El sueño de las flores moradas: 3 Pesadilla

¿Está bien que tome esta decisión?

Desde ese entones no ha habido tantos problemas con los Flormor, o esa debería de ser la gran noticia que corría entre algunas de las pocas personas que habían logrado sobrevivir. Entre cada uno de estos escombros que habían quedado de una sociedad que gobernó la tierra por bastante tiempo, ahora ya sólo unos pocos quedaban de pie.

Cada uno de los infectados o contralados por esta plaga, por la belleza de estas flores moradas. Estas pequeñas flores que no dejaban nada más que desear al ser tan delicadas y frágiles ante la vista, pero que en sí escondían algo demasiado aterrador para toda la existencia.

Florentina, que miraba desde la altura del segundo nivel de una de las casas que habían logrado tomar como parte de sus cuarteles en los que se encontraban trabajando en alguna forma de poder contrarrestarlos, no lograba entender el motivo por el cual es que las personas que se habían mantenido firme ante esta gran infección, en sí eran en su mayoría jóvenes y adolescentes. Ella, por el momento, no había visto a ni un adulto que estuviera de pie sin haberse convertido en un Flormor, ni mucho menos podía en siquiera imaginarse que pasaría con ellos al ser que en la realidad eran demasiados inexpertos como para poder ser capaces de afrontar lo que estaba sucediendo en este momento. Por más que ella pensara en que podía ser que los que habían logrado sobrevivir serían unos genios, la realidad los golpeaba fuertemente al ver que todos eran nada más que unos niños que tratan de jugar a salvar a todos, pero en realidad no pueden hacer mayor cosa ante esta situación. Florentina, a pesar de ser consciente de que Elva podría ser una de los pocos genios que podían estar todavía de pie en toda esta catástrofe, tenía muy presente el hecho de que era todavía una niña que no podría mantenerse en pie en los momentos más precisos y cruciales. Es por ello que al final terminaría todo en un caos en el momento en que ella llegara a perder la poca motivación que tenía.

Sin siquiera lograr pensar en nada más detallado, Florentina dejó salir un pequeño suspiro para luego decir – en este momento… como me gustaría poder ser una heroína que salvara el día como salen en la tele, pero creo que eso es algo completamente difícil para mí. Aunque me gustaría poder decir que ya soy alguien capaz, al final no puedo sentirme más sola en este momento que en el instante en que supe que habían más de nosotros que estábamos bien. Todo cambio en el momento en que nos separamos. Pero… – sus ojos se empezaron a humedecer un poco – no puedo volver atrás ¿Verdad? Como quisiera poder ver a mi papá y mamá en este momento, como quisiera ver a mis hermanas. Sé que son molestas y cuando me enojaba les decía algo como “déjenme no quiero que me molesten más” o “No quiero volverlas a ver otra vez” me enojaba en el momento en que mi mamá o mi papá me regañaban, pero no lo decía en serio. No lo decía en serio – unas lágrimas empezaron a rodar por sus mejías mientras ella se sentaba en el suelo, abrazaba sus piernas y escondía su cabeza entre las mismas.

Florentina, mientras sollozaba sin que nadie pudiera lograr escucharla ni consolarla, su hermoso cabello negro se movía suavemente con el frío aire que soplaba en aquel atardecer. Sin siquiera saber que es lo que quería hacer con su propia vida, en pleno conflicto consigo misma y las preguntas, rabietas entre otras características de una adolescente normal que apenas se encontraba cursando el básico, se veía ahora envuelta en un mundo en el cual ya no tendría ese tiempo de poder crecer de forma lenta y en la que el poder vivir su vida sin mayor preocupación se había vuelto nada más que un sueño.

Florentina, que aún le costaba un poco el mantenerse siempre de pie ante los demás, había logrado volverse la líder del grupo para liderarlos hasta llegar a su meta o por lo menos lograr sobrevivir en este nuevo escenario en el que se encontraban. Las pocas personas que había encontrado, eran todos adolescentes sin sentido alguno. El que haya personas mayores en su grupo no se podía visualizar en lo absoluto.

Ella, sabiendo plenamente los peligros que podían correr si es que un adulto o un joven se uniera a su grupo era demasiado alta, y ese fue el mismo motivo que la hizo alejarse de los pocos jóvenes que encontró durante su cruzada hasta donde estaban ahora. Nadie más sabía que había otras personas además de adolescentes, a excepción de ella y Dalo. El motivo por el cual no llegaron a contárselo a nadie fue el querer evitar confrontaciones durante el poco tiempo que estuvieron juntos como equipo.

Florentina, recordando una de las pocas conversaciones que tuvo con Dalo antes de terminar en dos bandos fue cuando él le dijo – aunque todos estén en tu contra, sé que tendrás siempre una razón. Así que confiaré en ti, aunque me duela aceptarlo, pero no debes de estar deprimida por eso, ya que habrá otra persona que llevará parte de esta carga contigo. A pesar de todo, sabes muy bien que podrás contar conmigo, pero… si en algún momento llegáramos a separarnos… quiero que sepas que podrás buscarme por ayuda en el momento en que lo necesites. Aunque en realidad pareces que no lo necesitas, ya que siempre has sido así. Pero… si llegara a ver alguna oportunidad en la que puedas confiar en mí… no dudes en poder decírmelo. Ya que no estás sola, sólo necesitas tener un poco más de confianza en ti misma. Y yo te apoyaré en todo lo que pueda – con un tono confuso, susurro – tonto – para luego secarse las lágrimas de su rostro y ver nuevamente hacia el cielo que ya empezaba a oscurecerse. Dejando de abrazar sus piernas, las estiró mientras se apoyaba con sus manos en el suelo y se inclinaba un poco casi como si quisiera acostarse para ver claramente aquel cielo tranquilo que divisaba en todo lo que aún le parecía recordar lo que una vez fue su hogar.

Florentina, sintiendo aquella fría brisa, se levantó y sacudió su falda que le llegaba unos 2 centímetros por debajo de las rodillas. Con una sonrisa ahora en su rostro, un nostálgico día había sido, pero ahora debía de regresar a la realidad para enfrentarse nuevamente ante todo lo que vendría a partir de ahora.




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