En la madrugada de mi segundo día de ayuno para Jehová, tu ve una provocación de parte del enemigo, quien me decía con voz doble, que me levantara y fuera a donde él. Para ver con que salía.
De inmediato, mi espíritu intento salir a ese desafío, pero me quede retenido en la cama, hice mucha fuerza para levantarme y no podía moverme, hasta que me di de cuenta que Dios me tenía retenido en ese lugar, hasta que pasara el peligro.
El enemigo me tenía tendida una trampa, y Dios me resguardo.
Luego de unos momentos, dije: Dios ayúdame, y pude despertar.