Ella espero atenta a lo que él diría y así fue él empezó a hablar.
-Imagina estar conmigo allá en tu habitación, comiendo una deliciosa pizza.
-Mmm, eso sería delicioso.
-Jaja bueno, sí.
-Sí, una rica pizza con extra queso.
-Exacto, luego estoy yo acercándome lentamente para robarte un beso, uno que te dejé sin aliento, lento que sea medio violento.
Que ella imaginara eso era algo que le excitaba demasiado, pero no admitiría o eso pensaba.
Él continuó hablando y ella agitandose cada vez más.
-Besar tu cuello despacio, sentir tu cuerpo.
Él escuchaba su respiración agitada y eso le excitaba lo suficiente como para saber que era capaz de tocarse otra vez pensando en ella.
-Clark, para-pidió.
-¿Por qué, preciosa?- Se hizo el inocente quería saber cuáles eras sus límites y hasta donde podía llegar.
-Ya es suficiente-susurro ella jadeante. Esto lo prendió mucho.
-Me gusta como suenas-Le Dijo él
Ella entró su mano despacio por sus bragas, rosò su intimidad con su dedo del medio y su dedo anular.
Su respiración fue fuerte y mordió su labio inferior.
-¿Qué haces Catrina?.
-Nada-Respondió sabiendo que mentirle fue en vano.
-Te tocas, no me mientas.
-Sí-gimio por respuesta en un susurro.
-Joder, me encantaría tocarte ahora mismo.
-Y a mí que lo hicieras-Respondió muy excitada por sólo escucharlo hablar.
Pasaron minutos y ambos llegaron a correrse, fue algo diferente para ambos, un juego que jamás pensaron llegaría tan lejos.
La madrugada avanzaba, ambos ajitados y cansados calleron en un sueño profundo sin siquiera cerrar la llamada.
Así pasó de la madrugada a la mañana, la alarma del reloj sonó muy fuerte y una muy tranquila Catrina maldijo en voz alta.
-¡Maldita alarma!-Se dispuso a apagarla y se escuchaba una carcajada bastante sexy desde su celular, observó y ahí estaba, una llamada de casi 8 horas.
-Valla manera de despertar-le dijo Clark antes de cerrar la llamada.
Pensó en él escuchandola dormir y roncar por la noche, a lo que sintió mucha vergüenza y le escribió.
Olvidé cerrar, disculpame.
Tranquila, fue gracioso escucharte desde temprano pelear.
Ella río y esa sonrisa no se borró del rostro hasta que su puerta fue abierta y en esta parada su hermana sonriente.