—Es hora de irnos, preciosa—Asentí con mi vista fija en la Jeep de Cage, el semblante de Leo se frunció y se acercó para rodearme con sus brazos. No quería dejar la casa por que en mí aún albergaba una esperanza de encontrar a Cage con vida, sentía que si nos íbamos entonces él no sabría cómo encontrarnos y se quedaría solo y yo no quería que estuviera solo.
—No quiero irme, no cuándo Cage no...—Él comenzó a negar con la cabeza mientras la irritación se apoderaba de sus adorables facciones, sé que él no quería ser duro conmigo, sé que trataba de entenderme pero yo era optimista, quizás demasiado.
—Cage está muerto, no va a volver. Y es hora de que lo entiendas—Dictaminó con dureza, su semblante se suavizo al escuchar sus palabras e intentó acercarse pero me aleje. Boqueo para decir algo, quizás para disculparse pero hice un ademán para que guardara silencio.
—Iré a tomar aire, el ambiente no me hace bien—Le avise, sus pequeños ojos azules me veían preocupados. Trague el nudo en mí garganta y me giré para dirigirme al bosque, necesitaba estar sola.
—Voy contigo...—Negué aún sin girarme, lo oí suspirar. Sé que mi comportamiento no estaba siendo el mejor pero la culpa era algo que no soportaba y aferrarme a la idea de que Cage siguiera con vida era lo único que aliviaba mi conciencia, creer que él estaba vivo era mi redención.
—Quiero estar sola, en estos momentos ni siquiera tú compañía me haría bien—Fui dura, quizás más de lo que debía pero necesitaba culpar a alguien y Leo era quién estaba cerca. Me adentre al bosque muerto que nos rodeaba, cerca de un pequeño riachuelo me permití llorar.
No podía permitirme ser débil, no cuándo la debilidad implicaba perder la vida; no podía perder a nadie más, no podía ser débil. En un mundo dónde todo se había apagado, dónde no quedaba nada de vida, un mundo muerto sólo podías sobrevivir sí eras fuerte, inquebrantable, si tú mano era incapaz de temblar apuntando un arma a la cabeza de alguien, entonces sobrevivías; si eras débil, si en ti aún había empatía, entonces morías.
No quería un mundo basado en matar para sobrevivir, ¿Que iba a darle a mí hija? ¿En que clase de mundo viviría? ¿Cuál iba a ser su esperanza? ¿El sobrevivir la noche? ¿Ella tendría que aprender a disparar un arma en caso de que tuviera que defenderse? No quería arrancarle la infancia a una niña de cinco años que no tenía la culpa de que nosotros, el gobierno o quién demonios haya creado esto, mandarán todo al demonio.
Mi hija necesitaba un mundo cómo el que yo tuve, cómo el que tuvimos todos. Un mundo sano, dónde los niños jugaban e iban al parque sin temor de ser devorados; un mundo dónde podías ir por la calle sin ser amenazado, un mundo lleno de alegría; un mundo dónde ella pudiera visitar a sus abuelos, ir con sus amiguitos, vivir sin temer morir mañana; un mundo lleno de vida; un mundo con gente viva, un planeta tierra vivo.
Y todo eso se lo habíamos arrebatado, habíamos decidido que éramos dueños de un lugar al que no pertenecíamos, nos hicimos dueños de un planeta para desbastarlo y entonces, luego de matarlo todo, preguntarnos: ¿Que hicimos mal?
¿En serio me estás diciendo: que hicimos mal? ¡Por un demonio! ¡Jodiste todo! Creímos que nacer en un planeta nos daba el derecho de matarlo, creímos que obviar las alarmas no era la gran cosa, creímos que la contaminación sólo eran mitos, creímos que nadie iba a condenarnos, sólo creímos y ya.
—¡¿Porqué tenemos que joderlo todo?! ¡¿Que se supone que le de a mi hija?! ¡¿Un planeta muerto dónde sólo hay muerte!? ¡¿Que clase de madre soy si le enseño a mi hija de cinco años a defenderse cuándo en su lugar debería estar siendo una niña?!—Me deje caer de rodillas mientras sollozaba, había tenido mi punto de quiebre, no podía soportarlo más. Sentía rabia e impotencia por que Lía no tenía la culpa de los errores que habíamos cometidos los adultos y sin embargo ella estaba pagando, mí hija de cinco años jamás tendría una vida normal, eso era injusto—Papá, todo sería más fácil si estuvieras aquí. No puedo...No sé cómo proteger a Lía, no pude proteger a Cage, no soy lo suficientemente fuerte. Sigo siendo débil, sigo...¡Odio éste lugar! ¡Odio lo que hicimos! ¡Odio...Los odio a todos! Si tan sólo...Si tan sólo hubiera la suficiente humanidad en nosotros para salvar a otros, para pensar en alguien más que nosotros mismos, el mundo sería muy diferente si el ser humano fuera movido por algo más que el poder y la codicia
Me rodee a mí misma mientras sollozaba y suplicaba clemencia, ya no había nada en que creer, la realidad fue un golpe fuerte a mí optimismo. La realidad se adhirió a mí cómo un pulpo y me sacudió diciendo: hey, hagas lo que hagas morirás. ¿Cuánto más debía pelear? ¿Quién más debía morir? ¿Leo? ¿Lía? ¿Nathan? ¿Algún día sería suficiente?
—Dra. Eva Rodríguez—La voz imponente de un hombre me hizo salir de mi trance, alce mí rostro para toparme con tres tipos vestidos con pantalones de camuflaje negros y un suéter negro. Me puse de pie en alerta, él castaño sonrió.
—¿Quién eres y cómo sabes mí nombre?—Brame con autoridad intentando ocultar el miedo creciente en mí pecho, el castaño sólo sonrió mientras cruzaba sus brazos. No tenía un buen presentimiento, algo iba mal.
—Conozco muchas cosas de ti, Eva—Su tono lleno de insinuación me erizo la piel, había algo oculto en ese tono de voz que no me convencía—Conozco cada cosa de ti, conozco a cada cabo suelto que ha escapado.
¿Cabo suelto?
—¿De que...?—Uno de los sujetos que lo acompañaban se acercó a mí y estiro una bara metálica que envió electricidad a mi cuerpo, chille del dolor mientras caía de rodillas. Era cómo una teaser pero más largo y doloroso.
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Editado: 21.06.2022