El susurro del bosque

¿Valió la pena?

     Astrid no estaba de humor luego de su visita al templo druida, sin embargo, debían discutir muchos asuntos y no podían postergarlo por más tiempo, por eso se encontraban en la habitación destinada para charlas del comité, la razón fundamental es que ella no sabía que había sucedido después de su muerte, que había pasado después, porque razón Myrtha escapó de Sgailean y cómo.

     Todos los miembros del comité estaban reunidos, el príncipe Cilliam también se encontraba allí, en el centro de todo se encontraba el rey Aren, a la derecha su esposa y a la izquierda ella.

—¿Qué temas trataremos hoy? — preguntó Alexis, yendo directo al grano.

— Debo saber cuál será nuestro plan de acción a partir de ahora. — indicó el rey.

— Pero yo necesito saber que sucedió después de mi muerte. —protestó Astrid, mirando a su padre, Aren estaba a punto de tomar otra vez la palabra, pero Edhelf interfirió.

— Creo que es necesario que se entere de lo que sucedió. — todos en el salón intercambiaron miradas y fue la reina la que se dispuso a hablar.

— Encontramos a Herón reteniendo a Myrtha, después de tu funeral ella fue juzgada, yo quería que muriera, quería matarla yo misma.— expresó la reina con su voz teñida de odio.— Los juicios aquí se hacen sustentados en la verdad, se extrae la información de la mente de los acusados, y debido al hecho de que ella no te mato, no se pudo  imponer pena de muerte, por eso fue exiliada a la prisión de las sombras, si iba a vivir al menos viviría sufriendo el resto de su vida, a pesar de que su familia era ilustre todos fueron desterrados de estas tierras, ya no podrán volver nunca más.

— ¿Cómo escapó? — preguntó Astrid.

— Se liberó de sus sombras. — explicó Minerva. — No entiendo con qué poder, pero lo hizo.

— ¿Cómo demonios lo logró?  ¿Y por qué no han hecho nada? — volvió a preguntar consternada.

— Por los tratados. —comunicó la sacerdotisa. — La prisión de las sombras es dominada por la corte Esmeralda, ellos son los responsables y no podemos intervenir hasta que pase su respectivo tiempo, tiempo que se concluye exactamente mañana, ellos no han podido encontrarla, por lo cual deben permitir que intervengamos, además nos deben ofrecer recursos para facilitar nuestra búsqueda, pues ellos han fallado en sus labores.

— Requiero que mañana mismo vayan a averiguar cómo escapo, necesito que la busquen, deben encontrarla. —  ordenó el rey y por primera vez desde su llegada Astrid estuvo de acuerdo con él.

— Así se hará, majestad. — respondieron Edhelf, Minerva y Alexis al unísono.

— Si se me permite intervenir. — opinó Cilliam. — Al encontrarla no deberían capturarla, deberían espiarla, averiguar cómo logró escapar, que pretende. No creo que actúe dos veces de la misma manera.

— El humano tiene razón. — expresó Alexis. — Si ella decide hacer las cosas de otra manera, el viaje que van a hacer seria solo tiempo perdido. Me ofrezco a rastrearla, mis tropas estarán al pendiente majestades.

— Eso sería muy útil. — intervino la reina. — Y espero que tengas suerte en esta empresa Alexis, porque he intentado ubicarla con mi magia desde el momento en el que salió de la prisión y no lo he conseguido.

— Entonces deleguemos funciones. — dictaminó el rey, fijó su vista en la experta en magia. — Minerva mañana irás a Sgailean, serás nuestra emisaria, Alexis necesito que inicies tu búsqueda, las demás cortes están alertadas de su escape, pero comunícales que no reciban a ningún elfo en su territorio sin nuestro consentimiento.

— Edhelf y yo podemos intentar rastrearla, así podríamos agilizar la labor de Alexis. — sugirió la reina.

— Eso me parece una gran idea… pero ¿Nosotros que haremos? Nos han dejado fuera de esto. — expresó la elfina cruzándose de brazos.

     En el salón hubo unos segundos de silencio, Astrid estaba rígida e indignada, en un santiamén se libraron de ellos, sopesó las miradas en la habitación e inevitablemente se encontró con la de Minerva.

— El príncipe puede ir conmigo. — comunicó la elfina de ojos verdes.

— ¡No! — exclamó Astrid, atrayendo la atención del comité.

     No confiaba en las intenciones de Minerva. No se sentía segura dejando a Cilliam con ella y más allá de eso la idea no le agradaba en lo absoluto.

— Creo que puedo hacer más presión si la corte Esmeralda ve que su incompetencia ha conllevado al hecho de que un humano esté en nuestras tierras, solo piénsalo, si ellos hubieran cumplido con su servicio, el príncipe no estaría aquí

— De acuerdo. — resopló Astrid ante la habilidad de Minerva para darle la vuelta a todo. — Supongo que la que no tiene nada que hacer ahora soy yo. — comentó esperando que alguien le otorgara una tarea, cosa que no ocurrió.

— Si no localizamos a Myrtha debemos emprender nuestro viaje. — opinó Cilliam.

— Esa decisión no la tomas tú. — le advirtió el rey con una mirada severa.

     La reunión terminó con la gélida advertencia del rey, Astrid fue la última en salir del salón, estaba esperando a Minerva, cuando ella pasó por el umbral la tomó de la muñeca y la hizo volver.




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