El último sobreviviente.

CAPITULO X: La guerra entre el cielo y el infierno.

El cielo estaba dividido por una nube blanca y una totalmente oscura rojiza, Omnipotentis jamás se esperaba algo como lo que estaba ocurriendo, pero de igual manera se hizo frente a el hecho. Una guerra se estaba desatando en su casa, una batalla entre el bien y el mal.

El querubín y Lucifer se acercaron a una montaña de nubes cercana a la ciudad divina donde se encontraba la trinidad, sintieron sorpresa pero no se extrañaron al observar tres anillos de seres alados, el primero a las afueras de la ciudad formada por ángeles y arcángeles los cuales estaban vestidos con una armadura plateada, llevaban consigo cada uno una espada o una daga, todos preparados para el acercamiento de los demonios.

El segundo anillo se encontraba en la puerta de la ciudad santa y estaba conformado por principados, potestades, virtudes, dominaciones y tronos los cuales tenían una armadura color blanca con un cinturón azul y llevaban en sus manos lanzas y escudos para la protección de la ciudad sagrada.

El tercer y último anillo se encontraba alrededor de Omnipotentis en el centro de la ciudad de oro tenia junto a él querubines y serafines que tenían consigo una armadura dorada la cual se acoplaba a sus alas, portaban una espada en cada mano para proteger a la divinidad creadora.

Los seres infernales estaban ansiosos por la batalla, ángeles caídos con sus armaduras purpura oscuro, demonios con sus armaduras negras, Lucifer con su armadura  roja junto a una falda del mismo color la cual era muy pegada a su cuerpo y el querubín con la armadura de batalla angelical color dorada. La sensación de victoria era plena, ganar era la única opción.

El cielo estuvo callado, las nubes de los seres malignos formaban relámpagos mientras las de los alados formaban rayos de luz simples, luego el silencio se disipó cuando un demonio toco un cuerno de dragón, el cual daba inicio a la guerra.

Los guerreros del inframundo se adentraron rápidamente al primer anillo comenzando a batallar fríamente, los ángeles y arcángeles pelearon con todo lo que tenían, pero el ejército oscuro estaba ganando, la masacre era voraz, Lucifer disfrutaba matar ángeles y observar como sus guerreros devoraban a los mismos sin piedad, sus colmillos, sus uñas largas y una que otra espada robada de los arcángeles eran sus armas.

El ejercito demoniaco conforme batallaba crecía, ya que convertían a su paso mas y mas ángeles en caídos al quitarles a estos mismos sus alas.

Derrotaron a los alados del primer anillo, la nube oscura se acerba a la ciudad de oro, Omnipotente estaba enojado, su creación estaba siendo aniquilada y convertida en desterrados, los principados, potestades, virtudes, dominaciones y tronos se prepararon colocando sus escudos frente a ellos junto a sus lanzas mientras veían como se acercaban Lucifer y el querubín sonriendo con un gran ejercito a sus espaldas.

Los alados santos estaban enojados y tomaron la decisión de ir directamente hasta ellos para luchar en voluntad de la luz, la batalla del segundo anillo daba su comienzo. La sangre angelical y demoniaca se derramaba en ese momento, alas cortadas, cabezas y brazos desmembrados, era una matanza total, pero Lucifer fue astuta al lanzar una bola gigante de fuego desde su boca hasta las paredes de la ciudad santa comenzándola a incendiar, las llamas del inframundo ardían sobre las paredes, los querubines se perturbaron al observar cómo se quemaba la creación de Omnipotentis. En ese momento corrieron hasta el lugar incendiándose para intentar apagarlo, pero el querubín aprovecho la distracción de los mismos atacándolos por las espalda y dejándolos sin vida.

El trono estaba cerca de los demonios, ya casi tenían la guerra ganada, solo les bastaba un anillo más de seres alados, la victoria estaba saboreada por la reina de los demonios y el querubín.

Pero eso solo era una creencia de ellos por parte de la soberbia que consumía su ser, cegados por la misma sentían que eran imparables pero no se percataban de algo, que dentro de la ciudad se encontraba un ser divino creador llamado Omnipotentis.

El padre se levanto de su silla y observo como los demonios intentaban tumbar la puerta dorada para lograr entrar, enojado al ver tal acción subió su mano derecha y de la nada aparecieron siete rayos de luz posicionándose frente a él, la luminosidad era intensa y la fuerza que se sintió en ese momento hacía temblar toda la ciudad. La luz comenzó a disiparse y se lograba observar siete seres alados cada uno vestido con una armadura plateada, un cinturón dorado y una espada del mismo color, brillaban, se sentía un gran poder espiritual en ese momento, eran guerreros divinos.

Lucifer y el querubín sintieron las presencias pero eso no los detenía su orgullo era demasiado para escapar, querían la victoria a como dé lugar.

El padre observo a los siete seres arrodillados ante él y le puso a cada uno un nombre, Miguel, Rafael, Gabriel, Uriel, Raguel, Sariel y Remiel, los posiciono al nivel de arcángel pero este era un nuevo nivel más alto que los querubines y serafines, este era el remplazo perfecto de los cuidadores del cielo.

El espíritu se levanto de su silla y dio la orden de que acabaran con los demonios. Como un rayo volaron los siete alados hasta la puerta, la abrieron, observaron a los demonios y comenzaron a atacarlos, eran fuertes para ser solo siete, iban ganando la batalla, esquivaban y de un espadazo mataban a sus contrincantes. El querubín enojado comenzó a enfrentar a uno de ellos, grave error, ya que el arcángel sin esfuerzo alguno logro herirlo y ponerlo de rodillas, en ese momento puso su pie sobre la cabeza del querubín y le dijo: –“Ya no eres bienvenido al reino sagrado, yo Miguel te destierro del cielo y tu nombre a partir de ahora será Satanás.”



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En el texto hay: apocalipsis demonios

Editado: 10.04.2018

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