Elizabeth

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-Pues por lo que me comenta está usted en estado de buena esperanza. Felicidades

El médico se marchó, no sin antes decir que volverá dentro de unas semanas.

-Beth, seremos padres. Dijo Duncan emocionado, acercándose a mi.

-No te acerques demasiado Duncan.

-Cariño, dijo sorprendido, quería celebrarlo contigo

-No tenemos nada que celebrar. Tu y yo no, que cada uno celebre su noticia por su lado.

-Beth, por qué me tratas así? preguntó mientras se arrodillaba frente a mi.

-Te trato igual que tu me trataste a mi, estos meses.

-Cariño, estás embarazada,dejame cuidarte.

-Duncan quieres estar a mi lado, por que estoy embarazada o por que me quieres y deseas hacer las paces?

 

Se quedó pensativo durante un rato, que yo aproveché para vestirme y antes de salir por la puerta le dije:

-No pienses más Duncan, ya me has contestado a mi pregunta. Me marché de mi habitación y fui a hablar con la Reina.

-Que necesitas Beth?

-Quiero irme unos días a visitar a Maria. Necesito respuestas. Me llevaré a Sofia.

-Como tu quieras cariño

-No le diga nada a Duncan por favor.

-No puedo prometerte eso Beth, estamos hablando de mi hijo.

 

Asentí, preparé todo y antes de comer me marché. Solo tardaría un par de horas en llegar, en caballo. Supongo que en la carroza tardaré más. Esas horas me entretuve en jugar con mi niña.

 

-Vi que ibas a venir a quedarte, me dijo Maria.

-Espero que me puedas recibir en tu casa durante un tiempo.

-Pasa Beth, quédate todo el tiempo que quieras.

 

La casa era pequeña, o eso daba la impresión desde fuera. Dentro tenía 3 habitaciones, un salón bastante grande y una cocina muy bonita. Se notaba a kilómetros, que la tenía bien cuidada y decorada.

-Duncan te quiere y no tardará mucho en darse cuenta del error que hoy ha cometido.Vendrá a buscarte.

-Me da igual, pensaba que se preocupaba por mi y que quería hacer las paces por nosotros no por el embarazo.

-Beth, tu niño necesita a su padre desde antes de nacer. Aquí no correrás los riesgos que corres en la casa, pero de una manera u otra, llegarán a ti.

-Mami, mi hija tiraba de mi falda. Miré donde ella tenía la vista fija y vi acercándose a Duncan.

-Beth, perdóname, me equivoqué.

Quería darme la vuelta y entrar en casa pero María habló.

-Sabemos tanto tu como yo Elizabeth, que deseaste toda tu vida estar con Duncan, soñaste con ello todas las noches y todas las mañana que mirabas al horizonte deseando que fuera a por ti. No lo dejes escapar tan fácil. Duncan se equivocó, daría la vida por ti y tu hija.

 

Intenté aguantarme y no caer tan rápido en los brazos de Duncan, pero se ve que mi hija tomó la decisión por mi, cuando la ví correr, como ella podía, debido a su corta edad, a los brazos de Duncan gritando papi, papi.

 

-Te perdono, le dije mientras el abrazaba a mi hija. Pero que no vuelva a pasar, no te perdonaré otra vez que vuelvas a hablar así de mi hija.

-Te lo juro Beth, nunca volveré a decir nada malo de mi pequeña.

 

-Maria, necesito hablar contigo antes de irnos, le dije a la que era mi verdadera suegra. Quiero saber quien me envenenará y por qué.

Ella asintió pero nos pidió entrar en la casa. Duncan iba detrás nuestro con Sofia.

-No puedo ver quien, mi querida nuera, solo se que en el momento que te pongas de parto será por que te han envenenado. No puedo ver quien es, ni el por qué, pero si intuyo que es debido a algún cambio que se ha hecho o hará y que indirectamente te incumbe.



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En el texto hay: highlands, elizabeth, duncan

Editado: 25.09.2018

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