-Padre tenemos un problema.
Le dice Raiza por la mañana al rey en el salón del trono, donde se ventilaban diversos asuntos, relacionados con los diversos propósitos de aquella raza de ángeles sin alas, y el rey Coballo le pide a los demás que la dejen a solas con su hija, y con una seña le indica a la reina que se acerque.
-Ahora dinos, Princesa; ¿Qué problema tenemos?
-Es con nuestro caballero del viento, anoche tuvo un sueño que lo trastornó al grado que salió corriendo desesperado, de un salto cruzó la muralla y se perdió en la oscuridad del valle, pero eso no es todo, tuvo una pelea sin sus armas con uno de nuestros enemigos de Lúa Dark, y aunque no fue derrotado si resultó muy mal herido; ¡Casi lo perdemos padre! Pero afortunadamente lo encontramos y ahora está restableciéndose en cama, estará bien padre, el problema que tenemos es la diferencia de razas, es la manera de sentir, él como todos los habitantes de su mundo necesita de una pareja de su raza para reproducirse, sus instintos naturales se lo exigen.
-Al igual que nosotros querida hija porque sin vuestro padre yo no hubiera podido teneros ni a ti, ni a tus hermanas. –interrumpe la reina.
-Ese es el problema madre, mi ángel compañero piensa que como él es humano y yo una ángel sin alas, no podremos reproduciros y si lo vemos con lógica pues tiene toda la razón, ellos tienen una manera muy diferente de la nuestra para reproducirse, y me lo explicó claramente de varias maneras, hasta que lo entendí bien gracias a uno de sus poemas.
-¿Ya trataros de fusionar tu energía con él? –le pregunta el Rey.
-¡Claro que sí! –le contesta la princesa haciendo aspavientos con los brazos. -Desde la primera noche que pasamos juntos lo intenté pero solo logré intranquilizarlo, su cuerpo reacciona diferente y aunque su energía es muy débil, su naturaleza es muy fuerte y no puedo controlarla, aunque me consta que lo intenta, ni él mismo logra controlar sus impulsos naturales, que obligan a su cuerpo a realizar labores de apareamiento, y como yo no soy una mujer como las de su raza, mi cuerpo no le sirve.
Dice la chica con un dejo de tristeza y agachando la cabeza, el rey iba a decir algo, pero la reina con una seña le pidió la palabra y dijo, acercándose para abrazarla tiernamente:
-¡Mi niña preciosa! No dejaros llevar por la tristeza ni te apenes por ser un ángel sin alas de Mirídia, y acuérdate que los humanos también quieren ser ángeles, como todo en esta vida debe de existir alguna solución.
-Pero madre, yo quiero ser como él para sentir lo que él siente, para complacerlo y poder hacerlo feliz, viviendo como humana a su lado aunque solo sean algunos años, quiero tener cachorros humanos y poder criarlos en Mirídia, porque si algún día logro ser la madre de uno de sus cachorros, los dioses no creo que se lo puedan llevar al Olimpo como le hacen con todos nosotros, así que tendrán que dejarlo conmigo porque estoy segura que si se lo quieren llevar, él no lo permitiría, como es un ser supremo y uno de los creadores, los dioses tendrían que obedecerlo, aunque no pretendo que les arme una guerra a nuestros dioses, estoy seguro de que encontrará la mejor manera de que no se lo lleven. –y el rey conmovido le dijo:
-Ya encontraremos una solución a tu problema mi pequeña princesita, a través de los tiempos cuentan las leyendas humanas de todos los rincones y eras de la Tierra, que los dioses y diosas también se han enamorado de los humanos, y han procreado hijos mitad dioses y mitad humanos, creando así semi dioses, algunos pasaron desapercibidos siendo tan solo rumores de gente, que así pretendían ganar algo de fama o de fortuna, pero algunos si fueron muy famosos y llenan los anales de la historia de todos los tiempos de los creadores como Heracles (1), Jasón (2), y tantos otros que no terminaría de contarte sus historias en todo el día.
-Ahora mismo llamaré a los sacerdotes de Júpiter, y te aseguro que juntos encontraremos una solución a tú problema, ahora vuelve con tu ángel compañero y cuida de él, recuerda que es muy importante para nosotros, en cuanto tengamos una posible solución te haremos venir para comunicártela.
-¡Si padre, ahora mismo iré con él! –le dice la chica feliz mientras se retiraba.
En su casita azul; Yurik abría los ojos y al intentar levantarse sintió todo su cuerpo adolorido.
-¡Diablos! Es como si hubiera corrido la maratón olímpica, o como si me hubieran dado una paliza, ahora que me acuerdo; ¡Si me dieron una paliza! Ese méndigo loco de las garras.
Cuando logró sentarse en el borde de la cama, se dio cuenta que le habían quitado su overol y solo tenía puesto su calzoncillo, se revisó las piernas y los costados donde aún tenía las marcas cicatrizadas de los garrazos que recibió de Fritzy y aún le dolían mucho, en eso entró Raiza a la habitación y con un doloroso movimiento, se tapó con una de las almohadas.