— ¿Estamos seguros aquí? —preguntó Brigit una vez que se adentraron en Ágora.
— Es el lugar más seguro por ahora —respondió Forgos mientras se acercaba a ella y le daba un beso en la frente.
— Papá, estoy bien —le aseguró de nuevo como tantas otras veces lo había hecho durante el trayecto de ida hasta Ágora, en el que mientras Aqualius conducía, du padre iba atrás junto a su madre y ella sin dejar de abrazar a ninguna de las dos.
Brigit sentía que nunca sintió preocupación por Junior, sabía que su hermano era inmortal, al igual que él, y que podría resistir mucho más tiempo que ellas, de hecho, él fue el único en no sentir miedo, pánico o temor por la situación y tal vez fuera porque era consciente de que aunque aqul techo viniera abajo, de algun modo sobreviviría pero ellas no.
— Ventus ha instalado cámaras de seguridad por todo el recinto para poder vigilar en todo momento.
— ¿No las había anteriormente? —preguntó Junior.
— No, nos las llevamos cuando nos fuimos para que nadie las detectara y encontraran el lugar.
— ¿Y no las detectarán ahora? —insistió.
— Tranquilo Junior —contestó Forgos en lugar de Aqualius— La tecnología ha cambiado con los tiempos y las cámaras de seguridad de antes no son como las de ahora —dijo algo sonriente— Son casi indetectables.
— Está bien —respondió mientras se marchaba a lo que parecía la cocina.
— ¿Por qué no vas a darte un baño de agua caliente? —le dijo en voz baja Aqualius a Brigit para que solo ella le escuchara— Yo iré enseguida.
— Si —susurró ante la promesa de sus labios y se marchó.
Selena no tardó en irse para hacer exactamente lo mismo que su hija, además necesitaban descansar bajo un techo seguro despues de haber pasado tanta ansiedad y no haber descansado salvo en aquel coche en el que habían pasado horas hasta llegar allí.
— ¿Y Theras? —preguntó Forgos una vez habían desaparecido las mujeres del lugar.
— Sigue sin comunicarse —contestó Ventus que había estado ausente todo el tiempo.
— Me preocupa —intervino Aqualius mientras se sentaba— Se siente culpable de todo esto y todos sabemos que no tuvo la culpa, además, ellas están bien afortunadamente.
— Démosle su tiempo —contestó Forgos mientras se sentaba frente a Aqualius— Lo necesita para terminar de recuperarse. —añadió sabiendo que todos eran conscientes de que se había forzado a sí mismo para sacar a Selena, Brigit y Junior de allí.
— ¿Qué vamos a hacer? —preguntó Ventus arrimándose a sus hermanos— Estoy harto de dar palos de ciego.
— El plan era dar con el consejo para saber hasta que punto están ellos al tanto. —contestó Aqualius.
— Sigue sin gustarme ese plan y lo veo una pérdida inútil de tiempo —dijo Forgos.
— Yo he estado dandole vueltas a algo —intervino Ventus captando la atención de sus hermanos— Si han avanzado tanto con esas armas, por narices deben tener una industria armamentística bestial para haber conseguido desarrollar esa potencia en tan poco tiempo.
— ¿Tienes alguna idea? —preguntó Aqualius interesado.
— No, pero no hay muchas industrias de ese tipo en el mundo. Sugiero investigar una por una e ir tachándolas de la lista.
— No vamos a atacar sin más —contestó Forgos tajante— No estoy dispuesto a pasar por lo mismo tres veces —terminó por decir.
— ¿Y que sugieres que hagamos?, ¿Hacer guardias de vigilancia?, ¿Cómo unos putos policías?
— ¿Y si contratamos a unos? —dijo de pronto Ventus.
— ¿Pero que idioteces estás diciendo? —le respondió Aqualius.
— Habla —le incitó Forgos que pareció interesado.
— El consejo siempre sospechó de que los morteses podrían tener filtraciones en los cuerpos de seguridad de varios estados, descubrimos que incluso se han infiltrado en cargos políticos… así que por ese lado no me permitiría el lujo de entrar pero sí que podemos contratar a personal de pago, gente que nos haga el trabajo sucio para saber a qué nos enfrentamos.
— ¿Y exponer a esa gente a que descubran que son los morteses?, Sabes de sobra las repercusiones que tendría, por no decir que los podrían descubrir y volverlos en nuestra contra. —contestó Aqualius.
— Hablo de personal preparado, ex militares, sicarios, gente sin escrupulos que trabaja por dinero y le importa una mierda lo que ve.
— Creo que puede ser una opción, no podemos seguir dejando pasar el tiempo y estar cruzados de brazos.
— ¿Y donde vamos a encontrar a gente así? —preguntó algo más convencido Aqualius.
— Eso déjamelo a mi —dijo Ventus poniéndose de pie— Sé exactamente donde buscar —añadió sonriente mientras se dirigía hacia la salida de Ágora.