El Silencio del Olvido

Capítulo X | Él ya no está

Tras lo sucedido anoche y sin darle tantas vueltas, enterré los cuerpos en el jardín (el de Liz y el de mi mamá). El colchón de la cama lo volteé para esconder la escena del crimen y me senté en el sillón. Estaba muy tensa así que tomé el violín y me puse a interpretar algo. Necesitaba relajarme. Toqué "Primavera" logrando mi objetivo. Cerré los ojos y suspiré.

Lo de anoche comenzó a pasar por mi cabeza como si fuera una película a blanco y negro, y luego al último salía en una escena lo que Pablo me dijo. Las cosas con él se complicaron ya que Julieta quiso destruir nuestra amistad, pero no pudo por eso reencontrarme con él alegraba mi amargada vida. 

Iría al parque así que me puse la chamarra de Pablo para esconder las manchas, las del pantalón no se notaban ya que este era negro y me lavé las manos. Metí el violín en el maletín, me estiré un poco y me encaminé al parque.

Era un día un soleado, todo seguía su curso a pesar de lo ocurrido anoche. Al llegar puse un vaso desechable que me encontré por ahí en el suelo, saqué el violín e interpreté una melodía para ganar mi respetable dinero de la semana. Al sonar la música conseguí que el mismo número de gente de la vez pasada se acercara, claro, lo que ganaba era muy poco hasta que alguien puso algo fuera de lo común.

Al ver eso salté de alegría y volteé a ver a quien me lo dio para agradecerle. Se trataba de Pablo, él nunca me defraudaba. Me sonreía y traía cargando en su espalda su guitarra.

— ¿Hacemos un dueto? —me preguntó.

— Como en los viejos tiempos.

— Claro. Como cuando tocábamos en el colegio junto con Efrén, ¿Lo recuerdas? —aquel nombre me daba mala espina. Yo solo asentí—. Entonces qué dices, ¿Tocamos?

— Ok —accedí.

Él sacó su guitarra, se la colgó y asintió dándome la señal de que ya estaba listo, y así comenzamos a tocar los dos juntos "Otoño". El número de personas que se acercó a escuchar aumentó. Nunca se había acercado tanta gente, me sorprendí. Cuando terminamos una lluvia de aplausos cayó sobre nosotros. Mi extinta felicidad volvió por un momento. La gente depositó dinero en el vaso llenándolo.

Al final, la misma gente se dispersó. Coloqué el violín encima del maletín y me agaché a recoger el dinero, y meterlo en mi bolsillo. Pablo habló:

— Ves, trabajando juntos ganaste más.

— Por supuesto.

— Creí que cuando dijiste que te irías de la ciudad no pensé que fuera por mucho tiempo.

— Perdona. Perdí la noción del tiempo, pero he vuelto para arreglarlo todo.

— Ah, sí. Sobre eso último... hay problemas...

— ¿Cuáles?

— Bueno... lo que pasa es que Julieta en cuanto supo que habías vuelto me llamó para que nos reuniéramos a solas. Empezó a decirme muchas cosas que no entendía, las decía con una serenidad que me ponía un poco incómodo...tú sabes que Julieta es alguien que oculta un aura de misterio con una máscara de supuesta amabilidad...y yo...solo...

— ¿Qué pasó exactamente?

— Ella en su plática no pudo evitar nombrar a Efrén...

Ese maldito nombre de nuevo. Cada vez que lo dicen un miedo interno despierta, torturándome lentamente y obligándome a querer revelarlo, pero si lo hago... ya no hay marcha atrás. Empecé a sentir miedo otra vez.

— Él... por qué lo nombró... —apreté los puños—. Eso ya era tema muerto. No había caso de revivir algo que ya no importaba.

Entonces aquel miedo mezclado con mi enojo no me dejó pensar con claridad.

— No debió abrir la boca —continué. Pablo se preocupó por mi aparente ataque de ansiedad

— ¿Estás bien? Oh, rayos. No debí decir eso. Lo siento—dijo. Intentó rodearme con sus brazos, pero mejor mantuvo su distancia. Abrí los puños.

— Disculpa por preocuparte. Es que Julieta... me desespera —Pablo suspiró aliviado. Mientras la calma le regresaba a Pablo y a mí pude ver por el rabillo del ojo a Iza en estado de shock. Iba a ir de soplona con Julieta. Lo presentía y, pues, que lo hiciera. Ella no me intimida—. ¿Por qué nombró a Efrén?

— No lo sé. Se expresó de él de manera despectiva que me molesto un poco —Pablo bajo la vista—. Y con lo que dijo creo que...

— Sabes que Julieta solo habla por hablar y...

— Creo que posiblemente él pueda... estar vivo...

Oír aquellas palabras me hizo sentir mal. Efrén fue el mejor amigo de Pablo, fueron muy unidos y cuando desapareció hizo todo lo posible porque apareciese hasta que la cruda realidad llegó. Pablo estaba aferrado a la idea de que Efrén iba a volver pero...

— Sí. Él puede estar allá afuera, perdido, está buscando el camino de regreso a casa—Pablo empezó a hablar muy rápido y levantó los brazos decido—. Él nos necesita, solo hay que ir a ayudarlo, hay que buscarlo, solo hay que buscarlo, nos necesita, él está perdido, él...

— ¡Pablo basta! —lo tome de los brazos. Empezó a llorar—. Efrén no va a volver. Él está muerto. Su cuerpo fue hallado en aquella zanja.

— Yo... solo quería volver a ver su sonrisa, escuchar de nuevo su voz, solo quería ver de nuevo a mi amigo—su voz se quebraba—. ¿Por qué se fue?




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