Recuerdo que mientras te dirigías a la salida, tus ojos se cruzaron con los míos y lo que ví me dejó impactada. Tenías un ojo azul y otro de un tono oscuro que desde mi posición me éra imposible ver, sabía que a eso se le llamaba heterocromía, y creo que fue en ese momento en el que una curiosidad inexplicable se abrió paso por todo mi ser, era como si un hilo invisible me atrajera hacia ti y me impulsara a desentramar el enigma que eras.
Apartaste la mirada de mí y siguiste con tu camino, algunos pares de ojos curiosos te seguían con la mirada pero tú no te inmutabas, éra como si no te importara nada de lo que ocurriera a tu alrededor.
Me gustaba creer que desde ahí, desde que nos vimos por primera vez, supe que estarías involucrado en mi vida, sin embargo, estoy segura que no fue así, a mí nunca se me hubiese pasado por la cabeza que haría todas las locuras que hice por ti, ni que lo que empezó como curiosidad terminara siendo un crush inmenso.