Volamos bajo sobre la frontera de Nightfall, escondiéndonos dentro de una densa cama de niebla. Nunca antes había estado en esta parte del reino, y aunque estaba en una misión, también estaba haciendo turismo de alguna manera. Una vez que llegamos a su puerta principal, volamos más alto en el cielo para evitar su detección.
El reino de Nightfall tenía más vidrio y metal de los que había visto en toda mi vida. Carruajes mecánicos sin caballos con lámparas delante rodaban por las calles. Y aunque era de noche, todo estaba iluminado. Pero no había llama ni fuego, era... un tipo diferente de luz. Un brillo suave y constante. Los edificios fueron hechos por expertos. Vidrio, ladrillo y metal. Todas las líneas eran rectas, nada parecía irregular o ensamblado a toda prisa. Lamenté admitir que era hermoso, un espectáculo digno de contemplar.
Había soldados apostados por todas partes, dos en cada esquina, y todos portaban diferentes artilugios para matar. Armas de metal con proyectiles cargados en ellas. Lanzadores de flechas y uno incluso tenía una llama ardiendo en la punta.
¿Qué era este lugar? Un lugar de invención y tecnología que no podría imaginar ni en mis sueños más locos... o pesadillas. Era como si la Reina quisiera borrar el reino de la magia y luego usar sus máquinas y su metal para convertirse en seres humanos mágicos.
—El amado hijo mayor de la Reina vive fuera del Castillo Nightfall —la voz de Drae atravesó mi mente, sacándome de mis pensamientos.
—¿Cómo lo sabes? —pregunté mientras virábamos a la izquierda, alejándonos de las luces brillantes de un castillo lejano y hacia un pueblo más pequeño.
—Espías —fue todo lo que dijo.
El beso que habíamos compartido permanecía entre nosotros. No sabía cómo actuar frente a él ahora. Me había salvado la vida calentándome cuando me estaba congelando, pero no me sentía agradecida. Me enojó que le dijera a Cal y a todos los demás guardias que no salieran conmigo. Aceptó casualmente la recomendación de Regina para mí como su respaldo, y luego mencionó tan casualmente que me quería a los pocos minutos de la muerte de Joslyn. ¿Se refirió a mí como un respaldo con Regina y no como un miembro de su Guardia Real, o como una amiga? Porque eso fue lo que me lástimo.
Yo era una póliza de seguro.
El humo comenzó a salir de mis fosas nasales y la cabeza negra del Rey giró en mi dirección. Apagué el fuego y miré hacia adelante, lista para concentrarme en la tarea que tenía entre manos.
Vengar a Joslyn.
Todavía no se sentía real, que se había ido, que su alma había dejado su cuerpo. Debería haberla protegido.
—Qué pésima Guardia Real soy —le murmuré a Drae.
Me miró.
—¿Pésima Guardia Real? ¿Qué pasa con la docena de guardias de Nightfall que asesinastes cuando irrumpieron en mi palacio? Regina está fuera de sí porque no hizo su trabajo. Hiciste más que nadie. Los mataste.
No había pensado en cómo Regina podría estar tomando esto. Qué molesta estaría si, como líder de los Drayken, permitiera que dos forasteros entraran y mataran a la prometida del Rey. Sin mencionar el hecho de que había tenido un espía entre sus filas y nunca lo supo.
Me quedé callada después de eso, dándome cuenta de que esto no solo me afectaba a mi. Aunque estaba segura de que, de todos, yo conocía mejor a Joslyn y me preocupaba más por ella.
—Agáchate, a esa niebla —dijo el Rey de repente, y se dejó caer.
Al igual que el me deje caer y estábamos volando en una neblina blanca y húmeda.
—Ese afloramiento de árboles...—dijo Regina.
Miré a la izquierda para ver que justo dentro de las puertas del fuerte había un pequeño huerto. Nos quedamos en la niebla, pasando por encima de la valla, y luego, cuando estábamos directamente sobre los árboles, Drae se dejó caer de repente.
—Agáchate rápidamente para que no te vean, y luego agita tus alas en el último minuto para disminuir el impacto —dijo el rey.
El miedo se apoderó de mí ante tal caída. Me recordó la vez que el viento tenía me tiró al suelo y quedé gravemente herida.
Di la vuelta al huerto, todavía oculta en la niebla, el terror me consumía. ¿Y si no me caía lo suficientemente rápido y los guardias nos veían? ¿O qué pasa si me caigo demasiado rápido y luego mato a Regina, que estaba atada a una canasta en mi espalda? Di vueltas durante un buen minuto, partiéndome en dos por la ansiedad, cuando Regina extendió la mano y me acarició la cabeza.
—Lo tienes. Estaré bien. Me he revolcado y me he tirado en picadoa desde la espalda del Rey Valdren muchas veces.
Con esa seguridad, caí, colapsando mis alas para que estuviéramos en una caída libre muerta. El instinto me hizo querer batir mis alas para mantenerme en el aire, pero la voz de Drae retumbó en mi mente:
—Espera.
En elmomento en que despejé la parte superior de los árboles, mis alas estallaron en mi espalda en pánico.
—¡Ahora! —Drae gritó, y aleteé como una loca para frenar mi descenso. Reduje la velocidad, pero aun así fue una caída rápida, y mis pies y mi pecho se estrellaron contra la tierra mientras avanzaba a trompicones como un bufón borracho en un festival de verano. Sentí a Regina tambalearse encima de mí, luego pude recuperar el equilibrio.
Regina se apresuró a desenganchar mi silla y luego me tendió mi traje de caza de cuero marrón. El Rey ya se había cambiado y me esperaba con tres hombres, incluido Cal, Nox y Falcon.
Falcon era un veterano con tantas cicatrices que no sabía cómo se movía su piel en absoluto. Se había quemado en un incendio, eso es todo lo que sabía. Me enteré de que también tenía un halcón de mascota que le dio el nombre, pero ya había muerto. Era un buen hombre y un amigo muy leal del Rey que sirvió a las órdenes de su padre.
—Regina —susurró Drae—. Nos dividiremos en dos equipos—hbló mientras me cambiaba y los hombres me daban la espalda para tener privacidad—Falcon, Nox y yo entraremos primero. Tú, Arwen y Cal cerrarán la retaguardia y serán el equipo de extracción.