El Tigre y el Dragón

Capitulo 17. Más Fuerte que Dios

Rurouni Kenshin

El Tigre y El Dragón

Wingzemon X

Capitulo 17
Más Fuerte que Dios

Nagasaki, Japón
01 de Agosto de 1864 (Año 1 de la Era Genji)

Lo habían hecho pasar a una habitación ubicada al fondo de la casa, y desde la cual no se percibía ni un sonido del exterior, como si la casa estuviera totalmente vacía, o a la mitad de la nada; pero no era ninguno de los dos casos. Pudo percibir en cuanto lo dejaron pasar a al menos veinte guarias armados en los patios y azoteas, y todos con los que llegó a cruzarse lo miraban con desconfianza. La casa tampoco estaba a la mitad de la nada, sino que se trataba de una elegante y amplia mansión, construida en el corazón mismo de la ciudad de Nagasaki. Parecía seguro afirmar que de hecho era la propia habitación la que había sido construida con esa acústica especial, para que no se escuchara nada de afuera hacia adentro... Ni de adentro hacia afuera.

Luego de guiarlo hasta ese lugar, lo dejaron aguardando totalmente solo por casi una hora, o eso le pareció a él. La puerta se abrió un par de veces, y en ambas su cuerpo se sobresaltó asustado, más que nada como síntoma de los propios nervios que empezaba a experimentar. La primera vez fue un hombre alto, de hombros anchos, con dos espadas en su costado. Abrió la puerta, entró, lo miró fijamente con severidad, y luego cerró la puerta, parándose delante de ella con los brazos cruzados; no pronunció palabra alguna. De seguro lo habían enviado para vigilarlo. La segunda vez fue una mujer, posiblemente de las que trabajaban en la casa, que llevaba consigo una pequeña mesa para comida, con un plato de pescado y arroz, y una botella de sake. Tampoco dijo nada, sólo caminó hacia el centro de la habitación y colocó la mesa frente al él, pero a un par de metros de distancia, por lo que era obvio que el plato no era suyo.

"Sí que saben cómo hacer que alguien se sienta bienvenido", pensó con algo de molestia que procuró no exteriorizar.

Luego de eso ya no tuvo que esperar mucho más, pues unos minutos después las puertas se abrieron, y del otro lado surgió justamente la persona que esperaba.

- Disculpe la demora. – Se disculpó, de una forma no del todo sincera, el dueño de la casa al ingresar al cuarto, seguido de otros dos hombres armados que se unieron a aquel que ya había entrado antes.

Su anfitrión era un hombre de estatura baja, robusto, de rostro redondo y nariz ancha. Tenía la parte superior de su cabeza totalmente rapada, y cabello canoso y desalineado a los lados. Portaba dos espadas en su cinturón, mismas que se retiró para colocarlas en el suelo, y poder sentarse frente a su comida. Dos de sus hombres se pararon a cada lado de él, como guardias de un importante tesoro.

- Un gusto conocerlo al fin, señor Shiraishi. – Comentó con tranquilidad el hombre robusto, mientras tomaba la botella de sake y se servía un poco en su copa. – Me llamó Itou Kasai, representante de los intereses del Shogun Tokugawa Yoshinobu, en el sur. Entiendo que quería hablar conmigo...

En ese momento el hombre robusto desvió su mirada hacia su "invitado", un hombre de mediana edad, cabello castaño claro, largo y sujeto con una cola hacia atrás. El hombre estaba sentado en el suelo frente a él, con sus manos sobre sus rodillas, su rostro serio, y pequeñas gotas de sudor sobre su frente, que no parecían ser causada por el calor de la noche.

- Parece nervioso, Shiraishi-san. ¿No quiere un poco de sake?

- No, gracias.

El hombre presentado como Kasai, se encogió de hombros, y entonces tomó su copa, dando un pequeño sorbo de ésta. Con su otra mano, extendió un abanico de madera, y empezó a darse un poco de aire con movimientos lentos.

- Bueno, vayamos al grano entonces. Me dijeron que tiene información muy importante que me puede interesar. Como entenderá soy un hombre muy ocupado. No sé si esté enterado, pero estamos a un paso de caer en un segundo Sengoku, en el mejor de los casos, o en el peor a convertirnos en una maldita colonia americana, inglesa, holandesa o quién sabe qué. Y me interesa cualquier cosa que pueda evitar cualquiera de las dos cosas. ¿Tiene algo así para mí, Shiraishi-san?

- Yo... - Abrió su boca, pero vaciló en hablar. Se volteó ansioso hacia otro lado. – Esto es realmente difícil para mí, Kasai-sama...

- Se lo haré más fácil entonces. Se trata del grupo de Cristianos Radicales en Shimabara, ¿o no?

Shiraishi alzó su mirada sorprendido al escuchar tales palabras, y Kasai sonrió satisfecho por esta reacción. Tomó sus palillos, y con ellos corto un pedazo del pescado que le habían servido, y lo llevó hasta su boca.




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