El reflejo parpadeó primero.
Dereck estaba en el baño de la casa de Mary, lavándose la sangre seca de las manos, cuando lo notó. Su imagen en el espejo cerró los ojos un segundo después que él.
—¿Mary? —llamó, sin apartar la vista del espejo—. Tus espejos... ¿también mienten?
El reflejo sonrió antes que él.
No fue un movimiento sutil. Su imagen en el cristal estiró los labios en una sonrisa grotesca, mostrando dientes que no eran los suyos—demasiado afilados, demasiado numerosos.
—No todos los espejos mienten —respondió Mary desde la otra habitación, su voz distorsionada por el sonido del agua que corría—. Solo los que tienen alma.
Dereck retrocedió, pero su reflejo permaneció inmóvil, pegado al cristal como una mosca en una telaraña.
—¿Qué eres? —susurró.
Su imagen inclinó la cabeza, como si lo estudiara. Cuando habló, la voz salió del grifo, mezclada con el agua:
—Lo que serás.
El reflejo levantó las manos, mostrando las palmas. Donde deberían estar las líneas de la vida, tenía cicatrices profundas formando palabras:
"Sangre por sangre"
"Hueso por hueso"
"Un Hollow debe morir"
Dereck intentó mirar hacia atrás, hacia la puerta, pero algo lo detuvo. Su reflejo había agarrado su muñeca a través del espejo, sus dedos saliendo del cristal como si fuera superficie de un estanque.
—No llames a Mary —advirtió el reflejo, apretando hasta que los huesos de Dereck crujieron—. Ella no te dijo todo. Pregúntale qué pasó realmente con Lina. Pregúntale por qué su pulsera roja huele a sangre.
Las gotas de agua en el lavamanos comenzaron a moverse solas, formando letras en la porcelana:
"Ella también tiene un pacto"
Dereck se liberó con un tirón, rompiendo el contacto. Su reflejo se rió, un sonido como cristales rompiéndose, y retrocedió hacia el fondo del espejo, donde las sombras lo envolvieron.
Mary apareció en la puerta, una linterna en una mano y el diario de Sarah en la otra.
—¿Estás bien? —preguntó, pero sus ojos iban directo al espejo, que ahora reflejaba todo normalmente.
Dereck no respondió. Observó la pulsera de Mary, esos hilos rojos oscuros que siempre llevaba. Nunca se había preguntado por qué nunca se desteñían.
—Mary —dijo lentamente—. ¿Cómo sobrevivió Lina al pozo?
El silencio que siguió fue más elocuente que cualquier respuesta. Mary se tensó, los dedos aferrándose al diario hasta blanquear los nudillos.
—No sobrevivió —confesó finalmente—. Nadie sobrevive.
Abrió el diario en una página cercana al final. La letra de Sarah se volvía temblorosa, las líneas torcidas como si la hubieran escrito en la oscuridad:
"Vi a Lina en el pozo. Pero no era Lina. Era algo usando su piel. Me dijo que los pactos no se rompen, solo se transfieren. Que su hermana hizo un trato: una vida por una vida."
Dereck miró a Mary, realmente la miró por primera vez. Los ojos verdes que siempre le habían parecido tan vivos ahora mostraban algo oscuro y antiguo en su profundidad.
—Tú...
—Elegí salvar a mi hermana —interrumpió Mary, deslizando la pulsera para mostrar lo que había debajo: el mismo símbolo que Dereck tenía en el brazo, pero en carne viva, como si se lo hubieran tallado recientemente—. Pero los pactos son tramposos. No te devuelven a la persona, te devuelven lo que crees que es esa persona.
Del bolsillo, sacó una fotografía arrugada. Era Lina, pero no la niña de las fotos anteriores. Esta tenía los ojos completamente negros y una sonrisa que no encajaba en un rostro infantil.
—Lo que volvió no era mi hermana —susurró Mary—. Era un recordatorio. Los Hollow no son los únicos que deben pagar.
Dereck sintió que el suelo se inclinaba bajo sus pies.
—¿Y el pozo? ¿El ritual?
Mary cerró los ojos.
—Solo un Hollow puede cerrar la puerta —dijo—. Pero para eso, debe entrar. Y nadie sale vivo del otro lado.
El espejo a sus espaldas empañó de repente. Cuando el vaho se despejó, mostraba una imagen diferente: no el baño, sino el pozo del bosque, con una figura encapuchada de pie en el borde.
Era su reflejo.
Pero ahora vestía ropas antiguas, y en sus manos sostenía un cuchillo curvo y un collar de huesos.
Levantó un dedo esquelético y lo apuntó a Dereck.
"Pronto", formó con los labios.
Luego se dio vuelta y saltó al pozo.
Mary siguió su mirada y palideció.
—Mierda —murmuró—. Evelyn acaba de darnos una señal. El ritual ya comenzó.