-¿Rio? –Pregunto perpleja- Creo que te equivocas.
-Bueno, a ti te dijimos que me llamaba Rio, pero supongo que luego comprendiste que en realidad era Sakura, la prometida de Takeshi…
¿¿Cómo?? Grita mi voz interior.
-Lo siento, no me suenan esos nombres. Si me disculpas… –digo con la intención de alejarme y darme un golpe interno en la frente, por no haber llegado a esa conclusión hace un año.
-¡Sé que eres tú! –Me grita- ¡Y entiendo que nos odies!
Yo sigo caminando para salir del baño y quitármela de enfrente, porque no sé cuánto tiempo pueda calmarme. Su sola presencia me pone enferma.
-¡Lo que hicimos fue horrible! ¡Lo sé! Te mandamos a la muerte… ¡Pero mírate ahora! Eres la novia de Aiko Shinoda, el jefe del clan más fuerte del momento.
-¿Qué es exactamente lo que quieres Sakura? –le dice una voz profunda que sale de mi interior.
-Me gustaría que nos perdonaras e interfirieras a nuestro favor con Shinoda…
-¿Qué?
-El clan sumiyoshi-kai está pasando un mal momento desde la muerte de Fudo.
-¿Ha muerto Fudo?
-Sí, pero Takeshi no está en condiciones de hacerse cargo del clan Tigre, y es Daiki quien lo hace por él hasta su regreso.
-¿Así que los Miramoto son los jefes del clan Sumiyoshi? –Digo como si conociera los nombres de toda la vida- Vaya, que sorpresa… ¿Y de dónde tiene que regresar tu querido maridito? ¿O aún sois prometidos?
-Yo… me casé con Daiki.
-Anda mira… ¿Cambiaste al hermano mayor por el pequeño? ¿Todavía tenías miedo que vinieran a por ti?
-Quiero que me entiendas… Ahora que estás dentro de la mafia sabrás que se hace cualquier cosa por sobrevivir… y eso hice yo.
-Desde luego. ¿Y lo de cambiar de pareja también es hacer cualquier cosa?
-Takeshi ya no me quiere a su lado… En realidad ya no quiere a nadie a su lado, ni siquiera se soporta a sí mismo. Yo iba a ser la mujer del jefe del clan, así que cuando Daiki tomó posesión nuestras familias lo arreglaron.
-¡Qué romántico chica! Me vas a hacer llorar…
-¡Daiki necesita que le ayudemos! Él no fue preparado para liderar todo el grupo y… se está desmembrando. Los tigres le abandonan y se unen a los dragones… Si tú hablas con Aiko y le pides que no acepte a más tigres… Seguro que te escuchará.
Necesito tomar algo de aire fresco antes de contestar a esta mujer, que realmente no conozco. Únicamente la vi una vez en toda mi vida y quedó claro que no nos gustábamos. ¿Por qué iba a cambiar eso ahora?
-Por favor… Sólo piénsatelo –continúa- Y si finalmente lo haces, no le digas nada a Daiki. Se enfadaría mucho conmigo. Esto sólo es cosa de mujeres.
Me retiro sin mirarla. ¿Acabo de entrar en el mundo de la mafia? ¿Las mujeres también hacen pactos? ¿Por qué me tengo que ver yo en esto? No sé si el cariño de Haru va a compensarme…
Vuelvo a la fiesta. Mi mente gira como una centrifugadora en este momento. ¿Cómo ha podido pedirme ayuda? Debe estar muy desesperada para suplicar a alguien a quien aborrecía, y mandó prácticamente a una muerte segura. ¿Y cómo sabe que estoy viva? ¿Cómo me ha reconocido? A penas lo he hecho yo con ella… La verdad es que ha cambiado bastante; todos hemos cambiado… Alcanzo mi mesa y noto que Aiko aún no ha regresado a ella, y que sigue discutiendo con aquel hombre. Me quedo mirándoles. Ahora que me fijo… no es tan mayor como en un principio me había parecido. Supongo que su traje me confundió, pero por su rostro… advierto que es joven, muy joven, y que sigue recordándome a alguien… ¡Es Daiki! Tras unos instantes más, mientras me dedico a mirar el transformado rostro de Daiki, pero sin que se note, regresa Aiko.
-Perdona querida… No volveré a dejarte sola. Tenía un tema desagradable que hablar y no quería estropearte el postre. ¿Qué has pedido?
-Pues una pequeña muestra de “Ichigo”; “Mont Blanc”; “Manju”; “Castella”; “Daifuku” y tostadas de miel. Así no hay posibilidad de error.
-Perfecto.
-¿Sumire? –Pregunta Daiki totalmente desconcertado y próximo a nuestra mesa, mientras me observa como si hubiese visto a un fantasma- ¿Eres tú?
-No, lo siento, mi nombre es Violeta.
-Vuelve con tu esposa Daiki –le dice Aiko- y déjanos disfrutar de esta hermosa velada.
Veo como el pequeño hermano del que fue un día mi tutor de japonés, desaparece de nuestra mesa totalmente trastornado y confundido. La verdad es que me pesa el haberle mentido, pero aún no he decidido si voy a ayudarlo o no, y he preferido seguir en el anonimato. De otra forma hubiese comenzado una difícil conversación que no estoy dispuesta a mantener en este momento.
-¿Estás bien? –me pregunta Aiko mientras posa su mano sobre la mía.
-Sí… -digo, a sabiendas que ha comprobado cómo Daiki me ha reconocido.
-En cuanto desees podemos volver a casa.
-Puedo quedarme un ratito más –intento convencerme como niña pequeña.
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Editado: 31.05.2022