Al amanecer se despertó con un sueño terrible y llegó quince minutos tarde a su trabajo, Enrique trabajaba como médico psiquiatra desde el año 2040 en el Center Hoffman, se graduó con broche de oro sacando el mejor puntaje que hasta entonces había obtenido un estudiante en la facultad, al llegar al trabajo se encontró con el atropellamiento de miles de casos nuevos que habían llegado al hospital, pero le llamó la atención especialmente uno, el chico en cuestión presentaba trastorno bipolar pero no entendía su historia clínica, había pasado por los mejores psiquiatras de Bogotá pero ninguno quiso aceptar el cargo debido a actitudes de gran daño físico potencial; al último médico con el que había ido de un golpe abrupto le partió la quijada, acto seguido fue llevado a urgencias, Enrique lo leyó con detenimiento una y otra vez hasta el cansancio para saber cómo era el modus operandi del chico. Este en cuestión habría de presentarse solo en el hospital en el momento de receso de Enrique, este que se encontraba en el jardín principal en la entrada del hospital había adivinado a qué hora era su receso.
Enrique que se encontraba tomando un café lo vio venir como una persona del común pero no tenía ni idea de lo que le esperaba, dio pasos agigantados haciendo un círculo en la mesa de descanso donde estaba sentado Enrique, desde ese momento sintió algo de rareza al ver un adulto que parecía lo más normal del mundo dando vueltas sobre su eje, los pasos agigantados cada vez se hacían más prominentes y ruidosos, hasta que un sentido de alerta se disparó en Enrique debido a la mirada de desquiciado de lo que el ya para el momento en aquellos instantes sabía instintivamente que era aquel paciente de ese historial médico que había leído.
Enrique se vio en una situación muy difícil, estaba solo.
El joven de repente saca una navaja y se corta la cara dibujando las letras: “YO”.
Enrique al momento de verse en esa situación agarró su teléfono que estaba en la mesa pero éste se lo arrebató de un tajo; cuando entre pánico y miedo Enrique decide tirarle el resto de café hirviendo al chico, echándose a correr; para abrir la puerta necesitaba la llave maestra pero para ello tenía que de cualquier forma encontrar a su amigo y empleado del aseo Ramiro Fernán.
A medida que iba acelerando el paso éste lo seguía con la misma intensidad dieron dos vueltas al hospital, hasta llegar al cansancio y encontrarse saliendo de la puerta principal a Ramiro, el chico llamado Pedro Ratero ya no tenía en sus manos el cuchillo, quién sabe dónde lo habría escondido, pero manipuló de tal forma a Ramiro que no se creía la versión de Enrique, acto seguido este decide darse por vencido y para evitar problemas le dijo:
—No te vas a quedar con la tuya, el susto que me acabas de hacer pasar ha sido monumental y te aseguro que todo este teatro tendrá sus consecuencias, ¿y adivina para quién? —dijo Enrique con encabronaminto físico.
Pedro se puso a llorar a cantaros, realmente era una persona desquiciada, luego decidió tomar el camino de regreso a su casa e irse.