Eligiendo al chico equivocado

♥ 04 ♥

Contemos con que el diablo hace trampa porque, obviamente, es el diablo
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Olivia 

Las calles se vuelven mas desoladas, sin perder el color, en este lado de Flowersight. Es el lado recién explorado de nuestra ciudad y el reciente conglomerado de residencias aún es escaso para decir que son muchas las personas que me ven conducir. Apenas hay un par de niños montados en bicicletas y detrás suyo sus padres se sostienen la cabeza mientras los ven tambalear en movimiento.

Es gracioso y reduzco la marcha para reírme. Una vez mamá me prometió sostener la bicicleta en todo momento, pero me traicionó en el primer momento que aceleré más, para atrapar las naranjas que un señor dejó caer de una bolsa de papel rota.

Ese señor primero se convirtió en el responsable de que mi madre no se fijara que estaba apunto de chocar contra un carro estacionado y luego se volvió el dueño de ese carro que ahora conduzco.

Linus llegó de un accidente y ese accidente tiene vigencia después de doce años. Es un accidente que hizo y hace feliz a mi madre. Y creo que ser feliz es el mejor accidente en los surcos de los labios.

Me pregunto si mi accidente con Jimmy es una señal de algo. No del destino, pero debió ser una señal sobrenatural, supongo, ¿no? Si a mi mamá unas naranjas le dijeron que Linus era el indicado en su vida, la salsa de tomate puede ser la mía.

Pero aún no debo emocionarme. Le digo a mi mente que primero pensemos con claridad antes de escuchar los latidos erráticos que hace cuando Jimmy se acerca. Desde ese no tan espantoso día, a pesar de perder su número telefónico, hemos convivido un poco. Ahora me espera para ir a los recesos juntos y hablamos hasta llegar a la entrada del comedor porque Geneden me necesita para llevar su bandeja y él tiene su grupo de amigos. Además, según mi hermana, presentar signos de indiferencia aumenta el interés del otro y no quiero estar al pendiente de él cada vez que coma y tenga la posibilidad de dejar caer la comida ocasionando otro acto vergonzoso.

No, me niego a volver a pasar por lo mismo.
Así que, como habitualmente sucede, el tiempo se encargará de dirigir los sucesos. Con mi ayuda, porque el tiempo puede pasar, pero depende de nosotros hacerlo aprovechable.

Detengo el auto y admiro el lugar que escogí hoy. El lado sur de una de las áreas verdes, casi abandonas, de extiende en mi dirección. He dividido el parque en dieciséis zonas y en verano he avanzado casi la mitad de todo, pero aún me faltan áreas a las que rellenar de semillas si quiero cumplir mi meta en este lugar.

Hoy, como llevo haciendo hace más de año, vengo con una ración nueva de árboles y flores que son mejores que las que el alcalde tiene en su bodega de floristería. Si es que eso existe.

Me he empeñado mucho en hacer todo esto y ahora que Geneden no estará para ayudar después de su trabajo, tengo que ingeniarme para cavar, plantar y regar todas la futuras plantas que nacerán en este lado de Flowersight.

Es algo loco, pero ¿quién ha conseguido cosas inexplorables sin la locura?

Suspiro antes de bajar. Tomo los baldes que están en la parte trasera del carro y me coloco los guantes antes de guardar las llaves del auto en uno de los bolsillo de mi overol. Por suerte, mi peinado de rodetes a cada lado de la cima de mi cabeza, no se desarmará en medio de mi proyecto y si lo hace no me quedará más remedio que amarrarlo con las manos de tierra y hojas.

Total, tengo que bañarme antes de dormir, no lo hice después de llegar de Clifton y nadie vendrá a mi encuentro por lo que no estoy preocupada de si apesto o no. Espero no hacerlo, el aceite de bebé debe ocultar, lo mejor posible, mi falta de una ducha refrescante.

Al menos hasta que acabe.

Inspiro el lugar y exhalo el potencial. A un lado veo un coche patrulla y solo por eso confío en que estoy resguardada por si alguien quiere tomar, sin preguntar, mis semillas. Geneden apuesta en que podría ser un extraño muy desafortunado al ver su botín y que, probablemente, lo arroje al cesto de basura más cercano; por otro lado, opino que tal vez se acerque un activista ecologista y me asalte para usar en otro lado lo que me costó mucho en tienda.

Quiero decir, nadie sabe a quién conoceremos y estoy segura que conocer tampoco es definitivo. Supongo que quien se atreva a asaltarle, debe tener sus motivos y no justifico sus acciones. A veces, simplemente, hacer las cosas mal es un reflejo de lo que otros hicieron mal por nosotros. Tal vez sus padres no cumplieron su labor normativa y socializadora, o siente que el Estado es injusto con sus oportunidades; muchas veces la impotencia te hace ver el cuadro más crudo, sin ver en dónde, en medio de eso, podemos salir adelante.

Es difícil, muchas veces tomamos las decisiones equivocadas y es que, buscamos la luz en medio de una oscuridad desconociendo el camino correcto para llegar a ella y, ahí, es donde salir del sendero es complicado cuando no puedes ver otro próximo.

Aunque, viéndolo de otra manera, situaciones complicadas, requieren medidas desesperadas, pero ¿qué tan desesperado se puede estar para buscar el propio bien quitándole a los otros lo suyo?

Sin querer, absorbemos de otro lo que necesitamos y no paramos a pensar en lo que quitamos de ellos. Todo con tal de completarnos, vaciamos un sitio para llenarnos. Somos egoístas pidiendo y no dando, pidiendo ayuda y no retribuyendo, gritando nuestro dolor y no oír a los demás.

—Queriendo sentir y no dar sentimiento —admiro en voz alta.

Mi pie cumple la labor de cerrar la puerta de los asientos traseros y me acerco al lado de conductor para desactivar el seguro manual de la maletera que se esconde bajo el asiento. Conforme escucho que se abre y, a penas sucede, aseguro la puerta del conductor y eso hace que todo quede resguardado. En la maletera saco la manguera, un juego de herramientas en miniatura y, más allá, me estiró para alcanzar el periódico enrollado para no dejar caer el lapicero.




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