El Último DÍa De La Tierra

011

Leo y yo no habíamos hablado después de eso, él simplemente había optado por alejarse de nosotras y encerrarse en si mismo. Habíamos oído por la radio sobre un pequeño refugio de sobrevivientes así que ahora nos dirigiamos hasta allí. Lía dormía sobre el regazo de Emma en el asiento trasero mientras yo veía por la ventana ignorando a Leo quién conducía ajeno a nosotras.


 

—¿Crees que entre los sobrevivientes haya un obstetra?—Preguntó Emma, me incline para verla y le sonreí—


 

—Podría ser. ¿Tienes idea de cuánto tiempo tienes?—Pregunté entusiasmada, ella sonrió mirándome con un brillo en los ojos. Al igual que a mi le emocionaba el hecho de que hubiese un bebé-aunque no fuesen las mejores condiciones-además ese bebé era un pequeño pedazo de esperanza para el mundo, era un pedazo de realidad y un estamos jodido pero aún podemos luchar.


 

—No estoy muy segura—Hizo una mueca mientras se encogía de hombros—Quizás unas dieciocho semanas


 

Lía se removió en el regazo de Emma y siguió durmiendo, el bosque tenía un aspecto un poco tétrico con: Árboles altos y delgados posicionados uno al lado del otro, la hierba había crecido tanto que probablemente podrías perderte en ella, habían troncos cortados y secos que le daban un aura muerto que te hacía sentir escalofríos.


 

Cerca del final de la carretera habían carros puestos cómo una barricada así que pensé que probablemente quiénes habían puesto aquello era supervivientes que querían mantener a los muertos lejos, Leo cuándo estuvo lo suficientemente cerca giró el volante para rodear los carros pero una horda apareció rodeando el carro. Golpeaban las ventanas en un intento de romperlas, sacudian el auto y Leo intentaba alejarnos de la horda pero eran demasiados para retroceder. Comenzaban a llegar más del bosque y la desesperación envolvía el ambiente, me estaba asfixiando por la presión de estar atrapada. Pude ver a Leo por el rabillo del ojo apretar tan fuerte el volante que sus nudillos se volvieron blancos.


 

—¿Está todo bien, Leo?—Sone preocupada y si, puede que estuviese molesta con él pero parecía cómo si estuviese a punto de romper el volante por la fuerza que ejercía en él, no sabía si era que estaba ideando un plan o estuviese por tener un ataque de pánico. Yo comenzaba a tener dificultad para respirar y sentía que me ahogaba, tendría un ataque de pánico si no me calmaba, Emma atrás intentaba mantener la calma mientras arrullaba a Lía para que no se despertará.


 

—Tenemos que movernos—Aviso Emma con la voz cargada de preocupación, Leo parecía ajeno a nosotras o a los muertos rodeándonos afuera—¡Leo tenemos que movernos!


 

Él sólo se mantenía presionando con demasiada fuerza el volante hasta que comenzó a hiperventilarse, me giré a él para verlo respirar con dificultad mientras parecía palidecer con los segundos. Asustada tomé su brazo y estaba demasiafo frío, no sabía que pasaba y no sabía que hacer para calmarlo.


 

—¿Leo, que sucede? ¿Que hago para hacerte sentir mejor?—Mi voz sonó suplicante, él no respondió simplemente se quedó viendo hacía la nada-perdido en sus pensamientos probablemente-presionando el volante, podía ver cómo peleaba por llevar aire a sus pulmones pero esto no parecía funcionar.—


 

—Está teniendo un ataque de pánico. Intenta distraer su mente—Informó con la voz cargada de miedo, trague saliva antes de ponerme sobre el regazo de Leo y tomar sus mejillas para obligarlo a verme a los ojos. Él aún parecía ido, en su propio mundo. Suspire pensando en que podía decirle para distraerlo pero no sabía nada de él o de su familia, no lo conocía.—


 

—Eras militar ¿Verdad?—No hubo respuesta, continúe—Por la manera en que disparas y lo ejercitado que estás puedo intuir que lo eras. Apuesto que eras todo un rompe corazones antes de que todo esto pasará—Los muertos continuaban moviendo el carro, intentando romper las ventanas. Mi ansiedad comenzaba a hacer aparición instalándose en mi pecho aquella sensación de preocupación y las náuseas se acentaban en mi estómago.—Apuesto que había una chica linda de la que estabas enamorado y...—Comenzó a asfixiarse, proclamando aire para sus pulmones. Entre en pánico sin saber que hacer, no supe que me llevó a hacerlo pero con la mente en blanco sin alguna solución lo besé, presione mis labios contra los suyos, sólo los presione. Sus manos se alejaron del volante y tomaron mi cintura presionándola contra su regazo-sin algún tipo de morbo-rodee su cuello con mis manos y me presione contra su pecho, pude sentir cómo poco a poco sus músculos se relajaban y cómo su pecho subía y baja de forma lenta. Mi corazón estaba tan acelerado que creía que él podía escucharlo, sentía las mejillas calientes y cuándo me separé de él que nuestros ojos se encontraron pude ver un leve sonrojo en sus mejillas.


 

No supe que decir sólo me quede embelecida viéndolo a los ojos, él carraspeo incómodo trayendome a la realidad. Debía moverme pero era incapaz de hacerlo, tenía demasiada vergüenza—¿Que estás haciendo encima de mi?—Su voz ronca parecía confundida llenándome de más vergüenza—¿Podrías quitarte?


 

Con la cara roja me hice a un lado, él giró el volante arrollando a varios muertos y pasando de largo la barricada. Me mantuve viendo por la ventana, incapaz de si quiera mirar de reojo a Leo.


 

—Ellos vienen tras nosotros. Deberíamos asesinarlos—Emma sonaba preocupada—Podrían llegar hasta el refugio. No necesitamos eso ¿O si?


 

Leo estacionó el carro y tomando su escopeta del compartimento al lado de la palanca bajó y comenzó a disparar, mordí mi labio pensando en ir o no a acompañarlo.


 

—Voy a dejar a Lía aquí e iré a ayudar a Leo—Tomó la 9mm que tenía al lado derecho y con cuidado dejó a Lía recostada en el asiento y bajo—¿No vienes?




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