El último viaje

El dia de hoy

Héctor jaló de mi brazo - escucha a tu madre, estarás más segura conmigo - no entendí porque el borracho que de vez en cuando me enseñaba movimientos de pelea, sería más seguro que quedarme con mamá, pero ella ya se había quedado atrás, empecé a escuchar balazos, detrás de mí y quise voltear, pero temía hacerlo - No hagas caso - la voz de Héctor sonaba quebrada, casi como si estuviera llorando, pero su rostro se veía sobrio, las balas volvieron a pasar a mi lado, no podía respirar, mamá, quería abrazarla, quería regresar con ella, quería... "abre los ojos" escuché su voz "abre los ojos".

- ¡Mamá! - me desperté bruscamente, el sol entraba por la rendija de la cortina, la primera vista que tuve de ese cuarto ardió en mis ojos: paredes naranjas con detalles amarillos, cobijas cafés y un ligero aroma a chocolate. De alguna manera me había logrado arrastrar hasta la cama después de comer, revise que las maletas siguieran al lado de la puerta donde las deje y solté el aire al verlas, era quizás medio día, así que pensé en darme un baño, necesitaría un cambio de ropa ya que seguía usando lo que mamá me dio en aquel cobertizo. Aquel cobertizo, mamá me llevó ahí después de lo acontecido.

- Mami, estás herida - le dije mientras me revisaba.

- Estaré bien, cariño ¿a ti te duele algo, sientes algún ardor? - continuo revisando mis piernas y brazos.

- estoy bien lo juro ¿quiénes son esas personas? 

- No lo sé bebé, pero te prometo que lo averiguare y haré que paguen - la mirada de mi madre era cada vez más severa, a los pocos minutos motores se escucharon estacionarse cerca - deben ser ellos - dijo y se levantó sacando una pistola del respaldo del sillón viejo donde me había sentado, apuntando a la puerta con el brazo firme, jamás había visto a mi madre tan implacable. La puerta se abrió poco a poco, la persona que entró lo hizo con las manos en alto y mamá suspiro de alivio - Héctor -  y ambos se apresuraron a abrazarse.

- Estaba tan preocupado; estamos bien; estas herida; no es nada; ven aquí - ambos se susurraron el uno al otro y Héctor se llevó a mamá más al fondo, detrás de él entraron otras personas, vestidas de cuero negro y portando cascos de motocicleta. 

- No tenemos mucho tiempo, será mejor que nos preparemos - dijo una voz femenina, se quitó el casco y entonces la vi, la reconocí, pero no sabía de donde, cabellera rubia y larga, delgada, alta, ojos verdes, su acento no parecía cercano y su tono de piel era tan claro que podía compararlo con la leche.

- No comas ansias - dijo la segunda persona, esa voz varonil sí que la reconocía donde fuera, pero era imposible, no podía estar pasando, él se quitó el casco y su sonrisa deslumbro ante mí - ¿cómo te encuentras? - se dirigió a mí, camino hasta hincarse frente a mí - ¿te hicieron daño?

- ¿Que hace aquí profesor Erick? - mi rostro debió sugerir verdadero desconcierto, pues el profesor alargó su mano hacia mi cabeza y acarició mi cabello.

- Ya habrá tiempo de explicarlo todo, tranquila - su mirada era muy profunda y su tacto se sentía muy reconfortante.

- EMI, no hay tiempo - le dijo la mujer.

- ¿Es su novia? - pregunté y él se rió un poco mientras negaba con la cabeza

- su nombre clave en ARE, el mío es EMI - contestó

- ¿EMI? 

- Son mis iniciales ¿ves? Erick Martínez Ignacio, E, M, I, EMI, a partir de este momento se te hablará por tu nombre clave: MAR

- Pero mis iniciales son M, A, C, R ¿por qué omites el apellido de mi padre? - entonces recordé lo que había dicho aquel hombre "los rumores eran ciertos, tuviste una hija con esa mujer" - a menos que sea cierto, mi verdadero padre no era Salvador, sino Héctor. 

- Basta - dijo en voz tranquilizadora, el profesor - no te preocupes por eso ahora mismo, estarás bien, eso es lo que importa.

- ¡Señor! - dijo en voz alta la mujer a la que llamaban ARE, en cuanto vio que Héctor y mamá regresaron - está todo listo para salir de inmediato, el vehículo tiene todo lo que nos pidió, estaremos escoltándolos todo el tiempo. 

- Bien - contestó Héctor, con una voz que no reconocí, totalmente elocuente, como si los años de borrachera no hubieran pasado por él - Mónica - era la primera vez que se dirigía a mí por mi nombre, lo cual me asustó un poco - sé que esto debe ser muy confuso y estresante para ti, pero debes escuchar todo lo que tu madre y yo decimo; en primer lugar: escucha todas las indicaciones que tu mamá y yo demos; segundo: aprenderás todo lo que te enseñemos sin preguntar por qué o para qué; tercero: haz todas las preguntas que necesites hacer, pero en lugares tranquilos, observa tu entorno, si crees que es seguro hazlas, sino mantente en silencio; cuatro: seguramente EMI ya te lo dijo, pero te lo repito, a partir de este momento se usaran nombres clave para todos, yo soy HAB, tu mamá es ARB, tú serás MAR, quinto: ARE y EMI son tus guardaespaldas personales, si te digo que te vayas con ellos lo haces sin chistar. ¿Entendido?

Yo no veía manera de decir que no, simplemente asentí y me quedé en silencio, tenía tantas preguntas, pero era cierto, si alguien estaba tras de mi debía esperar mejor a estar a solas con mamá. Mamá me hizo una señal para seguirla.

- Toma cariño, ponte esto - me entregó una de las mochilas que llevaba antes en el hombro, cuando llegamos a una pequeña cabina más atrás del cobertizo - cámbiate rápido, saldremos pronto - asentí y entre a la cabina, estaba todo obscuro, si no hubiera sido por el pequeño foco en medio del lugar habría tenido que cambiarme a ciegas, saque las prendas, era una playera lila, unos jeans desgastados de las rodillas, entubados, ropa interior, calcetines y botas negras, la suela era corrida, de caucho, muy suaves y acolchonadas por dentro, en la punta podía sentir el casquillo, pero no me molestaba; antes había usado shorts, pero nunca jeans, siempre había usado falda, papá decía que las mujeres discentes no usarían algo así, pero viendo las circunstancias, no me haría mal usar algo que me permitirá mover libremente ¿no?




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