Tres años más tarde
Era sorprendente ver como Fabián se convirtió en parte muy importante de la familia, mejor aún, él formo esa familia a base de sacrificios enormes. Mugi al carecer de instinto maternal y no querer recuperar su antigua vida dejo que su único amigo cerca de ella se hiciera cargo de sus hijos.
Tristemente cada día que pasaba las palabras que salían de su boca eran más difíciles de escuchar. Kai'er estaba muy preocupada pero su hija mayor en un ataque de ira le dijo que si seguía molestando entonces se iría a donde nadie la encontrara. Intento de varias formas que Mugi le cediera la custodia de los gemelos pero se negaba argumentando que Fabián hacia gran trabajo al cuidarlos.
Los tres años trascurridos no fueron fáciles para él. Mugi solo proporcionaba leche. No cargo a los niños, ni los mimo, baño ni nada similar, en lo que se refiere a cuidarlos jamás se acercó. No se quería imaginar cuando se arrepintiera de hacer eso y que sus propios hijos no la perdonaran. Por supuesto no acepto ninguna llamada de ninguna persona hasta que dejo su propio teléfono en el olvido.
Cada día Fabián estaba enloqueciendo, organizando sus horarios para que los pequeños se sintieran amados que aun cerca de Mugi no parecían recibir ningún trato especial por parte de ella. El ama de llaves estaba furiosa, le hablaba y hablaba pero no les hacía caso. Llego un momento en el que dijo que su negocio debía seguir funcionando por lo que decidió regresar a su antigua casa y empezar a trabajar de inmediato.
Era difícil saber si ella estaba consiente que cada mes llegaba una cantidad fija de parte del ex manager de Kenji. Ese dinero se supone que era para los pequeños pero Fabián era quien lo administraba. Mugi decidió ignorar todo lo referente a ellos, estaba harta de pensar que Kenji volvería en algún momento.
— Fabián, hoy llego un pedido de rosas... ¿te parece si cortamos la tela nosotros?
— ¿Estás loca? ¿Sabes cuantos pétalos se necesitan para hacer una flor pequeña? Llévalos con el cortador.
Su breve plática se vio interrumpida por un objeto que cayó al suelo. Los dos pequeños estaban llorando y uno parecía haberse lastimado. Mugi furiosa fue a ellos con la intención de pegarles pero Fabián la detuvo.
— ¿Qué crees que haces?
— ¡Reprenderlos! ¡Rompieron un frasco! ¡Necesita saber que pasara si vuelven a hacer lo mismo! — contesto intentando soltarse
— ¿Lo primero que se hace es revisar si están heridos? ¿Acaso tu madre jamás hizo eso?
— ¡Volverán a romper los frascos! ¡Los niños deben ser educados desde pequeños para que no cometan errores! — dijo muy enojada y se soltó. Los niños al verla corrieron a esconderse detrás de Fabián quien aún tenía esa mirada protectora. — Si rompen algo más... ¡lo descontare de tu paga!
— Si lo que sea — contesto y después fue a escoger los materiales para hacer esas rosas.
Llego la hora del almuerzo y Mugi pidió solo para dos personas como era habitual. Fabián al ver como estaba respondiendo decidió llevar a los niños a comer afuera. Ella se enojó, como podía ser que esos niños eran más importantes que ella. En medio de su rabia su mano izquierda se acalambro y soltó su tazón, el contenido se derramo sobre la mesa dejando todo sucio y pegajoso.
Esos tres regresaron más tarde. Fabián de inmediato se puso a limpiar mientras los niños tomaban una siesta.
— Fabián, creo que los daré en adopción
— ¿Porque? — pregunto alarmado
— No los quiero cerca... ese mito del instinto maternal no llego a mí nunca desde el momento en que nacieron solo me he arrepentido de darles la vida. Ni siquiera creo que sean humanos.
Fabián estaba a punto de darle una cachetada cuando uno de los pequeños estaba allí detrás de él.
— Mami... ¿no nos quiere? ¿No somos de mami?
— Ken... no quiso decir eso — intento suavizar las cosas
— Hay otras mamis en el mundo que le dan la mano a los niños pero mami siempre nos grita... mama siempre llora y grita... — decía mientras caminaba hacia atrás para esconderse.
Mugi no se movió. Fabián iba detrás de Ken. Lo encontró en el almacén de materiales escondido detrás de algunas cajas. Tardo casi toda la tarde en persuadirlo para que saliera. Su gemela Keira también esperaba que saliera pronto de ese lugar. Estaban los dos hablándole y pidiéndole que saliera. No se imaginaba que podía ocurrir si se quedaba allí.
Fue un día largo de trabajo, justo cuando llego la hora de cerrar Mugi apareció diciéndoles que ya se iba y cerrara cuando terminara de jugar además de que le descontó el día por no atender a su trabajo. Cuando por fin lograron que saliera, Ken estaba muy asustado. Si su mama no lo quería entonces él tampoco quería a su mama.
...
— Dale tiempo — dijo la tía de Mugi — Pronto se dará cuenta de que hizo mal al no considerarlos sus hijos
— Señora... lo he pensado y creo que sería bueno si me los llevo lejos
— ¡No puedes hacer eso! Mugi no lo permitirá — contesto espantada