El sueño en el que te conocí

-01-

Capítulo 1

❁❁❁

La carta de Vera

11 de agosto de un año cualquiera.

4:30 de la mañana.

Querida persona que por alguna razón está leyendo esto...

No sé cómo empezar, pero si no escribo esto creo que jamás lo podré recordar, o al menos no con todos los detalles. Se supone que en estos momentos debería estar durmiendo totalmente rendida en los brazos de Morfeo. Soñando. Bueno, eso estaba haciendo hasta que pasó lo qué pasó.

Ahora me encuentro sentada en mi escritorio, observando la noche sin estrellas y con luna llena desde mi enorme ventana; y buscando las palabras correctas para plasmar al papel una de las experiencias más raras —e incluso mágicas— de toda mi vida.

Algo que me acaba de suceder hace como diez minutos.

«Así que si por alguna razón estás leyendo esto, me gustaría que lo tomaras como un regalo. Una loca aventura que llegó a ti por razones del destino»

Por otro lado, se que debes estar preguntándote quién es la persona que está escribiendo esto, así que permíteme presentarme. Soy Vera, una chica común y corriente de 17 años, integrante de una banda de rock y tal vez futura arquitecta; un poco despistada y con una gran capacidad para olvidar las cosas.

«Aunque dudo mucho que lo que me acaba de suceder pueda borrarse de mi mente, ni siquiera con alzhéimer.»

Ya que sabes un poco de mi, déjame explicarte el por qué de esta carta...

Todo comenzó con un sueño. Sí, así como lo lees, un sueño. Puede sonar algo raro, pero en realidad no lo es. Piénsalo bien, esta pequeña palabra con grandes significados está siempre presente en nuestro día a día, pero muchas veces la tomamos como algo insignificante sin fijarnos en la belleza que esconden. Estos son el reflejo de nuestros anhelos, nuestra vida y nuestras fantasías.

«Siempre nos recuerdan que todo es posible.»

Así que existe una probabilidad de que dejes esta carta donde la encontraste o la arrojes en algún contenedor de basura. Pero si no es así, prepárate una taza de chocolate caliente y escoge un lugar cómodo para leer porque te contaré hasta el más mínimo detalle.

Eran casi las once de la noche, cuando después de terminar tareas y escribir el primer borrador de una nueva canción para la banda, me disponía a dormir. Fue la primera vez que el insomnio no se apoderaba de mí y pude conciliar el sueño rápidamente, algo raro en mi rutina diaria. Pasaron segundos, minutos o tal vez horas, hasta que desperté, o eso creí.

La confusión empezó a atormentarme al no reconocer las paredes de mi habitación. Me encontraba en un callejón oscuro lleno de contenedores grandes de basura, las paredes de ladrillo estaban pintadas con grafiti y en lugar del pijama, llevaba puesta una camiseta negra de manga corta, una falda fucsia larga que me llegaba hasta los tobillos y un par de botas de cuero.

Todo era extraño, pues estaba lejos de casa y no recordaba haber visto ese lugar en mi vida —algo alarmante para una persona como yo, que conoce la pequeña ciudad donde vive como la palma de su mano— En ese momento mi corazón empezó a palpitar rápidamente, provocando que entre en pánico. Me asustaba mucho la idea de encontrarme en otra ciudad —o en otro país— Pero en ese caso, ¿cómo demonios llegué a parar en ese callejón?

«No exageres, Vera.»

Bueno, tal vez estaba exagerando un poco. Pero, ¿tú qué harías en una situación así? Típico que te vas a dormir después de un día muy atareado y terminas despertando en un lugar completamente desconocido, sin imaginarte que todo forma parte de un sueño —aunque en ese momento parecía una pesadilla— Todo el mundo sabe que los sueños se sienten tan reales cuando los vives que, ni siquiera se te viene a la cabeza la idea que solo sean eso: sueños. Así que trata de no juzgarme.

«Los sueños, los sueños... son tan hermosos y a la vez tenebrosos.»

Pasé mucho tiempo pensando y tratando de averiguar dónde me encontraba, analizando con cuidado la situación, pero no encontraba respuestas, o al menos no respuestas lógicas.

«Puedo decir que en un punto llegué a pensar que me habían secuestrado los aliens.»

Hasta que algo hizo que detuviera mis pensamientos. Vi una sombra y escuché unos pasos que, por supuesto, me hicieron temblar de miedo, pero aún así decidí salir de mi escondite, con la esperanza de encontrar a alguien que me pueda ayudar.

El viento soplaba fuertemente, sacudiendo mi cabello y evitando que pueda observar nítidamente más allá del callejón. Pero aún así pude darme cuenta de que aquella sombra le pertenecía a una persona y no a una especie aterradora de muchas cabezas digna de un libro de terror. Eso me hizo suspirar de alivio.

«Por una vez en tu vida, deja de exagerar, Vera»

Así que decidí seguir a la persona, que en cuanto me vio, escapó lo más rápido posible, pero no me resigné y corrí tras su sombra, la cual se proyectaba a través de las paredes pertenecientes a la ciudad desconocida.

La persecución a la persona misteriosa fue todo un reto, pues iba demasiado rápido y recorría las calles como si de un laberinto se tratase: primero a la derecha, luego a la izquierda, de frente, de nuevo a la izquierda, hacia abajo y después a la derecha.

«Lo sé, yo también quedé un poco confundida»

Luego de un camino lleno de derechas e izquierdas, la persona ingresó a una especie de local. De hecho, fue el primero que vi desde que llegué al callejón. Tenía muchas dudas respecto a entrar pero no tenía opción, necesitaba ayuda para llegar a casa y saber donde me encontraba.

Así que después de pensar y pensar, decidí ingresar para buscar al dueño de la sombra del callejón. Abrí la gran puerta de vidrio, aprovechando que el señor a cargo de la seguridad andaba distraído, y grande fue mi sorpresa al encontrarme en un bar-karaoke. Imaginé todas las cosas que podría encontrar al cruzar la entrada, pero jamás pensé toparme con algo así.



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En el texto hay: romance

Editado: 05.03.2022

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