Despiertas de un sueño muy pesado, te levantas, tienes hambre.
Te sientas y comes una de las latas de comida que traes en la mochila.
Te alistas para salir. Cuando bajas lo primero que vez es al perro, en el suelo, lleno de sangre.
-Qué? Carajo?- susurras mientras miras a los costados para ver que lo pudo causar, o alguna señal.
Sin dudar, de lo peligrosa que es la ciudad, decides irte de la ciudad.
No necesitas nada, todo está en la mochila, así que vas por tu cuenta.
*Continúa en la página 19*