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El metal por sí solo es letal, ahora imagina pasarlo por fuego hasta el punto de que, al cortar, también queme.
La herida no sangra, no hay necesidad de cerrarla porque ella misma se cauteriza.
¿Duele? Claro que sí, pero es la mejor manera de dañar sin matar, o dejar cicatrices sin riesgo a una muerte.
Así es la vida a veces, nos corta como dagas de fuego; duele como el infierno, pero no nos mata, solo nos deja muchas cicatrices.
Yo quería...
Mejor escribo en otra ocasión.
—El Zorro Blanco