Elegida ©

Capítulo 17


Thaleb conducía hacia las afueras de la ciudad; él sencillamente escogió un auto y lo tomó, encendió el motor vaya a saber cómo y aquí estábamos, viajando en un auto robado hacia un destino que yo desconocía en lo absoluto.
Admitía que me encontraba nerviosa; él mencionó un lugar mágico. Primeramente a mi mente llegaron imágenes de un sitio de fantasía oculto en el bosque con hadas, duendes, elfos, entre otras criaturas mágicas paseándose de un lado a otro. Aunque sin duda me equivocaba, dudaba que fuera a ese tipo de lugar al que se refería.
La ansiedad me mataba; él llevaba conduciendo al menos por una hora y no había mencionado palabra alguna. Mantenía la vista fija en la carretera y yo sólo me dediqué a mirar por la ventanilla y observarlo de tanto en tanto; me costaba asimilar todo lo que sucedia a mi alrededor, cada día desde que supe la verdad me cuestionaba sobre cómo terminaría esto.

De pronto, mi móvil vibró en mi bolsillo. Despistadamente lo saqué, revisando deprisa el mensaje que llegó.

—¿Quién es? —me preguntó sin mirarme.

—Diana, al parecer las clases serán suspendidas. La gente está aterrada, hay toque de queda. —Mentí. Aunque no del todo.

Repasé de nuevo el mensaje de Damon, no tenía su nombre, pero era él, sólo él:

Te veo esta noche en el lugar secreto.
Sola.

El lugar secreto era el sitio en el parque donde solía esconderme. Me aterraba ir sola para encontrarme con Damon, porque temía que Sangrieff estuviese con él.

¿Y si me lastimaban?

Mordí mi labio, apreté el móvil y observé de soslayo a Thaleb. Bien podría decirle, debía hacerlo, sólo él podía ayudarme.

—Thaleb —musité a la vez que él entraba a un camino poco transitado.

—¿Qué ocurre?, estás pálida —declaró confuso.

—Me ha llegado un mensaje, es de él, me ha citado en el parque. —Le informé.

—¿Dice algo más? —Preguntó.

—Que vaya sola —Susurré—. Sé que tengo que ir, pero me da miedo, Damon me asusta.

—¿Te ha hecho algo? —Cuestionó brusco. Entonces detuvo el auto en la carretera, con el bosque a ambos lados del camino.

—Cuando Sangrieff estuvo en mi habitación, Damon me observaba de manera lasciva, dijo que me quería para él.

Tensó la mandíbula, la vena de su cuello se presionó contra su piel blanquecina. Lucía molesto.

—Sí, debí esperarlo —murmuró bajando del auto.

Permanecí dentro, él abrió mi puerta, esperándome para que bajara, lo cual hice minutos más tarde, un tanto aturdida.

—Escucha. Esta noche iremos al parque, me mantendré cerca de ti, no te dejaré sola con él, ¿me oyes?

Agaché la mirada. ¿De verdad podría hacer algo contra ellos?. Sentía que nos llevaban una gran ventaja. Definitivamente lo hacían.
Thaleb buscó mis ojos, sus manos se posaron cálidamente en mis mejillas y con suavidad elevó mi cara para que lo mirase a los ojos.

—Confía en mí, Gian, no te hará daño. No lo permitiré.

—Confío en ti.

Embozó una media sonrisa, luego besó mis labios fugazmente, me tomó de la mano y me guió hacia el bosque.

—¿De verdad entraremos ahí? —Pregunté titubeante.

—Nada malo va a suceder. Tranquila.

Decidí creerle y avancé al interior del espeso bosque; al principio no aprecié ningún sonido, pero conforme avanzábamos ellos fueron llegando a mis oídos más nítidamente. El olor a tierra húmeda apretó mi nariz y me vi respirando profundamente aquel olor característico; dentro el sol no llegaba del todo, así que lucía un poco oscuro y un tanto frío. No obstante, Thaleb era caliente, muy caliente.
Ignoré el tiempo que caminamos, él parecía introducirme más y más en el bosque que temí perdernos, todo se veía igual, altos arboles de ramas tupidas de hojas, arbustos verdes, camino de hojas secas y tierra con ramas, no sabría por donde regresar si viniera sola.
De pronto él se detuvo como si estuviese frente a una pared invisible. Soltó mi mano y extendió ambos brazos, la punta de sus dedos acariciaban el aire. Los movía de un lado a otro en círculos, como si estuviese abriendo una cerradura y sorpresivamente noté que comenzaba a aparecer un lugar del otro lado, nada fuera de lo normal. Era como una parte del mismo bosque pero escondido dentro del que estábamos.
Los mismos árboles, el mismo paisaje, los mismos sonidos y el mismo olor.
Hasta ese momento no me di cuenta de que Thaleb movía sus labios muy veloz que no podía seguirle y comprender lo que decía, sólo apreciar susurros intangibles.  Luego se detuvo, bajó los brazos y se abrió un circulo donde ambos podíamos entrar perfectamente.

Thaleb me miró, extendió su brazo ofreciéndome su mano y la tomé sin rechistar.



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En el texto hay: brujos, amor puro, suspense

Editado: 12.09.2018

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