Él, una obra de arte incompleta

Capítulo 9 - Deberes de un gitano -

-¿Quedamos hoy? - escribió Albe.

-No, tío, lo siento, hoy tengo que conocer a Zita.

-¿Al final decidiste que sí? - preguntó Cris.

-Sí, pero ya me inventaré una excusa.

-Suerte - afirmó Fabi.

“Ya, suerte”, pensé.

-Yo en unos años no haré lo mismo que tú - afirmó Antón sacándome de mis pensamientos.

-Eso no lo decides tú.

-Eso ya lo veo.

-¡Antón! ¡A mí no me contestas así!- le grité, mientras bajaba las escaleras.

-Ya, ya - me respondió.

Estaba a punto de decirle algo, pero me callé, no sabía exactamente qué tenía de decirle, de hermano mayor, solo que era así nuestra vida, pero de verdad, ¿a quién le gustaría tener que conocer una mujer que no deseaba?

 

Me vestí y antes de bajar las escaleras hice un suspiro muy profundo.

-¡Ay, mi chico! - exclamó mi madre, viéndome. -Me alegro mucho, ya verás como te gusta mucho Zita, es increíble.

-Y sus padres también - añadió mi padre.

-Salgo que tengo cita con ella en un cuarto de hora - afirmé.

-Oye, pórtate como un gentilhombre, da tu mejor imagen que esa es tu mujer, ¡además ya vi unos vestidos de boda impresionantes! - dijo mi madre con una amplia sonrisa.

“Tengo que parar esto, como sea.” , pensé.

-Si te gusta, vamos a por ella - siguió hablando.

-Mamá, aún no la conozco - dije.

-Pero yo conozco a ambos, sois perfectos. - sonrió.

-¡Suerte!- exclamó Antón riendo.

-Y tú no rías mucho que pronto a ti también te tocará, no queremos que tardes mucho como tu hermano. - afirmó mi madre.

“¿Cómo?”, reflexioné sorprendido.

-Mamá, yo aún tengo catorce años.

-Por eso, en unos otros cuatro o cinco años te tocará.

Lo miré y vi como su cara cambió color, empezó a ser más pálida, sus ojos se hicieron más lúcidos, nunca lo había visto así.

-¡Qué vida de mierda! - gritó tirando la silla y subiendo a nuestra habitación.

-Antón - dije, intentando seguirlo.

-Déjalo, ya se le pasará, tu sal que tienes que ver a Zita, no llegues tarde. - me ordenó mi madre.

Salí y hasta el parque no paraba de pensar en el rostro dolido de mi hermano, mi madre acababa de tirarle el mundo encima.

Me faltan unos cincuenta metros antes de llegar al sitio de la cita, pero quería volver y hablar con Antón, no quería dejarlo solo; di media vuelta, pero enseguida pensé en mi madre, no podía decepcionarla, así que seguí hasta llegar al parque.

 Aún no había llegado nadie, me senté en un banco y saqué el móvil.

-¿Estás bien, An? - le escribí.

-.... 

-Oye, cuando llego lo hablamos, ahora no te rayes, ¿vale?

-No estoy rayado, a los dieciocho ya seré mayor de edad y me iré.

-Antón…

-Nada, déjame.

-Luego lo hablamos.

-Suerte con tu gitana :) - escribió.

 

-Hola Alejandro - levanté la cabeza del móvil y ahí estaba Zita, llevaba un vestido blanco que resaltaba el color de la piel aceitunada, tenía un par de pendientes a forma de corazón, se podían apreciar bien porque el pelo estaba recogido en un moño.

-Hola - contesté.

-¿Cómo estás? - me preguntó sentándose en el banco.

-Bien - mentí - ¿y tú? 

-No me gusta.

-¿El qué? 

-Esto, tenernos que conocer sin ni tener un poco de chispa.

“Joder, por fin, alguien que pensaba como yo”.

-Pero tenemos que hacerlo, por nuestros padres.

-Ya. - ¿Llevas mucho conociendo gitanos? 

-Bastante, ya eres el quinto que mis padres me obligan, ¿y tú?

-Sí, ya llevo años, supongo - reír, aunque la situación hacía más llorar.

-Hasta que no conseguimos a alguien, no pararan.

-Luego querrán nietos.

- Joder y yo odio los niños - afirmó.

-Una gitana que odia a los niños, vas bien. 

-Ya.

-¿Ahora que estás estudiando?

-Acabé bachillerato hace un año, quería apuntarme a la universidad, pero ¿tú has visto una gitana en la uni?

-Ya…

-Mis padres tampoco me dejarían, yo tengo que pensar en casarme y tener hijos.

-Lo tienes difícil.

-Y ahora encima tengo novio.

-¿Payo?

-Sí, no me gustan los gitanos.

-...

-Sin ofender.

-¡Qué va!, yo tampoco estaría con una gitana.

-Por suerte nuestros padres no nos escuchan - río.

-De verdad, mi madre tendría un infarto si me oyese - dije.

-Literal.

 

Su expresión dio un giro de 360 grados cuando vio acercarse un chico payo, alto, ojos azules, pelo oscuro y rizado.

-¿Es tu novio?

-Sí.

-Pues a disfrutar - le dije.

-Gracias. - se levantó y se fue.

-Ale.

-Dime.

-Nuestros padres…

-... yo a los míos les diré que bien, pero necesito más tiempo.

-Yo haré lo mismo.

-Gracias - le dije.

-A ti.

 

Los vi besarse y se fueron. Vi el móvil, aún quedaba casi una hora para que pudiese volver a casa, así que me fui al bar de Moe por una caña.

-Yo estoy en Moe, al final, no quedasteis.

-No, me abandonaron todos :( - escribió Albe.

-¿Qué haces allí? ¿Y la gitana? - preguntó Christopher.

-Nada, tiene un novio, payo.

-`Por fin una chica que piensa como tú- afirmó Fabi.

-Literal, ahora seguiremos un poco el juego de nuestros padres.

-¿Hasta cuándo? - escribió Albe.

-Hasta qué hará falta.

 



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En el texto hay: amor, culturas, sueño

Editado: 20.05.2023

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