Nala jamás ha sido una mujer débil, nunca se lo ha permitido. Ella es una guerrera desde que tiene uso de razón, siempre preparada para pararle los pies a cualquier criatura que se sienta con el derecho de imponerse sobre otros.
Sobre los más débiles.
Sobre los más vulnerables.
Es por eso que aceptó el cargo de líder, porque un líder de la orden de sangre vela por los humanos y las criaturas que tienen deseos de vivir en paz. A Nala no le importa la idea de condenarse en el infierno, porque su presencia allí significará que otros también serán condenados. Su razonamiento es sencillo: si tiene que quemarse entre demonios, se asegurará de llevarse con ella a tantos como pueda.
Quiere sentirse segura de eso, pero a veces no es tan sencillo. En ocasiones, recurre a King para encontrar el camino a través de sus trémulos pensamientos.
—¿Crees que hago mal las cosas?
Es muy probable que King jamás le conteste. Pero ahí está, arrodillada junto a él, viéndolo fijamente con la esperanza de que decida sorprenderla abriendo los ojos.
—¿Qué tengo que hacer para que me enseñes esos preciosos ojos otra vez?
—Si lo besas dulcemente tal vez despierte —opinó Lisa.
Ella ha intentado romper su hechizo durante semanas. Aún sigue cruzando los dedos para que alguno de sus intentos funcione con efecto retardado.
—Lo que hice esta vez tampoco funcionó.
—Ni siquiera un parpadeo. —Nala suspira—. No puedo creerlo.
—La que no lo puede creer soy yo. —Lisa resopla fastidiada—. Lo único que me falta es bailar desnuda en la nieve con una serpiente de cascabel en la mano.
—¿Para qué es la serpiente?
—Para llamar a los espíritus.
—Payasa…
Aunque la llame de esa manera, Lisa no se siente muy animada.
—Oye, líder… —Duda antes de preguntar—. ¿Cuándo pasó esto? ¿Por qué entró en coma?
—Creo que lo hizo para protegerme.
—¿De qué?
—Es solo una hipótesis. —Nala se ríe sin ganas—. Esa noche, el titán salió de su celda y el desastre vino a nosotros. Había rebeldes por todos lados. King se fue con Celeste para brindarle apoyo contra el titán y no me dejó acompañarlo.
—Era el primer cazador de Celeste, ¿por qué piensas que se sacrificó por ti? Esa era su responsabilidad.
—King odiaba a Celeste.
Eso sí es una revelación. Lisa agranda los ojos, y antes de que ella pueda hacer su pregunta, Nala se adelanta.
—A King jamás le interesó el puesto de primer cazador, pero destacó en el torneo. Demostró ser el más capaz y siempre tuvo mucho carácter. Celeste necesitaba a alguien fuerte… Y yo también.
—Acabo de entender una cosa…
Lisa recuerda cómo fue el nombramiento de King como primer cazador. El hombre se paró delante de todos para dar un sorprendente discurso.
—Dijo que no era nuestra mamita, y que no iba a tolerar lloriqueos de ningún tipo. ¡Lo dijo ahí! ¡Delante de todos! Se notaba a leguas que no estaba feliz con su nombramiento. Y cada vez que Celeste le ordenaba algo, él hacía una mueca. Era arisco con todos, pero siempre se relajaba cuando estaba cerca de ti. ¿Cómo no me di cuenta de que se traían algo? —Lisa mueve las cejas de forma sugerente.
—No te sientas mal, yo tampoco me di cuenta. —Nala vuelve a suspirar—. Era muy reservado… No supe lo que pasaba por su cabeza hasta que me lo dijo en voz alta. La noche en la que Celeste murió, King se despidió de mí diciendo: «Mientras estemos cerca uno del otro, podremos respirar en paz. Yo vivo por ti».
Cuando Lisa escuchó esas palabras, el mundo entero cobró sentido.
¿Quién lo diría?... Allí estaba el problema.
—¿Por qué quieres que traiga a Kai?
—Porque algo malo pasará muy pronto, Valtho.
La líder del norte habla con su segundo cazador en la entrada de sus instalaciones. El lugar donde los cazadores impiden o conceden el paso. Valtho es el hombre que ha vigilado la puerta del laberinto durante el cautiverio de Andrzej, y aunque agradecería unas vacaciones lejos del titán, no le agrada la idea de que Nala lo envíe a la facción americana.
—Me necesitarás aquí —asegura Valtho.
—Lo que necesito es que traigas a Kai.
—Líder…
—¿Ya sabes que está pasando con esos puntos de magia?
—Pensábamos que era por el titán. ¿No es por eso que estamos alertas?
—Sí, hombre, pero si Andrzej está aquí, ¿quién está ocasionando todo el problema allá afuera?
—Él tenía aliados.
—¿Quiénes? ¿Para qué? —Nala alza la voz—. Sabemos que estallará una guerra, pero no sabemos la razón ni contra quién pelearemos. Brujos y alquimistas están colaborando y ni siquiera sabemos por qué.
—¿Y crees que Kai lo sabrá? Es un ignorante —Valtho rueda los ojos fastidiado.
Editado: 27.11.2023