Desde temprano, Radimir se levantó, preparó el desayuno y envió un mensaje mágico con una alarma para despertar a su aprendiz. Dolores escuchó el ruido producido por la magia del hombre y se sentó ahí, en su cama, lo que provocó al libro de criaturas resbalar de su regazo y caer al suelo, abierto en una página diferente a la que estaba.
La chica se talló los ojos, bostezó y recogió el texto, yendo hasta el final para leer sobre los dragones y las bestias sagradas, mas no encontró a las últimas. Confundida, continuó su búsqueda por dichas criaturas, regresadas las páginas al índice, donde leyó una por una las secciones numeradas, a la par que iba al comedor, sin tener éxito en hallar lo que deseaba.
— ¡Buenos días, Doly! ¿Dormiste bien? —Preguntó el mago al ver a su alumna con el libro en manos, la cual levantó la mirada y le sonrió a su maestro.
—Buenos días. Sí, supongo que descansé bien —respondió la muchacha para luego sentarse frente a la mesa y ver su delicioso desayuno, compuesto por fruta, hotcakes y un licuado de lo que parecían ser fresas.
— ¿Pasó algo? —La cuestión hizo suspirar a la adolescente, dada respuesta a la pregunta.
—Ayer no me dormí de inmediato. Quería leer sobre los dragones y tomé el libro de criaturas que nos trajimos. Cuando acabé de leer sobre los dragones, encontré una criatura más que no había visto jamás. Se llaman «bestias sagradas» —aquello hizo que el hombre dejara de comer, preocupado. Radimir bajó su tenedor con comida y miró serio a la chica.
—No puedes verlo de nuevo porque tu arcana no está activa. Anoche lo estaba porque usaste muchos hechizos. Ahora es diferente, supongo —aclaró el hombre, para luego el libro flotar y ser tomado por el mago, lo que hizo aparecer las páginas restantes del mismo—. «Las bestias sagradas. Entes cósmicos de proporciones galácticas capaces de forjar los elementos básicos del universo con su mera voluntad y pensamiento. Pilares de la realidad, la materia, el tiempo y el espacio. Artífices de lo conocido y que pronto se dará a conocer». De todas las cosas que puedes encontrar en el universo conocido, créeme, ellos son lo que menos te gustaría ver —comentó el hombre mostrando la sección que apareció a su alumna. Dicha contaba con un par de ilustraciones y muchos datos históricos.
— ¿Usted…?
— ¡Oh, no! ¡He tenido mucha suerte! —Tajó el mago al interrumpir la pregunta de Dolores—. Existen infinidad de historias, cuentos, leyendas y mitos sobre la familia D’Arc. Las bestias sagradas, hijos de Arctoicheio, al que tú has de llamar «El Creador», son bien conocidas por su mal temperamento y actitudes narcisistas engendradas por su autoproclamada superioridad. No niego que lo sean, pero suena bastante fastidioso y egocéntrico, cosas que trato de evitar de la gente—explicó Radimir a su aprendiz, quien continuaba algo confundida.
— ¡Wow! Suena muy diferente a los dragones.
—Efectivamente. Y es algo irónico. La familia Pridh es conocida por ser nobles y pacientes. Criaturas con un temple impresionante, y vienen del mismísimo heraldo del caos. Por otro lado, los D’Arc son criaturas temperamentales y ególatras, descendientes del ente más pacifico y humilde que existe en nuestro universo a como se le conoce. Supongo que tiene que ver con el… balance —esas últimas palabras fueron dichas con algo de miedo, para luego Dolores regresar su vista al libro.
—Entonces los D’A… ¡Cof, cof! Rc… —se detuvo la joven unos momentos antes de continuar—. Perdón, los D’Ar… ¡Cof, cof, cof! —La tos se volvió más fuerte, cosa que hizo a la joven tomarse un tiempo antes de seguir hablando.
— «Los Pridh y D’Arc». Dilo así sí no quieres morir —aseguró el hombre, cosa que extrañó a Dolores—. Querías decirlo al revés, ¿cierto? —Dolores asintió ante esto, lo que hizo suspirar a Radimir—. Es imposible. El gran amo Pridhreghdi maldijo a todo ser viviente más débil que él para que no pudieran pronunciar los nombres de las familias en dicho orden. Si lo intentas 7 veces seguidas, morirás. A la sexta te quedas en coma por siete días, creo que es innecesario explicar las demás, a menos que así lo quieras —la explicación del hombre hizo a la chica denegar con la cabeza, para luego tomar de su licuado y continuar.
— ¿Por qué?
—Supongo que no le gustaba que su familia fuera la segunda en mencionar. Suena lógico, ¿no? —El rostro de Dolores estaba en total confusión, para luego continuar la chica hablando.
—Entonces los Pridh y D’Arc son lo más cercano que existe a los dioses creadores del universo entero, ¿cierto?
—Así es. Son lo que se le puede llamar como «deidad».
—Si es eso así: ¿Dónde entra la diosa de fuego a la que usted sirve? —La pregunta dejó paralizado a Radimir, quien rio ante tal interrogante.
—Ya piensas pexactamente como un mago, Doly —Explicó el hombre, tomó un poco de vino de la copa que tenía frente a él y respondió—. No tengo la más mínima idea —explayó de manera honesta, lo que decepcionó a Dolores—, no obstante, ella usa el mismo circulo mágico que los Pridh. Su magia proviene del gran amo dragón —la información dejó estupefacta a Dolores, sin poder pronunciar una sola silaba—. Come, que tenemos mucho qué hacer hoy. Practicaremos hechizos de nivel 2 —aquello provocó que Radimir cerrara el libro de criaturas y continuaran con el desayuno.
Al terminar, el mago lavó los platos, tomó los pergaminos de los hechizos de nivel dos y se dirigió con Dolores al sitio en el que ambos practicaban los hechizos.
El nivel dos tiene una cantidad de conjuros enorme, por lo que todo el día Dolores estuvo lanzando conjuros hacia su maestro, quien se equipó con una armadura mágica más resistente y estuvo recibiendo cada embate con mínimas heridas resultantes, algo que no le agradaba tanto a Dolores, mas continuaba por órdenes del hombre.
El atardecer llegó y la chica estaba muy agotada, aunque aparentemente sólo faltaban dos pergaminos, cosa que el hombre le pidió no ejecutar aún. Eso extrañó a la chica, porque sabía perfectamente qué hechizos eran, no obstante, siguió las indicaciones del mago y fueron ambos a almorzar, cosa que no habían hecho aún.