Quizá era porque su cerebro aún se encontraba algo adormilado por los golpes o quizá se trataba del impacto de la primera batalla real en la que luchaba lo que hacía mella en su mente, pero Apolo no podía moverse, no podía ni siquiera gritar, solo estaba paralizado, atado en aquella silla de metal que inmovilizaban sus extremidades.
—Ella, déjala ir— Apolo se sobresaltó al escuchar su propia voz, ronca y cansada que seguramente parecía la combinación perfecta para sus hinchados ojos.
¿Y cómo no sentirse así? Su mentora y madre “sustituta” Natasha estaba llena de sangre, con la respiración agitada, el cuerpo adolorido pero aún así con el arma en alto apuntando de manera firme hacia el grupo de hombres que estaban enfrente. Apolo imaginaba que el rostro de la agente era de enojo y molestia pura.
El hombre que lideraba aquel equipo chasqueó la lengua, mirándolos con desdén.
—Nadie se va de aquí.
El sonido de los disparos y quejidos volvió a llegar a los oídos de Apolo, quién en su creciente desesperación se removió aún más fuerte tratando de liberarse, pero únicamente lograba que sus muñecas se pusieran rojas. Las lágrimas de frustración caían de forma desesperada por sus mejillas, nada de esto hubiera pasado si no hubiese sido tan imprudente.
—El lado bueno es que no estarás solo.
En cuestión de segundos Natasha y el resto del recién formado equipo de superhéroes fue inmovilizado, recibiendo burlas por parte de aquel grupo armado ¿Y cómo no ser objeto de esa mofa? Se suponía que ellos eran las personas más poderosas del planeta, sus dones eran capaces de vencer a cualquiera y aún así, ahora estaban de rodillas, lastimados y ensangrentados. Era como si en ese momento todos hubieran entrado en pánico, en un estado de shock que no les permitía liberarse de la bruma mental que los envolvía.
—Son un desperdicio de tiempo.
Apolo soltó un grito de verdadero terror cuando la cabeza de la agente Natasha cayó frente a sus pies, salpicando de sangre todo a su alrededor.
La calidez que el líquido carmesí provocó en su piel hizo que las manos de Apolo comenzaran a temblar al igual que sus piernas, su corazón empezó a latir errático, dejando que sus ojos se pusieran completamente en blanco para dejar salir una voz profunda e hipnótica que les ordenaba a aquellos hombres comenzar a sacar sus armas.
—Quiero que se maten, quiero que su muerte sea lenta y dolorosa, ¡Quiero que griten mi nombre antes de irse al infierno!
Aquel último grito hizo reaccionar a Piero, quién se giró sobre sí mismo para empezar a liberar a sus compañeros. Andrómeda y Alba una vez pudieron moverse, corrieron para intentar liberar a Apolo, pero por más que intentaron hacerlo reaccionar, él no lograba salir de su trance, el cual solo le permitía sonreír cuando veía cómo aquellos hombres se dañaban entre ellos.
—¡No reacciona! ¡Natasha no reacciona!— Azahari con los dedos temblando trataba de colocar la cabeza de Natasha en su lugar, intentando sanar la herida con la luz dorada que desprendían sus manos acunadas—¡Tienes que hacer algo Andrómeda!
Pasando saliva y evitando tropezar, Andrómeda movió sus dedos una y otra vez, intentando que sus rayos rojos y azules lograran levantar a Natasha del suelo. Estaba intentando revivirla.
—Emma, vamos, tienes que reaccionar— Benjamin movía lentamente a la preadolescente, que no se había levantado de su lugar—Tienes que sacarnos de aquí, por favor ¡Luke, Piero!
—Estamos intentando contactar a Hasen— Luke tenía la frente perlada de sudor al igual que Piero, ambos se veían preocupados y asustados, quizá preguntándose porque demonios ellos tenían que estar en ese lugar—Tenemos que salir de aquí ahora, antes de que lleguen más como esos tipos— Luke dejó el radio en manos de Piero, para cerrar los ojos y colocar sus palmas enfrente de Apolo— Preparen a Emma, una vez Apolo deje de lado su poder, va a desmayarse, esa es nuestra señal para salir de aquí.
—¿Y si ella no reacciona?
Los gritos provenientes del exterior les hicieron saber que su única opción, si es que querían salir vivos de ahí, era despertar a Emma.
—Benjamin, por favor, alguien tiene que hacer algo por Natasha— Azahari y Alba tenían el cuerpo de la mujer entre sus brazos—Ya no siento sus pensamientos.
Luke dejó que sus hilos plateados envolvieran a Apolo, dejándolo rápidamente indefenso cuando la descarga de poder llegó al titiritero de almas. El cuerpo del hombre hubiera caído al suelo de no ser porque la reina de los muertos, Andrómeda, lo sostenía entre sus brazos. Al ver esto, Luke, el escudo de dioses se apresuró a ayudar a su compañera para dejar a Apolo cerca de Natasha y Emma.
—Ya están aquí— Alba tomó con fuerza el brazo de Emma—¡Los malditos ya están aquí!
Piero se apresuró a tomar a Benjamin del brazo, para hacerle colocar su mano en la espalda de Emma, la cuál no dejaba de llorar pese a que sus ojos se encontraban perdidos en la lejanía.
—Jamás quise ser un héroe, jamás pedí esto.
—Ninguno de nosotros pidió esto, pero si Emma no reacciona, entonces tendremos que luchar, lo haremos mientras Benjamin pide refuerzos.
—Si esa hubiera sido tu maldita actitud desde el inicio, no hubieran matado a Natasha.
—Basta, Piero, por favor basta, no vamos a solucionar nada así, mejor, mejor vamos a hacer lo que Alba dijo. Ella ahora no puede escuchar sus pensamientos porque los cascos lo impiden, pero yo iré al frente, si puedo levantar al menos a cuatro de estos al mismo tiempo, tenemos un escudo.