Al ver que todo estaba en orden le pedí a Gemma que fuera a mi habitación y buscará las películas en la mesita de noche..
Ella acepto llendo a mi habitación.
Voy a la cocina, coloco las palomitas en el micro unos tres minutos.
Saco el refresco del refrigerador y lo pongo en el mesón pero este calló al suelo sacando la tapa y mojando parte de mi camisa blanca, vaqueros y el piso.
Suelto una maldición quitó de mi camisa para exprimirla.
Mal momento Gemma había bajado con las películas y al escuchar el estruendo de algo que se cayó, no pudo evitar dirigirse a la cocina para ver si todo estaba bien.
Sus mejillas no tardaron en teñirse de rojo al verme sin camiseta me encontraba rojo de la vergüenza.
Ni uno de los dijo nada, Gemma salió de la cocina.
Me volvi a poner la camisa y subi a mi habitación para ponerme otra camisa limpia
Al bajar gemma había puesto una película de terror que se encontraba en pausa.
Me sente junto a ella, se encontraba dormida en el sillón cuanto había tardado para que ella se durmiera. su delicada piel blanca y pecosa hacia cada vez su sonrojo más notorio haciéndola parecer que tiene dos tomates en sus mejillas.
Se lo había dicho tantas veces que lograba ponerla más roja de lo que estaba.
Ya no tenía su cabello en una coleta ahora lo tenía suelto, se había quitado la chaqueta.
Aún a si estába tan hermosa, la había visto de todas maneras y le parecía extraordinario su belleza.
Tal vez, si la hubiera conocido mucho antes si tan solo la hubiera conocido antes.
Me había reciclado tantas veces que no debía de volver a enamorarme, pero aquíen engaño, cuando ví a Gemma todo se fue a la mierda.
Aquella pecosa logró entrar en mi y lo peor es que no estaba preparado, mi mayor miedo se volvió realidad. Me gustaba Gemma.
Está vez dejaría las cosas en manos del destino.
Había llamado tantas veces a la madre de Gemma pero no respondía al igual que mi madre.
Estaba preocupado pero trate de calmarme, conociendo a mi madre se que ah de estar haciendo de las suyas.
No me quedo de otra que cargar a Gemma y subirla a mi habitación.
Alrecostarla en la cama había quedado tan cerca de su rostro.
Que se sentiría probar esos labios rosados.- pensé
Alejo aquellos pensamientos y salgó de la habitación no sin antes echarle un último vistazo.