––– ¡chicos! ––– les grite a las siluetas.
Ellas voltearon hacia mí.
––– ¿saben en dónde estoy?
Ellas negaron repetitivamente con su cabeza.
––– mmm... bien ¿saben cómo salir de aquí?
Igualmente negaron.
Fui a buscar respuestas de alguien que si hablara. Pero ninguna de estas siluetas lo
hacía. Nadie de aquí decía una palabra este lugar solo era una guardería sin sentido,
una estancia de la infancia, en donde puedo encontrar lo infantil de una persona. O era
lo que parecía, la infancia un momento único que jamás vuelve.
Una de las siluetas me llamo de repente con su mano, estaba en la caja de arena y me
dirigí hacía ella. Estaba haciendo un castillo de arena por lo que vi.
––– ¿qué quieres pequeño?
No era un simple castillo había muchos edificios de arena, con calles y eso, lo que él
quería era que colocara una pequeña bandera en el castillo, como dándome la
oportunidad de hacerlo.
––– está bien, lo hare.
La silueta se apartó de la caja de arena y yo coloque lentamente la banderita. Luego
ella me extendió la mano y nos dimos un apretón de manos, amistoso.
––– ¡...!