Ruiseñor.
Hace mucho tiempo en mis tardes de melancolía leí una vez la pequeña historia de un ruiseñor, aquél de hermoso canto que hacía un encanto los prados de un viejo pueblo.
Aquella vieja historia solo queda en mi memoria, pero su gran moraleja revive en mi corazón.
Entregar tu corazón como sacrificio para encantar a tu amada y esta lo rechacé cruelmente y a ti sin importar ese pequeño sacrificio del ruiseñor... Dejas que sea en vano.
Eso paso con el ruiseñor, están parecido a mí... Ambas las mas genuinas obra del cielo entregamos todo por amor, todo para que el conquisté otro corazón que no es el mío.
Yo era el ruiseñor, mi corazón la rosa y tu el joven enamorado que se llevó mi corazón como regalo.
Pobre ruiseñor, pobre mí...
Por entregar el corazón.
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