Elizabeth

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- Majestad, no estuvo bien su comentario ante su hijo y su futura nuera.
- Cariño, tanto mi marido como yo nos oponemos a la boda. Aunque yaa conoces a Duncan. Ella es una cazafortunas que le tendió una trampa a Duncan y una vez conseguido, anunció su embarazo de 7 meses. No hay pruebas suficientes para demostrar que ese hijo no es mi nieto e incluso el padre de ella dice que encontró a mi hijo y ella en sus aposentos juntos. Él es un pobre desgraciado que se dedica a gastar el poco dinero que tiene en bebida y juegos. Pero ni siendo los reyes podemos hacer algo.
- Duncan no va a ser feliz.
- El es feliz mientras tú seas feliz, dijo mientras acariciaba mi estómago todavía invisible.

Así paseamos un rato más hablando un rato más sobre mi matrimonio,sobre los sentimientos de Connor que yo no podía corresponder,mientras entramos al salón donde se estaba sirviendo la cena.
Vi a Connor sentado al lado de Duncan y un sitio vacío entre su hijo y yo.

- Te sientas aquí con nosotros,dijo ella. Antes de sentarme saludé al rey que igual que la Reina,me prohibió la reverencia y me abrazó.

La prometida de Duncan estaba sentada en otra mesa junto a un hombre que se preocupaba más de su vino que de la comida o de su hija, y supuse que ese sería su padre.

Al día siguiente, la boda fue igual que un entierro. No había ninguna persona que se alegrará por los novios,excepto el padre de la novia y ella misma que tenían una sonrisa maléfica

Yo tampoco me alegraba por Duncan. Se casaba debido a una trampa,pero más me iba a doler si se fuera a casar por amor.

La cena fue tranquila y muy diferente a la mía, a nadie le apetecía bailar o brindar por los novios.
Otra diferencia es que nadie iba a buscar las sábanas manchadas. Tampoco dormirían juntos. Realmente no sería un matrimonio.

Nosotros nos marchamos por la mañana temprano, con la promesa de la Reina,que me visitaría y se quedaría conmigo hasta dar a luz.
Esperaba tener un niño y que el parto fuera fácil.
Connor estaba cansado,da la impresión de que el único que disfrutó fue él. Se pasó el día durmiendo en la carroza y si se despertaba preguntab por mi estado de ánimo
Pero eso se iba a terminar, por fin estábamos llegando a la mansión y podría bañarme y dormir.

Y así de tranquilos pasamos los siguientes 7 meses en paz, con la dulce espera de nuestro hijo



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En el texto hay: highlands, elizabeth, duncan

Editado: 25.09.2018

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