El Teorema de los Comensales

El Teorema de los Comensales. Parte 2 La Causa.

El sol artificial iluminaba lo que quedaba de la sociedad. La gran mayoría se escondía en sus casas, la otra se había ido, había emigrado.

El sol tocó los cuadros en mi departamento, tocó las camas, tocó el pasillo, tocó mi nariz... estiré la mano intentando capturar rayos, esas diminutas partículas que tanto se asemejaban a la esperanza, cerraba la mano y la abría nuevamente, no parecía tener nada, pero ella sí me tenia. Me tenia absorto, me tenia entregado, me tenia hipnotizado, completo.

Puse un pie fuera de la cama y mi gato saltó detrás mio. 

Quisiera decir que es mio, pero no, una vez un alma risueña corría por aquí inundando todo de  color, de magia. Por algún extraño motivo, ella pensaba que yo era una suerte de mago, una suerte de hombre que siempre sabe todo, que siempre tiene algo que dar. Lo que me mata es que no conocerá esta faceta de mí, la humana, no la idealización que tenia, que suponía que yo era. Yo soy muy idiota, muy torpe, muy emocional, muy tanto que demuestro muy poco.

Me agacho para alimentar al gato y miro por el gran ventanal, hay esquinas con llamaradas que parecen irse disolviendo. Ya no son los días que una vez fueron, tomo un sorbo de café y me paso la mano por la barba.

Vestirse y vivir han sido de los mas monótonos para mi desde hace 8 años,lo hago en piloto automático, casi sin pensar.

Hace tres años alguien ganó la carrera del tiempo y yo sigo con las coordenadas descifrando que hacer con ellas.

En el baño me miro, el espejo está empañado pero veo mi rostro, trato de no hacerlo porque distorsiona mi mundo, porque a pesar de que han pasado cinco años, sigo encontrándola en mi hombro izquierdo invitándome, seduciendome.
 

El caminar es mas riesgoso, nos dieron unas identificaciones y hay horarios para casi todo.

Ese día salí, no obstante, temprano. Hace algún tiempo trabajo para una empresa dedicada a lanzar cohetes al espacio, me parece ridículo.

Compro unas flores a un señor que jamás vi y entro al cementerio. Arquitectónicamente es inmenso, tiene columnas romas de color rosa y un piso blanco de mármol, a lo lejos hay un enorme ombú, sus raíces sobresalen, eso me encanta, a pesar de lo tétrico de los cementerios, este tiene algo hermoso.

Camino acompañado por los rayos de luz artificiales y un perro que vive allí, voy por el medio de la calle mirando el ombú, sabia a donde iba y solo podía pensar en la cara desencajada si me viera riéndome solo recordando anécdotas tan extrañas.

Paso el ombú y sigo por un campo inmenso plagado de tumbas, algunas tienen muchas flores de colores, otras están apagadas, marchitas porque sus familiares los olvidaron, me pone mal que la gente se olvide de la gente así que me detengo en una y dejo un clavel.

Hay una sensación de miradas ausentes, de miradas que queman, son miradas de almas al ver la mía, tan muerta como la suya pero que camina, que respira, que come, que trabaja.

Siento que los muertos y yo deberíamos hacer un pacto, ellos regresar y yo irme

-¿Verdad que sí, Lemmos?.- le digo a la tumba de mi mejor amigo.

Richard Lemmos, 2299/2**1.

Amado Esposo ,padre y amigo. Leal defensor de La Causa.

Todos los mundos extrañan tu presencia, hoy, mañana y siempre.

Le quité las flores marchitas, y mientras limpiaba todo aquello, las lagrimas me salían de los ojos sin permiso, sin ningún tipo de señal previa.

-Tardé demasiado.- le dije, excusándome de ser un inútil.

El viento me abrazó el cuerpo, lo entendí como su consuelo. Me senté en los pies de su lapida, la odiaba, odiaba lo fría que estaba, no le hacia juicio a su personalidad cálida, por el contrario, parecía burlarse.

La Causa se lo había llevado. Había implementado unas comunistas en su cerebro y él actuó.

Si le hubiesen propuesto esto hace algunos años, se hubiera agarrado tajantemente, odiaba a los comunistas. Quizás, imperó mas el deseo de que sus hijas tuviesen un futuro mejor, un futuro como nuestro pasado.

Luego de un largo rato, me incorporé y me arreglé el traje negro, toqué la cruz y me fui.
 

La Causa surgió un año después de que el mundo sucumbió en una tiranía. Nuestro electo, GingerRut, era solo un emisario más de la corona que nadie conocía. A Richard esto lo motivaba a chistes locos como: "Ah, la época de las cavernas, Ranser, pinta un búfalo en la pared, voy por taparrabos".  

Nació con el ideal de buscar quien era el rey y asesinarlo a como de lugar. Suponíamos que el rey era el que había venido del futuro, pero francamente, me parece estúpido que un rey del futuro reine nuestro presente, de ser así deberíamos estar todos colisionando por una paradoja masiva y nuestro, y su mundo de origen, hubiesen quedo en simple polvo, así que yo descartaba la idea de un emisario del futuro que se queda el presente, pero La Causa no, para La Causa eso sería el fin de la desigualdad social. Querían poder, pero lo disfrazaban con el pueblo, eso es lo que hacían. Terroristas con cara de moscas muertas, eso eran.
 

Al llegar a mi empresa, Kenya, la recepcionista me saludó cortésmente, como es propio de ella, y me dio las indicaciones antes de que subiera y Wintraub, mi jefe, me las dijera a los gritos.

-Ran... Tendrás que ir por los archivos clasificados en la planta del subsuelo, quieren recrear una estrategia de marketing basada en una frase del físico Hawking... algo así como "Creo que el futuro a largo plazo de la raza humana debe estar en el espacio" .

Asentí, hablamos muy por encima y quedamos en ir a tomar algo a la salida del trabajo, acto seguido bajé por las escalera caracol que daban al subsuelo. La misión era simple, hasta un niño podía hacerla, tenia que ir por archivos cruciales de Stephen Hawking relacionados con la empresa y los fines de la misma




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