Mamá le ha dicho a mi pequeño hermano Terry que suba a la camioneta, pero se niega a hacerlo, ha dicho que «no» sin cesar. Ahora mi Madre está un poco exasperada, todo el tiempo vive en un tipo de borderline. No puedo culparla, no es fácil casarte con un hombre al que creías que era el amor de tu vida y un día para otro decide irse para "vivir su propia vida". Hace dos años hemos intentado ser una familia, pero eso parece difícil. Actualmente debo hacerme cargo de ambos, pero mis ganancias trabajando en una cafetería apenas cubren lo básico, no es fácil trabajar y estudiar al mismo tiempo. Me incorporó a la camioneta, miró el reloj, queda poco tiempo para mi hora laboral.
—¡Basta Terry! —mi Madre le grita a todo pulmón mientras mi hermano patea mi asiento.
—No quiero ir, no quiero ir —le explica que no hay otro modo, ni otras opciones.
—Te mantendrás quieto, si lo haces te llevaré a donde quieras—mira a través del retrovisor con mirada de enfado, mi hermano esboza una sonrisa de satisfacción.
— ¿Madre, crees que puedas recogerme saliendo del trabajo? —suspira, me toma de las manos y me da unos billetes para el autobús, revuelve mi cabello y le ofrezco una sonrisa.
—Mamá tengo hambre —Terry comienza a brincar en el asiento, tratando de llamar la atención.
—Pues tendrás que esperar a que Katy te lleve a Rosters —es su secretaria, y Rosters es el lugar favorito de mi hermano, hay juegos como toboganes, figuras de gran tamaño de sus superhéroes favoritos, al fin logra mantener la cordura.
—Gracias Mamá, te quiero —puedo percatarme de los grandes edificios que imponen su presencia, le ofrezco una sonrisa mientras acomodo rápidamente mi mochila y la bolsa de emparedados que se ha convertido en un cúmulo de grasa húmeda. Cierro la puerta y me echó a correr, quedan tres minutos, la cafetería está enfrente de mí, así que intentó esquivar las hileras de coches que se han formado por el tráfico. Empujo la puerta principal de cristal y veo a Jared, mi jefe, un poco molesto.
(...)
Entró a la escuela, lo primero que veo son los casilleros metálicos con una tabla de plástico dónde están los nombres de los alumnos, me acercó, tratando de esquivar la multitud de personas que impacientemente esperan saber su destino, me acercó sigilosamente a la vitrina donde están los horarios de los grupos. "Escritura referencial, 2b, pasillo 4, salón 55”. Elijo la banca más alejada de las personas, la profesora nos pide trabajar en equipo, cientos de murmullos se cuelan entre estas paredes, mientras las miradas burlonas se posicionan en mí.
—Pero escuche Maestra Sara, yo no quiero trabajar con gente rarita como Esteban, ya sabe gente que sólo se la pasa estudiando —todos comienzan a reírse y me siento un poco avergonzado.
—Bueno Damián creo que deberías aprender de tu compañero Esteban, ya he escuchado que es un excelente alumno—se escucha de nuevo un quejido, logró escuchar los susurros del resto "ya van a hablar del favorito", "el nerd del salón", "típico de Esteban". Intentó guardar la calma, pero no puedo evitar que mi enojo se note en mi rostro. Se escucha el golpetear de la puerta, volteó hacia esa dirección, veo a una chica de complexión robusta con cabellos rizados color negro y ojos azul zafiro. Parece cansada, sus cabellos están tan húmedos que parece que corrió un maratón, la maestra la mira amablemente.
—Pasa compañera, ¿cuál es tu nombre? —la chica se queda sin habla.
—Yo... Samanta—emana nerviosismo.
—Hola Samanta, procura llegar temprano las siguientes clases soy muy especial con cuestiones de puntualidad.
—Yo... lo siento —baja la mirada, mientras algunos compañeros se ríen. La clase parece amena, mientras la profesora elige a los equipos, no puedo evitar sentir cierto disgusto.
—Esteban y Samanta, la chica nueva—ambos levantamos la mano—. Ustedes trabajaran juntos, esperó no tengan objeción en ello.
—No—decimos al unisonó. La clase termina, mientras veo a Samanta salir por la puerta y tratando de ignorar de las miradas. La veo parada cerca de la puerta, está tecleando angustiada algo en su celular.
—¿Estás bien? —no quiero sonar indiscreto.
—Sí, gracias, no hace falta que finjas que quieres ser mi amigo.
—Simplemente intentó ser amable—me doy cuenta de que tiene el cabello largo y su ropa parece ser costosa, lleva puesto un chaleco color morado, un pantalón de mezclilla y unas botas negras de cuero.
—¡Espera!, lo siento, es que... bueno, no estoy acostumbrada a que alguien me hable, gracias por intentarlo.
—No hay problema, aunque deberías ser un poco más amable, no eres la única que se siente incómoda entre la multitud —me volteó hacia ella, tragó saliva mientras los recuerdos de acoso en las escuelas en las que he estado aparecen en mi mente.
—Lo siento, creo que fui un poco grosera, simplemente estoy algo molesta, mi Padre me ha mandado ya a siete escuelas durante este año.
—Eso sí que es demasiado cambio —le ofrezco una sonrisa y me devuelve el gesto.
—Supongo, oye, pensé que podríamos reunirnos y hacer los poemas juntos.
—Bueno, no es mala idea, sólo hay un detalle.
— ¿Cuál? —se muerde el labio, parece estar un poco decepcionada.
—Trabajo en una cafetería, podría trabajar estos dos días algunas horas extras, así tendría tiempo libre, si gustas podemos ir a mi casa —espero no parecer un raro.
—Mejor yo te invitó a la mía, no es lejos de aquí —estoy de acuerdo con ella.
—Bueno debo irme, hasta luego, un gusto conocerte —me hace una señal de despedida mientras yo me dirijo a la salida de la escuela. Afuera hace viento, me acomodó las correas de la mochila y suspiró. A lo lejos escuchó el sonido de un carro que esquiva rápidamente a otros, es mi Madre creo que se ha apiadado de mí. Una vez adentro del coche pongo a reproducir la canción de "Undestady de Ambassadors" e intentó convencerme de que el amor es un círculo que tiene un principio y fin, jurándome que jamás me voy a enamorar o eso creo. El amor suele ser bastante improvisto.