El aire arrastra las ideas, al igual que se lleva los recuerdos. Puede ser culpable de algunos problemas, pero, los que causamos nosotros mismos son nuestra culpa y de nadie más.
Cada tarde soñaba y cantaba, el atardecer decoraba como un fondo lo hace en una obra de teatro, solía jugar con ella, una niña tan loca que un día solo desapareció junto con su melodiosa voz, juntos recitábamos las canciones que yo escribía y ahora eso quedo atrás.
Crecí en la lejanía de los sonidos, siendo envuelto solo por palabras secas de los libros, que ganaban fuerza cuando lograba captar los sentimientos escondidos tras cada letra, formando al final un párrafo que le daba significado a la historia, contando algo. Por ello decidí escribir y dejar a un lado lo que antes me apasiono.