El sonido de tu voz (corrigiendo)

Capítulo 22 Explosión

 

Adam

No entendemos porque la comunicación se cortó así de repente, imaginamos que fue problema en los equipos que están en mi casa, pero no, esto está relacionado con ese hombre y estamos hechos un manojo de nervios porque algo muy raro está pasando.

Saco el celular de mi bolsillo, está apagado trato de encenderlo, pero por lo visto la batería se agotó, así que procedo a conectarlo.

Ya casi son 3 días sin tener a Dorothy con nosotros, ni en mis sueños más locos imaginé pasar por todo esto, desde pequeño supe que la posición de mi padre en la sociedad nos hacía foco de muchos delincuentes que quisieran obtener algo tratando de atacarnos, por ello siempre hemos estado rodeados de seguridad, han pasado desapercibidos para que no nos sintamos invadidos.

Mi casa sigue estando llena de gente, debido al último acontecimiento siguen tratando de rastrear alguna ubicación, que, si bien ese señor es experto en tecnología y cualquier sistema, aquí también hay muy buenos en esa materia y tienen esperanzas de hallar algo mientras ellos tienen este fallo.

Todos están inmersos en muchas cosas, cuando de repente se escucha un bullicio en la parte de enfrente de la casa.

Un oficial de policía ingresa, atrás de él traen a un hombre que pareciera que corrió una maratón, le cuesta respirar, no lo analizo demasiado, pero cuando uno de los agentes indica que este hombre tiene información importante sobre el secuestro de mi hermana inmediatamente lo enfoco y me doy cuenta que ya lo había visto antes.

—Buen…Buenas noches—tiene dificultad para hablar—, siento mucho por lo que están pasando, yo sé dónde tienen a tu hija Raúl.

Lo que dice logra que mi padre espabile y se centre en este hombre, antes de que hable intervengo.

—A usted lo conozco, creo haberlo visto en un centro comercial—recuerdo—, su nombre es Byron.

—Así es—le pasan una botella con agua—, hablaré, pero necesito protección para que no me pase nada malo.

—Cuente con ello señor—el jefe de policía habla irritado—, ahora empiece con su relato.

De esa manera empieza a contar como conoció a Frederick Lizcano, asegura que no tiene nada que ver en las cosas ilegales que ese hombre ha estado haciendo, además nunca se imaginó que estuviera involucrado en asuntos tan turbios, siempre creyó que sus habilidades técnicas eran la razón por la que muchas personas lo buscaban.

—¿Cómo está tan seguro que se trata de la menor? —le interrogan.

—En la información que les brindé anteriormente, dije que conozco a Raúl desde hace varios años, por asuntos de trabajo, aunque no concretamos fuertes lazos de amistad, he tenido la oportunidad de verlo en lugares públicos con su familia y aunque sea de lejos, tengo buena memoria para recordar rostros.

La policía establece distintas situaciones, se comunican con la central diciendo que pueden tener una pieza clave para la captura de este hombre.

—Tenemos que estar seguros de que esto no es una trampa—habla un agente de policía—, ese hombre tiene un buen control de todo y se nos hace extraño que nadie lo haya seguido.

De inmediato se levanta Byron.

—Investiguen, no les oculto nada, cuando vi a la niña traté de actuar lo más natural posible. Salí de ese lugar y quise venir ayudar, también soy padre y moriría si algo así me sucediera.

A mis padres y a mí nos indican que por nada del mundo vamos a salir, ellos planificaran algo que pueda ser como una emboscada y lograr que tanto ese hombre como los que trabajan con él puedan ser capturados.

Como trabajadores de la ley, sé que tiene como objetivo atrapar a los maleantes, pero como prioridad deseamos que mi hermana sea encontrada y lo más importante sana y salva.

Mis abuelos pese a toda advertencia que se les hizo, están aquí, en su rostro se refleja el pesar de no tener a su nieta para consentirla, sin embargo, son sabios y prudentes al ser como un bastón para alentar a mis padres. Me dirijo al baño, al salir me encuentro con mi abuela.

—Cariño, toma—me entrega mi celular—ya había cargado y decidí desconectarlo.

—Gracias, Abue.

—Ven a comerte una arepa que te preparé, no aceptaré negativas.

Le dedico una pequeña sonrisa y obedezco. Enciendo mi teléfono, cuando de pronto un sonido bastante agudo y molesto proviene de alguna de los aparatos que están instalados en mi casa.

—Joven permítame su celular—un agente de policía me indica y se lo entrego.

Me quedo parado totalmente confundido, no estoy entendiendo nada.

—Atentos todos por favor, tenemos un recurso que puede facilitarnos las cosas, en minutos lograremos ubicar el paradero de la menor Dorothy Acosta Romero.

Esas palabras logran despertar la esperanza, comienzan a explicar lo que encontraron en mi celular y todo se está preparando para poder proceder, ahora solo queda tener fe y confiar para obtener resultados positivos.




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