El último dragón dorado

Capítulo 4

Capítulo 4

Temeroso bajo de la rama, la bestia se encontraba acostada, ella huevo se encontraba entre una de sus patas delanteras y su hocico, podía escuchar su respiración y sentir el olor a azufre salir del hocico de esta, sabía muy bien que ese aroma lo seguiría hasta el fin de sus tiempos. Tomó con fuerza la espada, lograba ver el cuello del dragón, solo debía ir y hacer un corte cerca del esternón derecho pero su mano temblaba mucho impidiendo que pudiera coger correctamente la espada.

 

Solo unos más, era llegar y atravesar la dura piel en el punto adecuado.

 

Álex despertó cuando el sonido de alguien llamando a la puerta de su habitación lo hizo recordar que ya estaba en casa. Desperezándose miró hacia la puerta en la cual uno nuevos golpes lo hicieron recordar el porqué había despertado.

 

—Adelante —Indicó y en la puerta apareció la doncella de su hermana, Milena, quién traía consigo una bandeja con té y bocadillos— No tenías que hacerlo

 

—Otmara lo pidió, dijo que así se aseguraba que tuvieras más carne en los huesos —Comentó la chica sonriendo con gracia

 

—¿Donde esta ella? —Preguntó mientras se sentaba en la cama y recibía la bandeja de madera con su comida

 

—El Conde Saint ha pasado para hablar con ella un momento —Contestó la morena mientras jugaba con sus dedos de manera casi imperceptible— Si quiere le informo cuando se desocupe

 

—No hay problema, la veré más tarde —Con esta respuesta la chica hizo una reverencia antes de retirarse

 

Álex bebió el té y sintió una tranquilidad que no había sentido hacía años, por la luz, estaba claro que ya era tarde pero no había pasado más de medio día. Dejó sus cosas en el cajón al lado de su cama antes de levantarse y vestirse, se colocó los mismos pantalones que ocupaba en el entrenamiento y se puso una polera que le diera movilidad, se sentía hipócrita al ocupar su ropa de caballero y las ropas de galas no le gustaban.

 

Tomando un bocadillo se lo metió a la boca antes de coger la bandeja, salir de la habitación y dirigirse a la cocina donde se encontraban los sirvientes limpiando todo lo ocupado el día anterior y preparando las comida para ello presente día. Reconoció a Adalia, su cabello oscuro se había aclarado, muchas canas cubrían su cabeza y su rostro se encontraba lleno de arrugas, la mujer tan solo sonrío como la noche anterior; Morgana había crecido, su cabello rojo y amarrado mostraban el rostro de una mujer, ya no era la jovencita que siempre le daba bocadillos a escondidas y su gran estómago mostraba que estaba haciendo su propia familia; Rocco era quién había cambiado menos, el hombre seguía siendo igual de grande aunque ahora su espesa barba llegaba hasta su estómago y su voz estaba más grave que nunca.

 

Luego de cruzar unas palabras con ellos después de tantos años salió de la cocina y comenzó a buscar a caminar por su hogar, estaba aburrido y eso lo hacía pensar, cosa que no quería hacer en aquel momento.

 

—¿Cuándo viajas? — Escuchó a su hermana hablar y se detuvo, estaba en la biblioteca y estaba acompañada

 

—Dentro de unas semanas —La voz del Conde Saint respondió y Álex apretó sus labios— Es una oportunidad única y quiero saber si cuento con tu apoyo —Hizo una pausa y aclaró su garganta— El de ambas

 

—No se si sea buena idea —Esta vez era la voz de Milena y Álex frunció su ceño— Yo…

 

—Milena es su oportunidad —Otmara sonaba emocionada— Puede ir con él, si todo sale bien podrían irse para siempre y estar juntos

 

—¿Qué hay de ti? —Preguntó Milena, su voz estaba quebrándose— Tus padres te culparan si no se realiza la boda

 

—Estaré bien, solo preocúpate de organizar todo —Otmara camino por la biblioteca— Gracias por todo Edwin, cuídala bien, no podría haber mejor amiga

 

Nuevamente se escucharon pasos pero ahora acercándose a la puerta, Álex intento caminar lejos pero una mano en su brazo lo hizo detenerse y al volver la vista Otmara le miraba con cierta preocupación.

 

Iban a tener que hablar.

 

****

 

Egmont bebió un largo trago de cerveza y luego dejó escapar el aire que había retenido para beber, miró el plato que una de las castañas le colocó pocos minutos antes y a pesar de la cantidad de cerveza en su estómago aún no le apetecía probar un bocado de aquella mezcla café. Günter era otro caso, el hombre llevaba su segundo plato y aún parecía querer más de esa bazofia.

 

—Eres un cerdo —Opinó Egmont rompiendo el silencio entre ellos, antes de volver a beber de su cerveza

 

—Perdona pero algunos sí disfrutamos de una buena comida luego de un día de trabajo —Sus palabras eran serias pero la expresión de burla en su rostro quitaba toda la seriedad del asunto— ¿Es que no te ha gustado?



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En el texto hay: fantasia, caballeros, dragones

Editado: 13.12.2019

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