creen que era el seguidor de un culto religioso muy peligroso y popular en dicha ciudad de los años noventa. Y algunos pocos piensan que estaba detrás de algo más grande de lo que podríamos imaginar, ya que el secretismo con que se resguarda su diario y algunos archivos policiales dentro del ayuntamiento es más que sospechoso; sin olvidar “el incidente del gran incendio” que acabo con la vida de dieciocho personas, del cual él y un menor de edad fueron los únicos sobrevivientes.
Así mismo, el director del lugar ha negado reiteradas veces la veracidad de esta historia, atribuyendo a los trabajadores despedidos de aquella época para dar mala fama al sanatorio. Y concluye que esto lo utilizan en la actualidad como una leyenda local para atraer a los turistas.
Los únicos datos fidedignos que se han podido recoger hasta ahora son fotos tomadas a los pegados sobre la pared y el diario encontrado en aquel entonces. Pero las anotaciones en estos son tan descabelladas y fantásticas para que nadie pueda darles crédito.
Sin embargo, se presenta a continuación el diario de Christopher Carpenter después de trece años para su estudio. Y por petición del director de la “clínica Kringsmon” se hace un atento llamado a que no se crea ni una sola palabra de estos documentos, pues se tratan simples y llanas ocurrencias de una persona con claros problemas mentales.