El Tiempo Inexorable

Capítulo quinto parte I

Corría el año 2057 Enrique estaba a punto de implosionar, las alucinaciones habían pasado de ser inofensivas a ser incluso dañinas y potencialmente terroríficas, a mediados del año pasado se volvió a ver a sí mismo pero esta vez con un cuchillo embadurnado en sangre, este había matado a uno de sus mejores compañeros con el que se pasaba la mayor parte de el tiempo de los descansos, el hospital entró en shock nunca nadie había muerto en ese lugar y esto agravaría la situación de Enrique que cada vez más sucumbía en la desgraciada perdición y escabroso destino, que por cierto debido a este acontecimiento se quedaría de por vida en ese hospital, no habría ninguna forma de escaparse debido a que había mucha seguridad, este empezaba a tener miedo y pánico dentro de su mente con locura desenfrenada un día a mediados del año 2058 Enrique intentaría asesinar a su médico Tomas Fonseca este logro inyectarle el sedante con perspicacia antes de que le clavara el fragmento afilado del inodoro que había destruido de un golpe brusco. Enrique fue encerrado en una celda solo sin ninguna ventana por donde entrara la luz, le daban la comida por la puerta de hierro que no tenía cerradura por dentro, este habría de pasar noches de tristeza y desolación e incontables pasajes alucinógenos de su creación.

Era el año 2059 Enrique había perdido tanto la cordura que ni siquiera recordaba su nombre, estando desnudo en la celda aparecieron de repente su mujer y su hijo los cuales no reconoció, en el mes de diciembre el día 31 Enrique fue llevado donde el Dr. Tomas Fonseca para una cita de seguimiento cuando es llevado parecía bastante demacrado eran las 11:50 de la noche cuando en un sentimiento de ira es entrevistado, se mostraba reacio pero a las 11:57 en un torbellino de alucinaciones y un tumulto de seres de su creación perdió la consciencia por un momento teniendo un sueño nostálgico recordando a su padre, cayó en el piso y en un conteo regresivo de 3 segundos que se los imaginó en el sueño despertó en su casa a vísperas del año nuevo bisiesto, se sentía algo confundido, no entendía en realidad que lo que se le anteponía era producto de su mente que aún no perdía sus extraordinarias facultades incomprendidas, tomó su control de pulso dejando la cama en su sitio y fue a darle los buenos días a su esposa, esta lo asusta intempestivamente al salir de su habitación propinándole uno de los mayores sustos de su vida casi dejando caer el sartén al servir el desayuno, luego como de costumbre fue a buscar las llaves de su coche para salir a darle la bienvenida al nuevo año pero no encontraba las llaves, ni siquiera donde recordaba haberlas dejado. En medio de la frustración el niño que ya tenía dieciocho años encontró las llaves después de haberlas buscado y rebuscado durante cuarenta minutos en el sitio preciso donde Enrique dejaba sus llaves y que hacía recién escasos minutos le había parecido no verla, quizá por las cosas extrañas que a veces suceden por mal agüero Enrique no le presto mucha atención y se marcharon los tres en familia a un supermercado a hacer las compras. Al llegar al supermercado todo fluía con normalidad, cuando al sacar unas aceitunas enlatadas de la vitrina, se cayeron por estar apretujadas, en realidad no era culpa de Enrique, sin embargo por responsabilidad subjetiva habría de verse obligado a pagar todas y cada una de las 10 latas de aceitunas que se desparramaron, al llegar a casa Viví con una rabia desmesurada que aún había guardado su cordura hasta llegar a casa, le propició una cachetada a Enrique, este desahuciado por su mala suerte, se lo tomó con desánimo y empezó a lanzar al aire sus frustrados propósitos de enmienda, con claro tono de voz algo retraído y sutil dijo.

—Amor no es culpa mía —añadió—, fue culpa de mi mala suerte. Siendo cómplices de su mala suerte, Enrique, estaba con justa razón diciendo la verdad, había empezado a ser agotador y confuso la alteración del tiempo, y empezaba a haber secuelas a corto plazo, pese a que el tiempo transcurría de forma diferente, el cuerpo iba envejeciendo inclusive con mas severidad, llego un momento en que se volvieron más escabrosos los acontecimientos a llegar a un punto lo suficientemente alarmante sin desquite e inquietante

A la mañana siguiente en plena madrugada Enrique se despertó con sus latidos del corazón acelerados y como si se hubiera tragado una mosca, pidiendo socorro desesperado llegó su mujer que había ido al baño, entre balbuceos por estar atragantado y a gritos desesperanzadores Enrique fue a la cocina y en cuanto se metió a la boca un patacón entero y se lo fue tragando, inmediatamente, la agonía empezaba a disiparse, aunque debido al sofoco tuvo que tomarse un medicamento para la presión arterial que había olvidado tomarse.

Era el día 4 de enero del año 2060 la cuenta regresiva empezaba a terminar para volver a iniciar, Enrique se despertó con una tranquilidad pasajera, su mujer en harás de optimismo le demostró su cariño diciéndole:

—Eres lo mas preciado que tengo, te amo, nada nos detendrá a pesar del destino que nos depare—concerto diciendo—, que te vaya bien amor.

Enrique le dio un cariñoso beso en la frente, al llegar al trabajo todo fluía con espontaneidad con respecto a lo planeado, hasta que sintió un estallido en el pecho, sintió vibrar su alma en sufrimiento y dolor, un proyectil de Prieto Berreta había atravesado su pecho hasta caer desplomado por la inercia al suelo, Pedro Ratero había entrado fugazmente escapándose de la celda al salir debido a una negligencia de un guarda robando la pistola de este, había disparado aquel proyectil con intención de matar a Enrique, este desplomado en el suelo lo único que podía hacer era acarrear socorro, Pedro Ratero se fue inmediatamente después de haber disparado, Enrique que lloraba y se lamentaba con mucho sentimiento batido con incesante dolor de querer con todas sus fuerzas, de donde no las tenia incluso, de regresar en el tiempo al pasado y reencontrarse de nuevo con su esposa, para que en su imaginaria fotografía del pasado difuso, ese momento, ese preciso instante, se repitiera en bucle, una y otra vez, y una y otra vez, presenciando su vida, solo con ella, en ese único lugar, yendo por la vida solos como una sola carne, hasta degradarse y que esa única carne que parecía mas viva y madurada que nunca, y que le importaba un comino envejecer, volverían a disfrutar del buen asado, de mucha calidad y finura, para reencontrarse otra vez y así hasta el infinito.




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