Leonel fue arrastrado a través del portal hacia una dimensión de sombras vivientes y ecos de desesperación. El nuevo lugar donde había sido enviado era un paisaje de pesadilla, un reino de demonios y caos.
La tierra bajo sus pies era como una alfombra de cenizas, y el cielo era una cúpula de sangre y fuego, donde las estrellas eran ojos vigilantes y maliciosos. Las montañas se alzaban como dientes oscuros, y los ríos de lava corrían como venas ardientes en la piel del infierno.
Leonel (pensando): Este lugar... es como una pesadilla viva.
Dentro de la esfera oscura, Leonel y Luzbel compartían un vínculo cada vez más profundo. El dolor que sentían los unía, cada latido de sufrimiento era un puente hacia la comprensión mutua. Las palabras no eran necesarias, sus pensamientos se entrelazaban en una danza de empatía y fortaleza.
Leonel, debemos resistir juntos. El dolor es una prisión, pero nuestra voluntad es la llave para escapar.
Leonel, aprendiendo de Luzbel, empezó a manejar el dolor físico con mayor facilidad. Cada punzada de tortura era un recordatorio de su objetivo, un desafío que debía superar. La guía de Luzbel era como una brisa fresca en el desierto ardiente de su sufrimiento, un faro de esperanza en la oscuridad.
Puedo soportarlo, Luzbel. Pensando en Adriel, en nuestro reencuentro... eso me da fuerza.
La esencia de Luzbel era una luz oculta, un destello celestial que atraía a los demonios como polillas al fuego. Las criaturas infernales sentían su presencia, ansiosas por saborear la agonía de su prisionero.
Los demonios eran entidades de pura maldad, sus formas eran sombras retorcidas y grotescas. Sus ojos brillaban con un fuego insaciable, y sus risas eran cuchillos de sonido que desgarraban el aire. Alrededor de la esfera oscura, los demonios comenzaron a reunirse, sus manos negras y garras afiladas listas para infligir más sufrimiento.
Demonio 1: Ah, el gemido de un ángel caído... nada es más dulce.
Demonio 2: Sufre, Luzbel. Sufre para nuestra diversión.
Los demonios comenzaron a torturar a Leonel y Luzbel con una crueldad refinada, cada golpe y cada garra era un nuevo infierno de dolor. Leonel, sintiendo el peso de su sufrimiento, gemía en agonía, pero mantenía su mente enfocada en su gemelo, en la luz de esperanza que Adriel representaba.
Leonel (pensando): Adriel, por ti, aguantaré esto.
Luzbel, en un acto de desafío y protección, comenzó a anular las torturas con su poder. Aunque débil, su esencia celestial era un escudo contra la oscuridad. Cada vez que un demonio intentaba infligir dolor, Luzbel canalizaba su energía para amortiguar el impacto, protegiendo a Leonel y a sí mismo.
Luzbel: No dejaremos que nos rompan. Nuestra fuerza es nuestra unidad.
La fortaleza mental y emocional de Leonel se combinaba con el poder celestial de Luzbel. Juntos, comenzaron a expulsar su energía celestial hacia la oscura esfera. La luz pura de su unión brillaba en el interior de la esfera, creando grietas en la prisión de sombras.
¡Luzbel, lo estamos logrando!
Las grietas se expandían, la luz celestial forzaba a la oscuridad a retroceder. Los demonios, sintiendo la fuerza de su prisionero, aumentaban sus esfuerzos, pero el poder combinado de Leonel y Luzbel era una fuerza imparable.
En ese momento, un destello de luz dorada iluminó el oscuro horizonte. Adriel, guiado por su amor fraternal y la determinación inquebrantable, llegó a la dimensión infernal. Su luz era un faro en la oscuridad, una promesa de rescate.
¡Leonel, aguanta! ¡Estoy aquí!
Adriel se lanzó hacia la esfera oscura, sus alas doradas brillando con una intensidad cegadora. Con un grito de poder, canalizó la energía de Miguel, creando una explosión de luz que resonó en toda la caverna infernal.
¡Leonel, juntos romperemos esta prisión!
Leonel y Luzbel, sintiendo la presencia de Adriel y Miguel, redoblaron sus esfuerzos. La luz celestial se intensificó, las grietas en la esfera se expandieron hasta que, con un estruendo ensordecedor, la prisión de sombras se rompió en mil pedazos.
Leonel cayó al suelo, exhausto pero libre. Adriel corrió hacia él, abrazando a su hermano con una fuerza que trascendía las palabras.
— ¡Lo logramos, Leonel! ¡Estás a salvo hermano!
Miguel, sintiendo la necesidad de descansar, regresó al interior de Adriel, dejando al gemelo con el control de su cuerpo. Adriel, ahora de nuevo en control, miró a su hermano con determinación.
—No dejaremos que esta oscuridad nos detenga. Juntos, venceremos cualquier obstáculo — dijo Adriel a su gemelo.
Con la ayuda de Miguel Adriel abrió un portal de luz, dispuesto a llevarse a Leonel a cualquier dimensión necesaria para asegurarse de que estuvieran a salvo. Los gemelos, unidos por la luz y la sombra, avanzaron hacia el portal, desapareciendo del sitio infernal, listos para enfrentar cualquier nuevo desafío que el destino les deparara.
Los gemelos salieron de esa dimensión para regresar a su mundo, donde retomarían el viaje al sitio donde se encontraba El Corazón De La Luz.
Pero está aventura había unido a Leonel y Luzbel entendiendose mutuamente, además de haber despertado en Luzbel uno de sus poderes celestiales, que tras su caída fue anulado.