NOAH.
Yo estaba soñando con Naín cuando escuché la voz de Julián y enseguida me desperté. Al darme cuenta de que mi sueño estaba mezclado con la realidad se me quitó el sueño, y rápidamente corrí hacia la primera planta, y fue ahí donde escuché toda la conversación (estaban gritando).
Enseguida regresé a mi habitación, me lavé el cuerpo y los dientes, y de mi maleta saqué la ropa más cómoda para ir a hacer ejercicios. No iba a dejar a Naín sola con el papanatas de Julián.
Estando listo y bien arreglado salí de la casa, percatándome que mi espantoso hermanastro tenía la intención de tocar a Naín, pero me apresuré y me metí. Y después de una pequeña y desagradable conversación (no por Naín), ahora estoy haciendo footing con ellos.
Antes solía hacer este tipo de ejercicios con Naín... ella y yo solíamos hacer muchas cosas juntos, si hubiéramos sido parejas tuviéramos varios años de relación; pero las cosas no se dieron, ni creo que se den porque ella no me quiere cerca. ¿Por qué he llegado a esta conclusión? Porque me evade; si me acerco a ella se aleja.
Cuando comenzamos a correr ella se acercó a Julián, alejándose de mí, pero vine yo me metí en medio de los dos, y ahora ella no tiene cómo escapar de mí, aun así, se ha alejado mucho; y antes no era así. Antes, la distancia que nos separaba era mínima, se podría decir que era unos 0,5 centímetros, no obstante, ahora es mucha; es una gran brecha. Es como si ella fuera el polo norte y yo el polo sur.
—Julián, quiero descansar cinco minutos —manifiesta ignorándome por completo.
—Claro —sonríe—. ¿Quieres agua? —Por andar de apurado me olvidé de traer agua.
—Sí, pero no trajimos agua —aprieto mis dientes con fuerza; Naín me va a escuchar.
Nunca dejamos de ser mejores amigos, y ella ha olvidado eso.
—Siempre traigo algo de dinero para cualquier emergencia. Voy por tu agua —el muy metido le guiña un ojo, ¡frente a mí!, ¡frente su mejor amigo!
—Gracias —le sonríe, pero a mí desde que llegué no me ha dado una sonrisa, ni un abrazo, más bien me ha mostrado repudio, no directamente, pero así lo siento.
Julián se va corriendo (no sé a dónde) y aprovecho para acercarme a Naín, que al tenerme cerca me da media sonrisa. Sin embargo, me percato de que no es nada sincera.
Te quiero Noah.
Y yo a ti, Naín.
Los recuerdos de los abrazos que nos dábamos, los "te quiero" que nos decíamos llegan a mi cabeza; extraño a esa Naín.
—Naín, tenemos muchas cosas de que hablar, ¿no crees? —Esta vez soy directo.
—No lo creo Noah —sin querer mi ceño se frunce.
—Han sido dos años sin saber absolutamente nada de ti... Naín, ni siquiera sabía que tenías un hijo —su rostro medio rojo por la agitación se vuelve pálido—. Naín...—me acerco más a ella y la agarro del brazo.
—No me siento bien, al parecer me hizo daño hacer footing —declara con su voz agitada.
—Inhala y Exhala. El papanatas no debe tardar en llegar —con su mano se ventila el rostro.
—¡Naín! —Dicho y hecho, el papanatas está aquí.
Julián se acerca a nosotros y abre la botella, y se la da a Naín. Ella toma un poco de agua y poco a poco el color vuelve a su rostro.
—¿Estás bien? —Me muerdo la lengua; hice la pregunta al mismo tiempo que Julián.
—Sí —lentamente observo como ella se aleja de mí, hasta quedar varios centímetros lejos de mi cercanía. Naín me da una mirada llena de recelo, ¿cómo lo sé? Porque yo la conozco desde que era un mocoso.
—¿Quieres agua Noah? —No es necesario que hable para saber que le incomoda mi mirada.
—Sí, por favor —me da la botella de agua y la recibo.
No voy a escarbar más en nuestra conversación pendiente porque no es el momento, está el metido de Julián, y por metido me tomaré toda el agua sin dejarle ni una gota.
Abro la botella y procedo a tomarme toda el agua, y tanto la cara de Julián y de Naín dicen: ¡No lo hagas! Evito sonreír al terminarme toda el agua, no quiero que note que lo hice adrede.
—Noah, no le dejaste a Julián —me reclama Naín, lo que me remueve el hígado porque se preocupa por él en vez de mí, que me pude haber ahogado con el agua.
—Es que me olvidé... Lo siento Julián —lo digo lo más convincente posible.
—No pasa nada, yo cuento con la resistencia necesaria para llegar a casa sin tomar agua —me da una sonrisa horrible, podría jurar que la del payaso de It es más linda.
—Yo también puedo resistir, solo que es necesario hidratarte, puesto que te puede hacer daño si no lo haces —le devuelvo la sonrisa.
Nuestras miradas parecen dos rayos chocando entre sí, jamás pensé que iba a tener un hermanastro y, sobre todo; jamás pensé que me caería tan mal. Yo sé que es ilógico que no me agrada Julián, pero a esta ecuación se une Naín y ella es importante para mí.
—Lo mejor es irnos. Necesito llegar a casa —expresa, Naín, aliviando el ambiente.
—Vamos —tomo su mano y me la llevo casi a rastra; no la quiero cerca de Julián.
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Editado: 02.11.2022