Una parte de ella no podía creer lo que el joven que tenía enfrene decía. En sus clases con Neahm había aprendido que cada miembro de la realeza tenía a su compañero en forma de animal, mientras que el resto del pueblo lo tenía en seres de su propia raza, entonces como era posible que Tain fuera realmente quién decía ser, a pesar de su peculiar aspecto se veía como un mortal.
Acaso había usado magia para volverse humano, en ese caso ella aún podía notar rasgos particulares en su rostro escamoso. Qué tipo de compañero tenía su madre que se veía así. Tain se percató de la desconfianza de Mia ante su silencio, por lo que levantó su camisa mostrando en su pecho su marca de lealtad que aún estaba presente en su piel, el tatuaje era una llama de fuego con la marca del dragón en el centro. Mia se llevó una mano a los labios sorprendida, en ese instante comprendió porque la profecía hablaba de la reina de fuego.
—¿Tú eres un dragón? —preguntó apenada, por su indiscreción pero necesitaba saber, los dragones eran criaturas místicas que casi nunca se dejaban ver, muchos creían que eran solo leyendas, el chico asintió y cubrió su cuerpo desnudo. Mia no pudo evitar preguntarse qué elemento la representaba a ella entonces, conocería alguna vez a su alma gemela.
—Creo que lo mejor, sería entrar, hay mucho que hablar —Ella asintió y caminó tras su padre, quién le preguntó con un movimiento en los labios si todo estaba bien y ella con un gesto le confirmó que no ocurría nada.
Observó de reojo a Tain, tenía una complexión fuerte, era alto, su pelo y sus escamas tenían el mismo color, su rostro perfilado era hermoso debido a su rareza. El joven dragón notó la vista de Mia sobre él y giró para observarla y le sonrió, el chico estaba impresionado por el parecido con su madre. El cabello de Mia era rojo, heredado de su padre Raziel al igual que su sonrisa pero el resto de sus rasgos eran exactamente como los de la antigua reina. Estaba seguro que si Marissa estuviera viva amaría ver a su niña, era toda mujer, no había notado rastros de miedo en los ojos de Mia cuando la tuvo enfrente, a diferencia del resto que se miraron con temor cuando Tain apareció en los bajos del castillo buscando la forma de entrar, todos allí sabía que su presencia tenía un significado y no era una simple visita para saludar.
Caminaron entre los pasillos, cruzándose en el camino con más de un arcángel que observaba a Tain con curiosidad. No era un secreto que Ganondorf era un sitio prohibido para ellos, pocos habían sido convocados en aquellas tierras, cada especie era diferente en cada reino del submundo y solo allí habían grandes y majestuosos dragones de fuego.
Selafiel abrió las puertas de una habitación Raziel, Neahm, Tain y Mia entraron cuando Aidan intentó unirse a la reunión, se interpuso en su camino.
—Es una reunión privada, los ángeles no pertenecemos a este mundo
—Raziel es un ángel y no te veo interviniendo —Selafiel se percató del desafío en los ojos de Aidan por lo que acercó su rostro a el de él antes de hablar.
—Acaso has olvidado que Raziel es el padre de Mia, dime quién eres tú para estar allí dentro —el rostro del chico se contrajo por la molestia, sus manos formaron un puño
—No soy nadie, aún —Se volteó y se retiró perdiéndose por los pasillos, Selafiel cerró las puertas y permaneció de pie ante ella, protegiendo la entrada para que así nadie más intentara molestar.
⊱✿⊰
Todos tomaron asiento en el pequeño pero acogedor estudio, Mia se acomodó en el largo sofá, a un lado tenía a su padre, quien la observaba preocupado por su reacción, Neahm se colocó en el mueble individual y Tain en el otro que se encontraba frente a la pelirroja.
—Mia —habló su padre, ella volteó hacia él, para finalmente prestarle atención —Tain fue el compañero de tu madre, como el mismo te explicó, jamás lo había visto en su forma humana, pero no tengo dudas de que es realmente él.
—Ni yo —Agregó Neahm —¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Solo puedo estar aquí el día de hoy, antes que finalice debo volver o quedaré atrapado en este cuerpo hasta el próximo solsticio
—Entonces, ¿a qué has venido? —preguntó Neahm
—Solo tengo acceso a mi forma humana en los días de solsticio, porque son días benditos por los dioses, justo hoy se debería celebrar la llegada del invierno.
—¿Se debería? —preguntó Neahm, fue la única que notó aquel detalle
—La cosas en Ganondorf han cambiado muchísimo, al punto de que pocas cosas son como las recuerdas —por un instante se permitió observar a la banshee, un minuto de absoluto silencio en el que todos se percataron de lo que estaba ocurriendo.
—¿Qué te trajo aquí Tain? —preguntó Raziel, el dragón movió la cabeza intentando apagar la llama de su interior
—Mia —sentenció —Llevo dos años buscándote, he venido al mundo de los humanos en los últimos ocho solsticios y antes de mí vinieron otros, en mi lugar. Gracias a Fairud, fue que descubrí que estabas aquí.
—¿Para qué me necesitas? ¿Por qué me están buscando? —preguntó un poco aturdida, ella sabía que su existencia era un delito pagado con la muerte y por un instante temió por su vida.
—Eres la princesa de mi pueblo y la legítima heredera al trono —El rostro de Mia palideció, como era posible, sabía que su hermano ahora era el rey, Neahm le había contado sobre Austin. Durante los últimos dos años habían creído que la profecía no era cierta, que ella no ocuparía el tono que pertenecía a su medio hermano, incluso deseo que su madre permaneciera viva en algún lugar del castillo, pues no había tenido apariciones de su poder desde la vez que permaneció inconsciente durante días.