Elementum Ii: Aqualius

Capítulo 7

El contacto con sus labios era la sensación mas indescriptible que jamás había experimentado, ni tan siquiera se acercaba a lo que pensó que sería todas aquellas veces que lo había imaginado. El calor que experimentó era como el que sentía al rozar su piel pero multiplicado por cien…por mil…por millones de veces y todo su cuerpo enfebreció hasta el punto de que no tenía el control de sí mismo porque estaba seguro de que la congelaría ya que no podía controlarlo y él se moriría si le hacía algun tipo de daño.

Sentir el roce de sus labios al responderle le enloqueció y no era solo porque ella sobrevivía a su descontrol sino porque la sensación le nubló el poco juicio que aún le quedaba y devoró con ansiedad como si su vida dependiera de aquel beso.

Brigit emitió un leve jadeo de sus labios y aquello le devolvió la poca cordura que le quedaba a Aqualius rompiendo el contacto de aquel beso.

— Esto no está bien —dijo en voz baja mientras la bajaba para que Brigit se pusiera de pie.

— ¿Por qué no esta bien? —le preguntó mientras daba un paso atrás.

— Porque tu estás… y yo soy… —pero no concluyó nada porque realmente daba igual la situación, eran excusas para justificar lo que evidentemente no podia evitar sentir por Brigit.

— ¿No soy mi madre? —preguntó Brigit con los ojos brillantes— ¿Es eso? —practicamente se lo echó en cara.

— ¿Qué? —es lo único que pudo responder.

— Sé que la quieres, que has vuelto por ella y evidentemente como no la puedes tener a ella…—«Te has fijado en mi» le faltó decir.

— No es lo que tu crees, Brigit yo…—comenzó a decir pero en ese momento el innegable olor a hierro oxidado inundó sus fosas nasales.

— Brigit, ve al coche y cierra con llave —le dijo con ímpetu.

— ¿Cómo? —le preguntó.

— ¡Ahora! —le gritó como si ella fuera una niña pequeña pero solo lo hacía por su bien.

Brigit no entendió nada y giró los talones para alejarse unos pasos hasta el coche y se encerró en el coche cruzando los brazos enfurruñada hasta que un brillo le llamó la atención y abrió los ojos como platos.

Estaba tan expectante de ver a Aqualius como estaba luchando con tres tipos y al mismo tiempo algo preocupada a pesar de que parecía tener la situación controlada. La idea de que lo hirieran de algún modo la afectaba, no sabía exactamente definir la sensación pero era como una especie de estremecimiento en la boca del estómago.

De pronto sintió se giró hacia el otro lado del vehículo y vio a un tipo mirándola con unos ojos naranjas que jamás olvidaría y unos dientes casi afilados que daban escalofríos. Su estremecimiento la recorrió completamente pero sin saber como respiró tranquilamente y se reservó el pánico para otro momento, como si supiera que ese tipo parecía estar interesado en ella.

El sonido de los cristales rotos hizo que Aqualius girase la vista para ver como un mortés parecía atacar a Brigit y ni en su momento más lleno de ira se pareció a lo que sintió cuando vió peligrar su vida.

Cuando Brigit estaba preparada para darle a una patada a ese bicho azulado de ojos naranjas escalofriante una especie de hielo afilado atravesó la garganta de aquel tipo y cuando giró su vista hacia Aqualius este ya había llegado hasta ella y había abierto la puerta del vehículo.

— ¿Estás bien? —le preguntó mientras la miraba de arriba abajo como asegurandose que estaba bien.

— S…si —respondió aturdida.

— Si te pasara algo yo…—dejo la frase en el aire.

— ¿Eran morteses? —preguntó siendo cada vez más consciente de lo sucedido.

— Si —contestó secamente— Te llevaré a casa, tengo que ponerte a salvo.

El camino hasta casa fue bastante corto y cuando llegaron Selena salió al pasillo a recibirlos.

— ¿Qué tal ha ido la fiesta cariño? —preguntó sonriente.

— Genial —contestó Brigit con una fingida sonrisa— Me voy a la cama, buenas noches —dijo sin esperar respuesta mientras se perdía por el pasillo.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó Selena mirando ahora a Aqualius que mantenía las manos y guardaba silencio.

— Aparecieron unos cuantos bichos azules —comentó sin darle importancia.

— ¡No debería de haber ido! —era la voz de Forgos que estaba escuchando la conversación y Selena suspiró.

— ¡Por ti estaría siempre encerrada! —le respondió Selena.

— ¡Pero estaría segura! —le inquirió.

— Hasta donde sé, no le ha pasado nada, ¿no? —dijo con ironía Selena.

— Yo mejor me voy a dormir —dijo Aqualius mientras les dejaba discutiendo, algo que de cierta forma le hubiera provocado una gran sonrisa si no fuera porque su mente estaba en cierta morena de ojos verdes.



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En el texto hay: fantasia, romance, romance adulto

Editado: 06.09.2018

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