Caí lentamente mientras se desprendía mi cuerpo de la telaraña. Y quede tirado en el
suelo, sutilmente por el pegajoso material de la telaraña.
Me levante y me fui quitando poco a poco las resinas que quedaron pegadas en
algunas partes de mi cuerpo. Cuando termine, fui recorrer el lugar con cuidado.
Todo estaba lleno de telarañas gigantescas, y otras pequeñas.
Examinando el lugar me encontré con unos sospechosos capullos de telaraña, de varios
tamaños muy envueltos. Intente ver en uno de ellos pero lo pegajoso de ella no me
dejaba mover ni un centímetro. Pero antes de lo previsto cada uno de ellos se fue
abriendo como si desojara maíz.
Se empezó a ver claramente la cara de una persona pintada de blanco con otros colores
como rojo y azul, pero después me di cuenta cuando me acerque para verlo mejor que
era la cara de un payaso, mi impresión fue tanta que del susto retrocedí y caí en el
suelo.
––– ¿un payaso...? ¿Porque? Y ni siquiera es de los alegres. ––– en ese momento me
refería que el maquillaje del payaso era macabro.
En los otros capullos había, un papel que tenía escrito soledad, estaba Anabel la
muñeca diabólica, muñecas de trapo, un hombre literalmente negro, un nido de
cucarachas, serpientes y muchas cosas que me daban miedo. Todo estaba entrelazado
pero lo único que no habían eran arañas y eso me daba muy mala espina.
Ya no me quería acercar a ninguno de los capullos, ya que sabía que salían cosas
desagradables para mí. Más bien cosas que me daban un tremendo miedo.
––– ¿que es todo esto? parece... una telaraña de miedos. ––– eso pensé y confirme.
Sentí una mirada pesada, desde lo lejos desde donde estaba, y observe mi alrededor,
pero no vi nada, hasta que sentí una ráfaga de aire que paso por al lado de mi cabeza, y
no era un simple ráfaga, sino que era un cordón de telaraña recién escupido, y como
digo recién escupido de la boca de la araña, que vi en cuanto voltee con pavor.
––– ah-h-h-h-h-h-h-h-h-h-h-h. ––– grite despavorido de la araña, y me puse a correr en
dirección contraria.
Era una gran araña peluda, de cuatro ojos y ocho paras puntiagudas. Cada paso de esta
resonaba contra en suelo. ––– ¡pum, pon pum pon! ––– en una oportunidad, abrió la
boca y de ella salieron arañas pequeñas, que llegaron al piso y me estuvieron
persiguiendo. Y con un escupitajo la araña, me envolvió la pierna y me estaba jalando,
yo intente resistirme pero era muy fuerte, quede guindando de la pierna, por unos
instantes hasta que la araña empezó a recoger la telaraña y me puso enfrente de ella.
Atemorizado me quede inmóvil y ella me cubrió del cuello hasta abajo, abrió sus
fauces y me trago completamente.
––– ¡...!
La telaraña que me tenía sujeto se deshizo en los jugos gástricos de la araña, me
encontré en un lugar oscuro y apretado, con líquidos que me llagaban hasta la cintura.
Estaba caliente esta resina.
––– coño, coño, coño que hago en este lugar. ––– dije entre mí. ––– ¡ayuda! ¡Que
alguien me ayude! ¡ALGUIEN...!
Pero en estas entrañas quien me iba a encontrar, no creo que alguien, si acaso el
payaso, pero no tenía mucho afán de que mi héroe fuera un payaso maquiavélico. Me
quede quieto en ese lugar y el cálido líquido que me cubría hasta la cintura se fue
enfriando poco a poco, hasta que sentí un movimiento brusco dentro del estómago,
como si hubiese chocado.
––– te moriste, maldita araña. ––– dije, golpeando las paredes estomacales.
Todo me cayó encima y me cubrió, pero en vez de ser unos asquerosos y babosos
pedazos de carne, era una suave y fría. Nieve, no sé ni que pasó pero estaba cubierto de
nieve.