Capítulo 1 - De la oscuridad naceré y con el corazón en la mano gobernaré.
A D E L A I D E
Miré su cabello rubio, parecían hilos dorados enredados entre sí. Muy bonito cabello para tan patán hombre.
Sus ojos azules demasiados clichés para mi gusto.
Su sonrisa sarcástica muy Playboy y que asco sinceramente.
Haría todo un libro de las cosas que odio de mi hermano, pero pensar en escribir tantos -ya que son muchas cosas que odio de él- libros me canso, así de perezosa soy.
—¡Evan! Si no me das ese maldito listón te cortaré las manos y haré un centro de mesa con ellas—. Yo era muy dulce, hasta que me molestaban.
Miré a mi querido hermano con el rostro tan frío y carentes de emociones que solo yo podía hacer.
Obviamente a él no lo asustaba y terminó riendo como idiota.
—¡Evan!— con un sonrojo me crucé de brazos e hice un puchero con mis labios. Lo odiaba, en este preciso momento quería asesinarlo, ahorcarlo, aventarlo desde mi ventana, congelarle los pie... Esperen.
Sonreí maliciosamente y lo mire fijamente.
—Oh no. Esa mirada dice peligro y yo no quiero morirme en nuestro primer días de clases—. Empeze a reír como loca desquiciada cuando escuché lo que dijo.
—Muy tarde, has despertado mi furia Evan—. Mis pies se encontraban descalzos por lo que fue fácil arrojar magia desde las puntas de mis dedos. El cristal se esparció por la madera del piso e hizo un camino hasta los pies de mi hermano dejándolo atrapado en cristal puro y sólido.
El a intentar zafarse calló de espaldas y yo disfruté de verlo sufrir, camine hacia el con lentitud y clase. Me incline hacia delante y quite mi listón blanco de sus manos.
—Te dije que me dieras mi listón—. Estaba feliz de su derrota, luego apareció papá con el ceño fruncido claramente molesto.
—Evan, Adelaide, faltan diez minutos para que sus clases empiezen y ustedes están jugando?— claramente papá estaba molesto. Iba a replicar pero al ver su mirada ser dirigida a los pies de Evan casi quise salir corriendo. Casi porque no tenía por donde escapar, estábamos en la cocina y no iba a hacer parkur saltando la ventana donde se encontraba la estufa.— Adelaide que te he dicho de usar tu magia contra tu hermano?
Bajé la mirada derrotada.— Que no debía usarla en el y en ningún ser humano.— Tomé un mechón de mi cabello y empeze a enredarlo en mi mano.
—Exacto, ahora quita eso de tu hermano y tienen cinco minutos para subir al carro.
Cuando se fue de la cocina solo pude patear las costillas de mi hermano haciendo que el se quejara y yo riera.
Me concentré en la energía que emanaba el cristal y en devolverlo a mi cuerpo. Cuando esté desapareció por completo y se conectará de nuevo a mis pies salí de la cocina y tomé mis zapatillas del sofá de la sala de estar para después salir de casa y subir a la enorme camioneta de papá.
Empezé a ponerme las zapatillas color negras algo altas que hacían juego con mi falda negra y blusa de tirantes color blanca. Pegué un suspiro al notar que Evan subía de copiloto al auto y me miraba de reojo.
—¿Y ahora qué? —Pregunté molesta.
Sabía exactamente lo que iba a decir y yo estaba más que lista para reprocharlo.
—Nada más quiero que alguien se atreva a tocarte y...
—Y no pararás hasta congelarle las bolas. Si, lo sé. —Terminé por el molesta. —Recuerda que aquí la única que puede congelar las bolas soy yo.
Se limito a soltar una risa sarcástica y me miró fijamente antes de decir: —Peores maneras de congelar las bolas hay.
Hice una mueca de asco entendiendo a qué se refería y mientras terminaba abrocharme mis zapatillas papá subió a la camioneta. Se quedó viendo a la nada por un momento para después mirar fijamente a Evan.
—Ya sabes que hacer en caso de que algún chico le hable a tu hermana. —¿Qué?
Evan asintió como si le estuvieran dando una misión súper importante y mi papá asintió aprobatoriamente.
¿Es enserio?
Solté un gruñido rodando los ojos y mi papá arranco el auto de camino a nuestro primer día de clases.
¿Que podría salir mal?
***
Bien, estaba saliendo todo mal.
Nos han vetado a plena clase de Historia por Evan y su grandiosa idea de pasar papelitos con su número de celular y al yo llamarle la atención la linda profesora nos llamó la atención a nosotros... Excelente, no?
De paso nos saca a mitad de la clase y yo no puedo estar más frustrada porque amo Historia.
—Adelaaaaaideeeee. —Miro sin interés a Evan que no para de repetir mi nombre desde que salimos de clase. —¡Te he echo un favor! Esa clase es aburrida.
Me paro en seco y suelto un chillido frustrada.
—¡Era Historia, Evan! ¡His-to-ria! —Ahora quien hace los pucheros es él. Vaya que si sabe cómo sacarme de quicio.
—Te compro los helados que quieras si me perdonas, sí? —Me cruzo de brazos negando con la cabeza.
—Faltará más que eso para que te perdone por hacerme faltar a una de mis clases favoritas. —Menciono mientras lo señalo acusatoriamente.
El sabía lo que quería y no iba a aceptar un no como respuesta.
Espere por al menos dos minutos mientras se debatía en qué hacer.
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Editado: 03.12.2019