El zorro amarillo y el ave herida

XVIII: Extraños en un sueño

Que irónico que el mundo se empeñe en juntarnos, ¿No crees? Digo, vine a despejarme, a no hablarte, a dejar de pensarte. Y cuando estaba convencida de que quizás ya estaba bien, que estaba bien de ti.

Apareces.

Lo estabas haciendo bien, tú no me buscabas, yo tampoco lo hacía, buscarnos era como jugar a las escondidas en la oscuridad, y eso estaba bien para mí. Pero se te ocurrió llamarme en voz alta, y mi corazón no dudó en ir por ti y acogerte entre mis brazos.

Pero también comprendí, que eres mi niñita, lo sigues siendo y lo serás siempre. No puedo fingir que no pasó nada cuando solo escuchar una canción me recuerda a ti, el ver un color te trae a mi lado y en las noches escucho tu voz susurrándome.

Descubrí que me gusta estar lejos, viajar quizás. Porque no tienes tiempo para pensar en ti, porque debes pensar en otras cosas, tus necesidades, lo que harás mañana. Aunque todo siempre vuelve, pero eso está bien. Adquirir otras cosas en viajes para volver en paz.

Que los sueños nos conecten es algo que me da un poco de gracia, no quise decirte que soñé lo mismo el tiempo que estuve fuera, aunque lo tuyo fuese mucho más longevo. Nos perseguirán por siempre y lo sabes, pero también sabes lo que debemos hacer. Despertar una y otra vez, hasta acabar con la pesadilla, tarde lo que tenga que tardar.

Todo estará bien.

Lo prometo.



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En el texto hay: poesia, cartas, el primer amor

Editado: 21.02.2019

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