ARIADNA
1838, recuerden esa fecha como el día en que todo cambió, día en el que la Guerra Elemental inició. Día y noche batiéndose en combate…Literalmente. Era la gran guerra, el gran conflicto entre Artemisa y su hermano Apolo. La gran batalla entre Umbrakines y Elektrokines. Claro que los demás Elementos participaron en la Guerra al lado de Apolo y sus Elektrokines. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, que los Elementales iban a caer ante el poder de los Umbrakines, Zeus tomó su lugar al lado de Apolo y juntos desterraron a Artemisa y sus Umbrakines de la faz de Elementarne, creando lo que conocemos como el Mundo de las Sombras. Pero no solo los Umbrakines habitan en ese horrible lugar, sino que también todos los criminales que se vuelven Condenados. Todos son obligados a permanecer ahí por el resto de sus vidas.
—Así que ya saben niños, pórtense bien, háganle caso a sus padres. No mientan, no insulten, no discriminen, no roben, no asesinen, no violen, no hagan nada malo. Sean leales, honestos, amables, bondadosos, respetuosos y nobles, ¡Así no le tendrán que temer nunca que los condenen al Mundo de las Sombras! —termino mi presentación creando copos de nieve en la palma de mi mano y lanzándolos al aire como si fueran brillantina. Las niñas y niños de la primera fila estiran sus manos para atrapar algunos copos, mientras los demás aplauden.
—Muy linda presentación Ariadna, gracias —la señora Valladares se levanta de su escritorio y se acerca a mí, aplaudiendo como los niños.
—No fue nada —le digo sonriendo—. Es un gusto enseñarles a los niños cuál es nuestra historia y como evitar a toda cosa caer en los vicios de la condena.
Volteo a los niños que siguen viéndome entusiasmados.
—Te lo agradecemos —dice la profesora de los niños sonriendo—. ¿Alguien tiene alguna pregunta?
—¿Te gusta ser la Princesa Elemental? —pregunta uno de los niños de la primera fila.
—Emm…pues… —digo jugueteando con mi cabello. Esta pregunta me la han hecho tantas veces en mi vida y aún así, no sé cuál es mi respuesta con exactitud—. Sí, me gusta.
—¿Te vas a convertir en Reina? —pregunta una niña sonriendo, viendo fijamente a mi corona.
—¡Claro que sí! —responde la señora Valladares por mí, colocando su mano sobre mi hombros—. De hecho, mañana firmará su Voto Real, así que deséenle suerte niños.
—Buena suerte, Princesa —dicen los niños en unísono.
—Aww…gracias niños —me sonrojo un poco.
—¿Alguna vez has visto a Apolo? —pregunta un niño de la fila de más atrás. Todos voltean a verlo y luego me miran expectantes.
—No, ya quisiera poder tener ese honor —digo riendo, negando con la cabeza—. Nadie ha visto a los dioses desde la Guerra. Se fueron desde que el Mundo de las Sombras fue creado y prometieron nunca más volverse a involucrarse en asuntos de los Elementales. Creyeron que eso sería lo mejor para Elementarne.
—Bueno niños, Ariadna debe irse —dice la profesora al ver que los niños están entusiasmados por preguntarme más cosas—. De nuevo muchas gracias por tu charla de historia.
—Fue un placer —digo haciendo una pequeña reverencia con la cabeza—. Adiós niños —digo saliendo del salón de clases de primer grado.
—Adiós niños —dice una voz masculina imitando mi tono de voz detrás de mí cuando cierro la puerta del salón.
—¿Me estuviste esperando todo este tiempo? —digo dándome la vuelta, mirando al chico detrás de mí. Él es mi mejor amigo Javier.
—No, llegué hasta el final —dice él sonriendo—. ¿Qué rayos fue eso de tirar nieve?
Él imita exageradamente la parte de mi charla en la que lanzo los copos de nieve. Yo me cruzo de brazos y ruedo los ojos.
—Era para agregarle emoción al final —digo guiñando el ojo—. ¿Nos vamos?
Cambio de tema.
—Lo que usted diga, su Alteza —dice él con tono sarcástico, estirando su brazo en dirección a la salida del pasillo.
Nos dirigimos hacia el exterior del colegio, a un lugar con mesas al aire libre donde mis amigos y yo pasamos los tiempos libres entre clase y clase.
Al acercarnos a la mesa donde están mis amigos, noto que mi mejor amiga Natalia, está dándoles a todos órdenes y parece estar estresada.
—¿Qué le pasa? —le pregunto a Javier riéndome ante la vista.
—Está estresada por la fiesta de la noche. Varias veces le dije que la podía ayudar, pero sabes cómo es ella, me dijo que lo tenía todo bajo control —dice él rodando los ojos.
—¿Nati?, Parece que vas a estallar, amiga —le digo cuando llegamos a la mesa.
—¡Es que voy a estallar! —exclama ella sacudiéndome de los hombros y la corona se me desliza un poco por la cabeza—. Ups, lo siento.
Me acomoda la corona sobre la cabeza.
—¡Camila se iba a encargar de llevar bebidas y no ha hecho el encargo todavía! —dice Natalia dirigiendo su mirada a una chica sentada sobre la mesa, revisando su celular.
—Ya te dije que me voy a encargar de todo, relájate —dice Camila con simpleza y una sonrisa despreocupada—. Yo las iré a comprar personalmente si es necesario, pero de que vamos a tener bebidas, vamos a tener bebidas.
Editado: 14.01.2021